Camilo dos Santos

Cappuccio: "Podemos admirar a Guardiola sin perder nuestro fuego sagrado y la idiosincrasia"

El técnico de Rentistas atendió esta semana a 42 radios de Argentina y a los principales diarios del Mercosur, lo quieren de Ecuador, México y Asia, pero dijo que por ahora no se mueve de Uruguay, donde tiene sueños por cumplir

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24 de octubre de 2020 a las 05:02

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Habla rápido. Muy rápido. Responde en pocas palabras y evita las largas explicaciones. Deja la sensación de vivir a mil revoluciones, casi como el camino que recorrió en su vida porque es profe de educación física, entrenador de fútbol, abogado y escribano, un nivel de formación académico que no es común. Jugó en juveniles de Nacional. Dirigió a las juveniles de Peñarol. Cuando le preguntan si es hincha de Nacional o de Peñarol, responde con un tajante: “De Alejandro”, y luego completa la idea: “Soy hincha mío”. Vive el fútbol desde un lugar al que pocos pueden acceder en el mundo profesional uruguayo, donde el resultado es todo. Y no vive del fútbol. Nunca tuvo necesidad de hacerlo, y eso le da otro lugar en la vorágine del profesionalismo. Sueña con dirigir a Nacional o a Peñarol, y espera ver a un equipo uruguayo campeón de la Libertadores. Dice que puede resistir un archivo y ante la consulta de cómo es posible en el mundo actual de las redes sociales, responde: “Porque siempre digo la verdad”.

Alejandro Cappuccio, el entrenador que a los 44 años desembarcó en la elite sin haber sido futbolista profesional, rompió los moldes con un estilo de juego en el que que respeta la raíz del fútbol uruguayo y le adosa lo mejor del juego moderno. Se metió en la historia y sorprendió en el mundo del fútbol profesional con el histórico título del Apertura para Rentistas.

¿Le cambió la vida?

Estaba preparado para jugar la final. Estaba preparado para ganar la final. Y estaba convencido que la podíamos ganar. Ahora me está costando el día después, porque me encontré con que vine el estudio (de escribanía que tiene en el Cordón) y di muchas entrevistas. Pensé que terminaba ahí. Pero no. Al otro día fue igual. Y debido a que en Argentina no hay fútbol, me llamaron de La Nación, Clarín y Olé. Ya voy 42 radios argentinas (el jueves de tarde).

¡42!

No tengo el nombre de todas las radios, pero sí todas las entrevistas que di, porque las estoy guardando de recuerdo. Es una locura, una locura con todas las letras… y ayer Globo de Brasil. Son situaciones impensadas para mí.

¿Cómo se empieza a ubicar en ese lugar? Porque en paralelo continúa su vida.

El tema son los tiempos… y también porque ya me estoy aburriendo de escucharme (con un gesto con su rostro le pone contexto de broma a su expresión). Nunca pensé que me podría llegar a ocurrir esto, porque son las mismas preguntas.

¿Cuáles son las mismas preguntas, así no recorremos ese camino?

Si costó mucho salir campeón, cómo manejo los tiempos, cómo hago para vivir de las dos cosas, del fútbol y de mi profesión…

Entonces, saliendo de las preguntas que ya le hicieron, ¿cómo se adaptará a esta nueva realidad de exposición mediática?

Considero que no me debo adaptar, porque esto es una luna de miel de tres días.

Camilo dos Santos

¿Le parece? ¿Se apagará todo esto?

¡Ah, sí, sí, sí! Como ya empezó otro campeonato, las notas irán hacia otro lado.

¿Y qué hará si mañana viene una llamada de un equipo extranjero?

Ya vinieron.

¿Ya?

Sí, de Ecuador, México y esta semana de Asia, pero no me quiero ir del país. No quiero cambiar momentos familiares por dinero, por lo menos por ahora, y además tampoco tengo el currículo como para que esa oferta sea la que me cambie económicamente la vida, como para tener un respaldo para siempre. Por ahora mi objetivo es crecer en Uruguay.

¿La primera llamada fue de Ecuador?

Así es. Luego de México y ahora de Asia.

¿Cómo fue la primera llamada?

Sucedió en la pandemia. Me ofrecieron mucho dinero para mí, pero el fútbol no es tanto y al mismo tiempo tengo tres hijos chicos, de 6, 10 y 13 años, a mi esposa, y quiero vivir con ellos y no los voy a desarraigar para que se vengan conmigo y se queden adentro de un apartamento mientras me voy a concentrar a otro país. Así que el día que me vaya, si es que me voy y si es que a su vez llega una propuesta, me tiene que cambiar la vida y por ahora no llegó esa opción.

