China: ¿un cambio de modelo?

En este marco, a mediados del pasado mes de agosto, el Presidente Xi Jinping actualizó el cambio de orientación que había anunciado cuatro años atrás con relación al modelo de crecimiento de los cuarenta años previos. Puede ser un hito en la historia de China.  

En el 2017, en el Congreso del Partido Comunista, Xi había anunciado un cambio en la “principal contradicción” de la regla que desde 1981 había impulsado el crecimiento económico, permitiendo a la vez el enriquecimiento de unas pocas personas y regiones, al punto que la cantidad de billonarios llegó a superar a la de Estados Unidos. En esa ocasión, Xi advirtió que desde entonces, la prioridad sería la reducción de las desigualdades sociales, en busca de una “prosperidad común para todos”.  

El anuncio pareció una respuesta a la insatisfacción colectiva por la distribución desigual de los ingresos y la falta de un acceso igualitario a los servicios sociales básicos. Ello ponía en cuestión a la credibilidad política del PC. 

Tres años, después, esa prédica acaba de ser actualizada en vísperas del próximo Congreso del PC, que tendrá lugar el año que viene. Allí Xi deberá dar cuenta de los progresos que en estos meses se puedan lograr con vistas al nuevo objetivo de redistribución.
Esta nueva orientación comenzó a tomar forma sobre fines del año pasado, con una campaña para controlar mejor a algunas empresas más importantes, en especial las tecnológicas. 

Así fue prohibida la oferta pública de acciones por U$S 37.000 millones del Ant Group del Sr. Jack y una oferta de acciones en Estados Unidos por U$S 4.400 millones de Didi Chuxing. En el pasado mes de abril, tres empresas públicas tomaron una participación del 1 % y un sitio en directorio de una empresa subsidiaria de ByteDance, el grupo que controla TikTok y otras aplicaciones de uso extendido. En la misma línea, en estos días, el gobierno anunció que habrá de limitar el tiempo que los niños pueden jugar online a tres horas por semana, asestando un duro revés a las empresas del sector, que es el más importante del mundo.  

Este avance regulador se está complementando con una segunda forma de intervención pública, más bien oficiosa. Es una suerte de “persuasión moral” sobre los sectores de mayores ingresos para que aumenten sus donaciones a favor de organizaciones sociales que trabajan en educación, salud, ciencias, áreas rurales, etc. 

Así, en los últimos tiempos han tomado estado público varios y muy notorios ejemplos de empresarios y empresas que hacen gala de sus aportes a estas organizaciones. 

No se conocen por ahora las medidas de política económica que habrán de complementar a las movidas anteriores. Por lo pronto las nuevas reglas sobre los mercados financieros han rebajado el valor de bolsa de las acciones de muchas de las empresas del sector, provocando pérdidas de importancia a sus propietarios.  

Hay varias reformas que podrían decidirse en el sistema tributario: el fin de la contemplación en el impuesto a las ganancias de las empresas tecnológicas, un impuesto sobre la venta de inmuebles, una suba de los tributos sobre los bienes de lujo, el impuesto sobre las herencias, etc. 

Otra posibilidad es que el gobierno comience a controlar el margen de precios de las empresas exportadoras, que en general cobran por sus ventas en el mercado interno entre un 25 % y un 50 % más caro que en el exterior. 

En otro plano, más bien cultural y de usos y costumbre, pero con el mismo objetivo igualitario, se discute alguna forma de censura sobre los “influencers” con incidencia sobre el   comportamiento público de ciertos sectores sociales, la imposición de ciertas restricciones sobre la publicidad o el endurecimiento de los controles sobre las fronteras, en especial de quienes viajan para comprar en el exterior y luego vender en el mercado interno.

Si Xi sigue adelante, podría imponer un viraje histórico en el largo camino recorrido por el modelo de capitalismo autoritario que rescató a millones de personas de la pobreza pero a la vez, propició el surgimiento de un sector empresarial con alta concentración de la riqueza.

Ahora se insinúa una nueva modalidad de crecimiento, en la que las empresas habrán de estar sujetas a una regulación y un sistema tributario atentos a eventuales excesos y en busca de objetivos de redistribución. Sería un proceso parecido al que ha ocurrido en la mayoría de las economías capitalistas avanzadas, en las que la acumulación fue seguida de una atención creciente al bienestar social. 

Pero en China este proceso tendrá lugar en el marco de un sistema político autoritario, que ahora, en pos de sus objetivos de redistribución, podría apelar a la discrecionalidad en mayor medida que antes. 

Mucho dependerá de la profundidad de los cambios que se vienen y su efecto sobre la confianza de inversión privada. 

En los ochenta, la perestroika de Gorbachov promovió un cambio en el sistema económico soviético, que terminó con la caída del muro de Berlín. Con las diferencias del caso, Xi está iniciando un proceso de reformas que podría cambiar el modelo vigente, con un resultado que habrá que seguir muy de cerca.