Leonardo Carreño

Casas de second hand: una nueva forma de comprar

Son cada vez más en Montevideo; los clientes buscan buenos precios, piezas únicas y marcas reconocidas

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05 de octubre de 2019 a las 05:04

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La tendencia comenzó hace unos ocho años en Uruguay, pero en estos últimos dos se dio la expansión. Ahora las second hand se mezclan con las tiendas que venden ropa nueva, en el Centro, en Ciudad Vieja, también en Carrasco y Punta Carretas. Sin llamar la atención, colonizan la ciudad. Hay varias marcas que ya tienen cadenas, con dos, tres y hasta cuatro locales, e incluso algunas tienen franquicias vendidas a terceros. 

Es una nueva forma de comprar, una relación distinta con la ropa y con el modo de consumir. Se alejan radicalmente de la imagen que tenemos de “feria americana”, con zapatos de hombre despegados en la punta, mezclados con camperas sucias de niños y carteras de mujer con cierres oxidados. Las actuales tiendas de second son luminosas, huelen a aromatizador de ambiente, y tienen filas de percheros organizados con ropa clasificada por edad, género, estilo, talle y color. 

La realidad es que estas tiendas venden ropa usada en excelente estado y recién lavada. Se compra y está lista para usar. También venden ropa usada que está como nueva, y de hecho muchas veces es nueva. Es común encontrarse con pantalones de jean colgados en las vidrieras con etiqueta, es decir, que nadie nunca usó. Si bien todas las empresas tienen distintos procedimientos para fijar los precios, la regla que se mantiene es que al menos la prenda salga la mitad que nueva, aunque venga con etiqueta y todo. 

“Son varias las razones por las que llega ropa con etiqueta. Lo típico es lo que te regalan y no te gusta o no te queda. Y hace unos años pasó mucho con las prendas que importaban directo de China, cuyos talles eran muy pequeños”, explica a El Observador Inés Uriarte, dueña de Recicla. Su proyecto comenzó en 2009, y hoy tiene tres locales: en el Centro, Pocitos y Punta Carretas. 

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Pero no es esta la única explicación. “Nosotros tenemos un acuerdo con algunas marcas que nos venden la ropa que tienen de temporadas pasadas y en liquidación. De todos modos esa ropa siempre se vende barata, los precios que manejamos son siempre de second hand”, cuenta Karina Blanco, quien fundó Retroka hace nueve años. Su marca tiene un local de dos plantas en 18 de Julio y Eduardo Acevedo, frente a la sede central de la Universidad de la República. Además, están en la peatonal Sarandí y tienen otro punto de venta en Punta Carretas. 

Se suman otras dos justificaciones: las compras en liquidación y las ofertas por internet. Las dos socias fundadoras de Era Mío, Aline Beyhaut y María José Pérez Moratorio, cuentan que es muy común que les llegue ropa con etiqueta de clientes que compraron simplemente porque les pareció que era barato y conveniente, pero después nunca usaron esa ropa. 

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Cambio cultural: lo usado ya es parte de los placares 

“Entran y no piensan que es una second hand. Pasa todo el tiempo, más de una vez al día. Ven el local, entran y después de que miran un poco la ropa te dicen ‘¿ah, pero es usado?’. Y esa misma señora que te pregunta con prejuicio después se termina llevando tres prendas”, relata la fundadora de Recicla. Esta realidad se repite. Pasa también que la gente ve algo que le gusta, se prueba y pide otro talle, y ahí es cuando hay que explicar que las prendas son únicas. 

Las que más saben de este cambio cultural son las dueñas de Era Mío. La empresa tiene 18 años, comenzó con un local de 30 metros cuadrados y hoy tiene 17 empleadas y dos locales de más de 200 metros cuadrados cada uno. “Siempre apostamos a otra idea del usado. Nuestras tiendas están perfumadas, superordenadas y además hacemos mucho hincapié en el trato con el cliente”, cuenta Beyhaut.

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Ellas empezaron solamente vendiendo ropa de bebé, después de niños, al poco tiempo de adolescentes y hoy venden ropa para mujer y para hombre. 

“Costó mucho al inicio. La gente nos decía ‘¿quién te va a comprar usado?’. Las personas entraba a los locales hasta con vergüenza, y asumiendo que compraban usado porque no les quedaba otra. Pero ahora son muchas las razones, y no es simplemente por lo económico”, cuenta Pérez Moratorio. Las tres marcas coinciden en que se dio ya un cambio hacia aceptar la ropa usada y además creen que no hay prenda más sustentable que la que ya existe. 