¿Habló con su señora sobre el tema?

Sí. Todos los días.

Camilo dos Santos

¿Qué le dice de estas opciones del exterior?

Es un proyecto familiar y tenemos claro eso, que si no cambia la vida seguimos acá, porque nos encanta vivir en Uruguay. Igual, ella no me va a seguir. Si me voy, me voy solo, porque no vamos a sacar del colegio a los chiquilines, a hacer que pierdan sus amigos, que pierdan un año.

Es una movida mucho más grande que ir a dirigir un equipo de fútbol.

Sin dudas.

Imaginaba a los 44 estar en este lugar.

Lo soñé toda mi vida, y mucho más. No sé hasta dónde llegará. El primer sueño fue ser jugador profesional, y se truncó en Tercera. Luego estudié educación física. Arranqué como profe en la tercera de Fénix y ayudando en primera, y me di cuenta que por ahí no era, no había pasión, porque tenía ganas de dirigir. Y por ese lado sí, encontré que es el lugar, y me quiero probar hasta dónde doy. Yo me tengo fe.

¿Hasta dónde?

Me preparé toda la vida para esto, el tema es que influyen muchas más variables que solamente prepararte, y se tienen que alinear un montón de ítems que no solo dependen de mi. La dirigencia, los jugadores, el club, el tipo de competencias que juegues…

Y la suerte. ¿Tuvo suerte?

No me declaro con suerte porque si hubiera tenido suerte habría llegado como jugador y hubiera cumplido el primer sueño de mi vida.

¿Lo llamó Decurnex, con quien jugó en Nacional Universitario, después de todo esto para ofrecerle la dirección técnica de Nacional?

No.

¿Le hablaron de Nacional?

No.

Pero se instaló que es candidato. Dos dirigentes de Nacional me dijeron que está en la lista.

A mí no me hablaron. Por ahora soy candidato en el mundo de Twitter.

¿En el mundo real?

No.

Camilo dos Santos

¿Nacional o Peñarol es la escalera que quiere empezar a subir?

Sí, es uno de los objetivos a mediano plazo.

¿Sabe que es diferente a lo que está viviendo hoy en Rentistas?

Jugué en Nacional, dirigí en Peñarol y conozco ambos clubes y la inmediatez del resultado, también la crueldad y violencia de las redes si no te va bien, pero es un desafío que estoy dispuesto a pelear el día que me toque, si es que me toca.

¿Qué le dejó Nacional Universitario?

Charlas con muchos entrenadores. Passarella, Bilardo, Pekerman, Púa, porque iban a Nacional Universitario y hacíamos de sparring de ellos, entonces en el tercer tiempo los volvía locos a pregunta, y le sacaba todo el jugo posible. En 1999, fuimos a jugar al Gothia Cup y allí conocí a Sven-Göran Eriksson.

¿Qué le preguntaba?

Como hacía el modelo ofensivo. En ese momento aún no se hablaba del juego de posición y él ya estaba pensando cómo atacar los espacios y cómo intentar ganar tiempo para sacar ventaja. ¡En 1999!

¿Y a Passarella, qué le preguntó?

Exactamente no recuerdo, pero siempre les pedía que contaran anécdotas y particularmente sobre resolución de conflictos. Siempre me interesó mucho el tema de la gestión, cómo resolver conflictos con planteles, dirigentes, con la prensa, cómo manejarse. De eso sí saqué mucho con todos los entrenadores con los que hablé, porque no solo charlé con esos que mencioné, hablé con un montón y con un montón de Uruguay, a los que les saqué mucho jugó.

¿Cómo se resuelven los conflictos? ¿Hay una receta?

No hay receta, pero lo importante es tratando de ser derecho, de resistir archivo, ser coherente, sensible y no invadir a los jugadores. De estar lo más cerca posible, pero tan lejos como sea necesario.

¿Puede resistir el archivo?

Tengo tan corta carrera que por ahora digo que sí, pero todos nos vamos a equivocar.

¿Entonces? ¿Cómo se resiste un archivo?

No hay que mentir. Ser sincero con uno y con los demás. Y sobre todo con los demás, porque en el primer año, en 2019, yo me equivoqué en muchas cosas de la gestión de grupo, en mi primer año en primera división. Y los jugadores lo saben, porque a cada uno con quien me equivoqué les dije que me había equivocado y que gracias a eso hoy ya no fallo tanto, o menos.

