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Los científicos agricultores traen el negocio del futuro: ¿cuál es el mejor tomate para tu cerebro?

El investigador del MIT, Caleb Harper, habló en Montevideo sobre cómo la explosión de conocimiento en materia alimentaria repercutirá en la producción, la distribución y la venta

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19 de abril de 2019 a las 05:03

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En un país productor de carne como Uruguay y para un investigador como Caleb Harper la pregunta era cantada. Hace unos días, en Montevideo, el investigador principal y director de la iniciativa Open Agriculture, del MIT Media Lab (del Massachusetts Institute of Technology), realizó una presentación denominada Eating digital: The Fourth Agricultural Revolution (Comiendo digital: la cuarta revolución agrícola) en un evento organizado por IDB Lab (ex Fomin), el laboratorio de Innovación del Banco Interamericano de Desarrollo (BID).

Harper, quien integra además el directorio de la empresa New Harvest (dedicada a generar "carne sin vacas y huevos sin gallinas", para reinventar la manera de producir productos animales sin animales), habló sobre el futuro de los sistemas de producción de alimentos y los estudios que lleva adelante con su equipo de ingenieros, urbanistas, economistas y científicos.  

Desde uno de los asientos del cine Life Alfabeta un hombre levantó la mano e hizo la pregunta: "¿Estamos ante el ocaso de la producción animal?".

"No creo que la proteína basada en plantas sustituya a la proteína basada en animales (...) sino que nos vamos a concentrar en hacerla mucho mejor", opinó el estadounidense, que se crió en Texas con un padre productor ganadero, y que asegura tener un profundo respeto por esa actividad. A Harper la manera de formular la pregunta por parte del uruguayo le resultó un tanto apocalíptica: "es como cuando la gente pregunta si los robots se quedarán con todos los trabajos. Es como si fuera blanco o negro (...) Lo que pienso es que entre el blanco y el negro, hay cantidad de colores de producto".

 

"La gente tiene que abrir la mente a la revolución agrícola que se viene."

Puso como ejemplo que uno de los usos de la tecnología con la que trabaja es la creación de alimentos mejorados para el ganado, para que el producto "tenga mucho más valor agregado y sea mucho más especial". Y el científico aventuró que en materia de carne sólo entre el 10% y 20% sería reemplazado por la producción "digital" (por sus características de valor nutricional y su cercanía con los centros urbanos), pero el resto seguiría siendo de producción convencional. 

La presentación de Caleb dejó claro cómo actividades milenarias como la agricultura y la ganadería se están repensando con mentalidad del siglo XXI y a luz de los avances tecnológicos.

Ante un auditorio en el que se podían ver representantes empresariales de la Cámara Uruguaya de Tecnologías de la Información (CUTI), de organizaciones de apoyo emprendedor como Endeavor o inversores como Pablo Garfinkel, brindó una charla que no fue solo científica, sino  que versó mayormente sobre el impacto del desarrollo tecnológico en el consumo, producción, cadenas de distribución y, en definitiva, los negocios. 

Como el mundo es en la actualidad "tan increiblemente cuantificable", apuntó que se mueve hacia una agricultura más predecible, no solo en cantidad sino en calidad, y hacia una experiencia de retail más personalizada.

Según el investigador, todo va a girar entorno a la transparencia. Antes, explicó, el consumidor quería comida buena y barata, pero ahora se hace tres preguntas: ¿de dónde salió? ¿es bueno para mí? ¿qué le produjo al medio ambiente? 

Las computadoras y el mejor tomate

Para desarrollar sus investigaciones, Harper cuenta con una plataforma de hardware y software a la que se ha bautizado como "La computadora de alimentos". Es como una especie de caja dentro de la cual se somete a los cultivos a diferentes variables climáticas y datos específicos.  La plataforma es de código abierto, por lo que usuarios de todo el mundo pueden colaborar proporcionando información sobre cultivo de plantas en entornos controlados.

