AFP

Boris Johnson ha perdido el control del Brexit

Las tácticas de intimidación del gobierno motivaron a los parlamentarios a reafirmar la soberanía parlamentaria

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05 de septiembre de 2019 a las 16:50

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Por FT View

Rara vez se ha desmoronado tan rápida y espectacularmente la estrategia de un primer ministro del Reino Unido. En dos días, Boris Johnson se convirtió en el segundo primer ministro en perder su primera votación en el parlamento — el primero fue el conde de Rosebery en 1894 — y verse forzado por los parlamentarios a tomar un curso que había descartado categóricamente. Ha reducido su propia mayoría parlamentaria de uno a menos 43, al adoptar una posición que lo obligó a despedir a 21 rebeldes, incluyendo a dos ex cancilleres conservadores y al nieto de su héroe político, Winston Churchill. Ha llevado a su partido al borde de una división histórica. Su plan de contraatacar con elecciones anticipadas ahora depende totalmente del acuerdo de sus oponentes.

La llamada Alianza Rebelde de parlamentarios que tomó el control de la agenda del parlamento y apoyó una ley ordenando al Sr. Johnson a que buscara una extensión al Brexit más allá del 31 de octubre merece un gran elogio. Los conservadores entre ellos pusieron el interés nacional por delante de sus carreras y su lealtad a un partido al que algunos habían servido durante décadas. Lo más importante es que los parlamentarios afirmaron la soberanía parlamentaria y refrenaron los esfuerzos del primer ministro quien, al suspender la Cámara durante cinco semanas, había tratado de eludirla.

Fueron impulsados a actuar por un catálogo de atroces errores del primer ministro. Al igual que su predecesora Theresa May, el Sr. Johnson se encerró con sus propias líneas rojas. La historia efectivamente se repitió, no como tragedia sino como farsa. Primero, adoptó su promesa de "salir o morir" de abandonar la Unión Europea (UE) a finales de octubre con o sin un acuerdo. Luego, al insistir en la eliminación de la salvaguarda irlandesa diseñada para evitar una frontera dura en Irlanda, él elevó tanto los estándares para las renegociaciones con Bruselas que puso en duda su sinceridad con respecto a su disposición de llegar a un acuerdo. Desde entonces no ha presentado nuevas propuestas viables.

Como primer ministro, el Sr. Johnson entregó el control de la estrategia y del aparato de Downing Street a Dominic Cummings, el partidario inconformista del Brexit. Adoptó tácticas de intimidación, indignando a la Cámara de Comunes, y a muchos más, con la movida de la semana pasada diseñada para prorrogar el Parlamento.

El Sr. Johnson puso aún más en duda su confiabilidad con sus explicaciones engañosas; según revelaciones en un caso de la corte escocesa esta semana, parece que había planeado la movida hace dos semanas. Sus amenazas de expulsar a los conservadores rebeldes y su introducción de una "caminata de delincuentes" al estilo estadounidense en la que la policía armada escoltó a un asesor "desleal" de Downing Street, reforzaron la impresión de un gobierno con la intención de pisotear las reglas y convenciones.

Las cosas podrían haber sido diferentes. El Sr. Johnson se podría haber presentado como el representante del conservadurismo socialmente liberal “One Nation” que adoptó como alcalde de Londres. Podría haber hablado honestamente con sus parlamentarios y los votantes a favor del Brexit — cuyas filas ayudó a aumentar en 2016 — sobre los compromisos necesarios para entregar un Brexit sin causar daños a largo plazo. Podría haber aprovechado su nuevo mandato de liderazgo para mantener conversaciones constructivas con la UE y asegurar ajustes en el acuerdo de retirada y luego haber usado su carisma para cortejar a su partido. Una salida sin problemas de la UE y el consiguiente rebote económico podrían haber mitigado la amenaza electoral del partido Brexit en lugar de que los conservadores lo imitaran.

Ahora parece que una elección, bajo términos muy diferentes, y con el partido conservador reducido a un pequeño grupo nacionalista inglés, es inevitable. De hecho, el colapso de la mayoría del gobierno significa que ahora los votantes del Reino Unido seguramente deben expresar su voluntad. Sin embargo, existen serios problemas. Los partidos de la oposición deben equilibrar el deseo de enfrentarse al Sr. Johnson con el riesgo de que él decida usar la contienda electoral para garantizar una salida sin acuerdo de la UE durante la campaña. También existe la posibilidad de que si gana, simplemente derogaría la ley de esta semana que prohíbe una salida sin acuerdo. Los parlamentarios decididos a evitar el peor Brexit han obtenido una victoria notable. Deben asegurarse de que no sea una victoria pírrica.

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