¿En qué se equivocó?

A  algunos jugadores les hablé del año próximo cuando después no hubo año próximo. Lo lamenté, porque generé expectativa y compromiso que no depende solo de mí, porque la contratación no solo pasa por mí.

También esa es una forma de motivar.

Pero nunca creando expectativas que no podés cumplir. Se puede proyectar algo importante generando compromiso, empatía y sueños compartidos, pero no prometiendo cosas que luego no se puede cumplir.

¿En todo este tiempo que estuvo afuera, cómo imaginó que se podía crear un cambio en el fútbol uruguayo y un aire fresco para generar un salto de calidad y volver a definir los torneos internacionales?

Sin cambiar lo que somos, y aprendiendo todos que las raíces del fútbol uruguayo son muy ricas. Que el modelo de neutralización y el modelo defensivo del fútbol uruguayo es el mejor del mundo, e incorporar la evolución de los modelos ofensivos sin perder el fuego sagrado y la idiosincrasia uruguaya que es la que va a hacer que el fútbol uruguayo pueda pelear nuevamente copas internacionales. Hay muchos entrenadores que tienen claro eso y tenemos que aprender de los que todavía están vigente, de los Lasarte, de los Gregorio Pérez, de los Tabárez. Ahora hay una camada nueva por edad, que viene empujando, y que vio el cambio positivo que inició Juan Ramón (Carrasco). Sí, porque entiendo que cambió Juan Ramón el paradigma de qué hacer con la pelota cuando la tenemos y no solo con transiciones y contragolpes, sino cuando las defensas están estacionadas. Juan Ramón basquetbolizó el fútbol de una manera espectacular, y fue seguido por otros, Pezzolano, el Cacique Medina, el Chavo Díaz.

Camilo dos Santos

También esa nueva tendencia generó el concepto de que ahora todos quieren jugar como Guardiola. Sin embargo, su base es cuidemos y defendamos lo que somos.

El modelo del profe De León, que plasmó en los años 1970 en Defensor y quienes estuvieron allí lo volcaron de generación en generación, y entiendo que tenemos un plus todos los jóvenes que valoramos eso.

Pero hay una tendencia a pasar para el otro lado, promovido la TV, el espectáculo, el juego vistoso.

Admiro el juego de Guardiola, que me parece el mejor entrenador del mundo, como admiro a Ramírez (Independiente del Valle), Gallardo, Klopp, que son los que hacen mejor el juego de posición. Klopp antes era solo transición, pero ahora también hacen el de posición como lo portugueses, españoles y los italianos. Lo que sucede es que a veces se confunde, y se cree que para intentar jugar mejor y llegar más rápidamente al gol hay que perder lo otro, lo de la frazada corta. Y creo que no es así, porque podemos admirar a Guardiola sin perder nuestro fuego sagrado y la idiosincrasia y cultura del uruguayo.

¿Se imagina a un equipo uruguayo definiendo en una Libertadores?

Sueño con eso. Es posible. Tenemos que mejorar en logística e infraestructura, como se logró con la selección gracias al proyecto de Tabárez. Se mejoró la imagen, la logística y la infraestructura, se lograron clasificaciones regulares a Mundiales en juveniles y mayores, con muy buenos mundiales en 2010, 2014, 2018 y la Copa América 2011. Ahora, eso debemos mejorar en los clubes.

En el camino de la organización y de una mejor infraestructura, ¿qué tan lejos está el fútbol uruguayo?

Mejoraron los campos de juego, pero tienen que mejorar mucho los campos de entrenamiento, esa es clave para mejorar la técnica y un montón de aspectos técnicos individuales que terminan trascendiendo a lo colectivo. Lo importante es que hay materia prima. Se siguen llevando jugadores de 18, 19 y 20 años. También tenemos buenos entrenadores, a quienes también se siguen llevando. ¡Y a los profes! Algo hay, ¿no?

Pero los jugadores se van jóvenes. ¿Cómo los mantienen en Uruguay?

Sería ideal mantenerlos, pero hay otros jugadores que siguen surgiendo. Cuanto más los podamos mantener mejor, pero para ello tienen que estar más sólidos económicamente los clubes para no aceptar la primera propuesta.

Si Olivera se hubiese quedado, en 2021 iba a tener un jugador con una madurez…

Ahora lo va a disfrutar Almería.