Ante el desarrollo de la computadora de alimentos, fueron varias las personas que alentaron a Harper a vender su prototipo para uso hogareño, pero él se negó. La razón: no la considera adecuada para alimentar una familia sino que entiende que su valor radica en ser una fuente de datos. "Siempre me preguntan cuántos (en una familia) se pueden alimentar a partir de ella y yo les pregunto cuántos conejos tienen (en ese hogar), porque no es algo para alimentar", bromeó.

El equipo de Harper trabaja en descifrar toda la información química y nutricional de cada tipo de planta, para que en un futuro pueda ser, por ejemplo, combinada con la información del genoma humano. Esto es, si se conoce la predisposición genética de una persona a la diabetes, se podría "prescribir o diseñar" determinados alimentos de manera que prevengan esa enfermedad.

"Lo que hago es tomar las plantas y volverlas digitales. Trato de entender cuestiones como por ejemplo qué tiene que ver la humedad con el sabor", señaló Harper acerca de parte de su trabajo al que algunos denominan el "hackeo" de plantas.

Habló de las decenas de tipos de tomates que existen y cómo en EEUU solo se cultivan cinco variedades. Según Harper, esto es algo entendible ya que tradicionalmente se optó por la decisión "inteligente" de seleccionar aquellas que fueran fáciles de cultivar y transportar. Pero el desarrollo actual permite plantearse interrogantes como "cuál de todos los tomates disponibles es mejor para tu cerebro o cual tiene el mejor sabor". Y permitiría ir más allá: que el precio del tomate en un supermercado varíe según "lo que tiene dentro" cada unidad.

Otra de las experimentaciones consiste en colocar el mismo tipo de planta en diferentes microclimas, lo que permite saber dónde plantar y por qué.

"El clima no sabe de política ni de límites geográficos, y (hoy en día) se persigue el clima para hacer agricultura", subrayó al plantear un cambio en ese concepto para pasar a preguntarse cómo usar y optimizar el microclima de cada lugar.

"Qué es lo mejor para ese microclima, qué se puede cultivar (tal vez sea algo que nunca se cultivó allí), donde está la gente que quiere comprar ese producto. Todo eso con un algoritmo, y después debe venir la pregunta de cuánto dinero haremos, porque al final el agricultor es un hombre de negocios. Y si se le saca (una variable de) riesgo del lugar dónde plantar, lo va a adoptar", comentó.

Estas investigaciones son financiadas por compañías como Ferrero, fabricante de Nutella, quien le pidió a Harper que cultivara en sus "cubos" árboles de avellanas con 30 microclimas diferentes. La empresa quiere saber en qué clima se producen las avellanas con mejor sabor pero, además, con la menor utilización de fertilizante, pesticidas y agua.

El patrocinio para las investigaciones provienen de empresas como Microsoft y Google, pero también de compañías como Lego o Gucci. "La razón por la que trabajan con Media Lab es que tratan de pensar en dentro de 20 o 30 años. Se supone que las incubadoras o los venture capital trabajen en cinco años hacia adelante; las compañías con las que trabajamos, en cambio, lo hacen a un plazo un poco más largo", explicó.

¿Y la próxima generación de agricultores?

Para Harper el mayor problema y su mayor inquietud es quienes van a ser la próxima generación de agricultores digitales, cuando la edad promedio de un agricultor es de 57 años en EEUU. "A las nuevas generaciones le han dicho lo que me dijeron a mí: no te dediques a producir comida, dedicate a la tecnología. Sal del campo, ve hacia donde están las computadoras", apuntó.

El director de OpenAg tiene claro que gran parte de su esfuerzo y foco tiene que estar en cómo captar el interés de las nuevas generaciones, cómo entrenarlas y brindarles las herramientas para ser innovadoras.

"Si los últimos 30 años fueron de lo digital, los próximos 30 años serán de lo bio-digital", sentenció.

Twitter @anacastillol
Encuentro en la Facultad de Ingeniería de Udelar

Durante su estadía en Montevideo, Harper mantuvo diversos encuentros con actores interesados en una colaboración con su iniciativa Open Ag.

 

 

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