 
 ¿Por qué comprar usado?

 Las personas eligen ropa usada porque encuentran precios baratos, prendas únicas y además porque muchos adhieren a la idea de las tres erres: reciclar, reducir y reutilizar. Esta última idea se ve en pocas personas, pero cada vez es más presente el consumo responsable, más que nada entre los jóvenes. La industria de la moda es la segunda más contaminante del mundo, solo después de la petrolera. 

Al recorrer los locales es común dar con esas piezas vintage únicas, también con tapados o carteras de marcas como Chanel o Gucci, jeans Levis o Lee, pero lo que prima es la ropa que está de moda en este momento. En Era Mío sucede que muchas clientas van más de una vez por semana, en búsqueda de prendas únicas, que son las que se van más rápido. Pero la clientela habitual y permanente de esta tienda es la que va por ropa para niños. 

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El local de Pocitos de Era mío tiene dos pisos: 250 metros de productos. Ropa de bebé recién nacido que nadie vistió, camisas de hombre perfectamente planchadas, botas de mujer sin uso y también accesorios para niños, como sillas para auto, cunas o coches. En los productos de mayor precio es donde la diferencia de precios entre usado y nuevo se vuelve más conveniente. “Siempre les digo a mis amigas, si necesitás un jean pasa por Era Mío, realmente vale la pena”, dice Pérez Moratorio. 

La dueña de Retroka explica que hay tres tipos de clientes que llegan a sus tiendas: los que buscan marcas a las que no pueden acceder nuevas por los precios, los que van para encontrar prendas originales y los que simplemente quieren comprar algo barato. En Recicla se suma otro plus, además de lo que pasa en Retroka. Los clientes van en búsqueda de productos nuevos, que son todos hechos de forma sustentable: cepillos de dientes de bambú, shampoo sólido, cremas naturales y hasta esponjas vegetales. 

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Llegaron para quedarse

Cada gran tienda de venta de ropa usada en Uruguay tiene un perfil distinto. Quizá sea esa una de las razones que hace que sigan creciendo y que tengan público diferente que se acerca a vender y comprar ropa. Era Mío es la que mantiene un poco más la tradición de comprar ropa usada, simplemente porque la ecuación de precio entre la pieza nueva y usada conviene. Retroka tiene un espíritu joven, de ropa de tendencia, mayoritariamente con un público de mujeres de 18 a 40 años. Recicla tiene el plus de la venta de productos de cuidado personal, pero además apuesta a la moda sustentable con prendas diseñadas a partir de retazos de otras o también telas naturales, que tienen procesos de teñido de color que no daña el ambiente. 

Las tres mantienen una constante: las mismas personas que venden su ropa compran otras prendas. Las emprendedoras de Recicla y Retroka tomaron la idea de viajes a Estados Unidos, Europa y Nueva Zelanda, y las dos opinan que esta tendencia llegó para quedarse y para convivir con la fast fashion.

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“Por algo en el último tiempo han abierto tantas de estas tiendas. Cuando nosotras empezamos ni siquiera estaba Zara en el país”, dice Beyhaut de Era Mío. 

“Parece que crece mucho la cantidad de personas que están poniendo tiendas de second, al menos por las redes sociales nos llegan siempre notificaciones de nuevas, que quizá son simplemente chicas que venden en sus casas, pero cada vez son más”, relata la dueña de Retroka. 

 

No a las bolsas de un solo uso
Las second hand se adelantaron a la normativa estatal. Desde hace al menos dos años no utlilizan bolsas de náilon. En el caso de Recicla, usan las bolsas propias como un servicio: pagás $ 40 y te la llevás con tu compra, pero podés llevarla a cualquiera de sus tres locales y te devuelven el dinero.
 
¿Cómo fijan los precios?
Los mecanismos son variados, pero siempre toman como base el precio original de las prendas. También tienen estándares de valores para cada tipo de prenda, y según el estado, el año y la marca, bajan o mantienen ese precio base. Los precios de las piezas únicas o de marcas de diseñador, como carteras o tapados, sí son negociados con los dueños. 
 
No todo se puede vender
Las tiendas donan la ropa que no venden, si así lo quieren sus clientes. Pero lo importante es que cuidan mucho el producto: solo reciben prendas en perfecto estado, recién lavadas y que consideren que se pueden vender rápido. 
 
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