¿Cómo cautivan a esos jugadores para que se quede en Uruguay?

Es muy difícil. ¡Se van! Se van… y apareció Franco Pérez, que estaba en cuarta el año pasado. Es impresionante la cantidad de jugadores buenos que surgen en Uruguay.

¿Qué historia recuerda del vestuario de Rentistas?

Con Falcón tengo la mejor de todas. Siempre se va al ataque, y durante el año pasado le pedimos por favor que lo dosificara porque se iba más de lo que las jugadas pedían. En la final ganábamos 1-0 y le decía que fuera de a poco. Contra Nacional, en el primer partido de este año hace gol después del 2-0 y me dice: “Pelado, sé que me puteaste, pero cómo gritaste el gol”. Y tengo otra de Ergas en ese mismo partido. Cuando voy para la cancha me dice: “No te pongas nervioso. Mirá que ganamos 2-0”. Hacemos el segundo y me grita, con el puño para arriba, como para celebrar juntos en ese momento, y cuando termina el partido me dice como si hubiera jugado un picado: “¡Viste que era 2-0!”. Eso es lo que tiene este equipo, clase, clase, clase y mucho talento.

¿Cómo define a Rentistas?

Talento y valentía.

¿Le dijo algo a Olivera antes de su viaje a España?

Que aprovechara el tiempo, que disfrutara mucho, que aprovechara cada entrenamiento y que todos los días quiera seguir mejorando como lo hizo acá.

¿Hasta dónde puede llegar?

Solo él sabe y el tiempo dirá, pero tiene condiciones para ser una mega estrella como extremo por derecha.

¿Cuánto habla con Malrrechafue?

Todos los días. Con él y con Rodales, que son entrenadores recibidos. Hablamos muchísimo también con el Mono Irrazabal y Alexis Rolín. Los escucho porque son cabezas abiertas, muy inteligente, que recorrieron el mundo y que tienen experiencia, algo que no se compra.

¿Qué le dijo Juan Ahuntchain cuando le comentó que quería dirigir en primera?

Juan me lleva en enero 2015, y cuando en diciembre 2016 me llega la propuesta de Wanderers para dirigir cuarta, que ya eran grandes, le pregunté a Juan que le parecía y me dijo: “Si vos querés dirigir primera, me parece correcto”. En Peñarol trabajaba con los de 15 años, y en Peñarol no iba a dirigir primera por falta de experiencia y de méritos.

Sin embargo, hoy es candidato a dirigir en Peñarol. ¿Sabía?

No lo sé. En el mundo de Twitter…

¿Qué tenía Pellistri, a quien dirigió en juveniles?

Una velocidad inusual, al igual que Olivera, y el uno contra uno un engaño brutal y eso no se compra en la farmacia. Esos son los jugadores que no tienen techo. Por algo lo vino a buscar Manchester United. Además, como jugador integral, es bilingüe, con educación formal y adecuada para ir a Manchester y hace una presentación en inglés como hizo Forlán. Creo que está llamado para hacer una carrera sin techo.

¿Empezó a cambiar el perfil del jugador en Uruguay a partir del énfasis que se puso en la educación de los jugadores en los últimos años?

Siempre existieron jugadores así, pero no tenían esa difusión. Carlos Nicola estaba en la selección y en Nacional estaba a punto de recibirse de contador, Fleurquin se recibió en administración de empresa, Riolfo es economista. Y con el programa Gol al Futuro se abrió la pirámide, se generó un cambio radical. Es un programa espectacular, porque se dieron cuenta del valor cognitivo del estudio y la mejora en la toma de decisiones que ayuda a que sea un jugador integral.

¿Tiene miedo a que un día se termine el fútbol para usted?

No tengo miedo, porque soy consciente que el fútbol te da todo y te quita todo en cinco minutos, como me pasó como jugador, y si mañana me quedo sin el fútbol seguiré siendo un ciudadano más que trabaja como escribano, que tiene su familia y que disfruta de la vida como cualquiera.

¿Faltó preguntar algo? ¿Hay algo sobre lo que no hablamos que le gustaría comentar?

(Hace una pausa y dice) Me estoy aburriendo de escucharme… (risas).

Y qué le diría a aquellos que como usted hace un año estaban tan lejos de todo esto que le toca vivir ahora…

Que contra los sueños, si uno se levanta pensando en intentar cumplirlos, no hay con qué darle. Que hay que seguir soñando.

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