Ciudad Vieja: las joyas de la abuela y el punto de encuentro

La Ciudad Vieja tiene nuevo plan y se llama Late, según anunció esta semana la intendenta de Montevideo, Carolina Cosse

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04 de septiembre de 2021 a las 05:04

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Si sos de los que camina por esta zona hermosa -y al mismo tiempo lastimada- mirando para arriba para respirar su arquitectura, sus fachadas que aún descascaradas denotan un esqueleto hermoso, sus árboles en plazas urbanas que sin embargo transmiten paz, te alegrará saber que si estos proyectos se hacen realidad, también podrás caminar mirando para abajo y para el costado.

“Entendemos que para cuidar algo nunca la solución es dejarlo como está. El cuidado del futuro requiere la acción activa del presente. La Ciudad Vieja merece estar a la altura de su historia”, dijo  la intendenta de Montevideo, Carolina Cosse. En una sociedad cuyos integrantes siguen generando y ahondando quiebres que los separan solo porque piensan y opinan diferente, a veces es necesario encontrar puntos de acuerdo que sobrepasen a los partidos políticos y las diferencias ideológicas. Esta semana elijo creer que todos podemos estar de acuerdo en que la Ciudad Vieja es nuestro repositorio de joyitas de la abuela y que, por el bien de todos -económico y hasta lúdico-, debe brillar mucho más. 

El plan municipal apunta a lograr varias mejoras: extensión de peatonales, más semipeatonales (las calles en las que puede transitar un vehículo en un carril central angosto), más y mejores espacios público, arreglo de fachadas de edificios patrimoniales a cargo de la IMM, mejora de otras a través de préstamos blandos para sus propietarios e incentivos para construir viviendas, además de la definición de un anillo perimetral para el transporte.

¿Qué camino debemos transitar, gobernantes y ciudadanos, para lograr progresos que nos beneficien como sociedad? El enfrentamiento y la crítica rabiosa sin fundamentos no parecen ser las mejores vías. Tampoco lo son las decisiones unipersonales o unipartidarias. 

La Ciudad Vieja es la herencia directa de nuestra historia primigenia, el damero que construyeron los españoles desde 1724, primero con un trazado de seis manzanas que rodeaban un privilegiado puerto natural y luego con 32. Así nació Montevideo y así se generó la tradición de los uruguayos de mirar al mar, o al río.

Buena parte de la historia de los casi tres siglos que siguieron, pasaron por las calles adoquinadas de la ciudad amurallada, que luego se convirtió en la zona chic de viviendas, más tarde en el centro financiero de la capital y que, en las últimas décadas, ha vivido períodos desordenados de luz y oscuridad, al ritmo de algunos planes de ordenamiento y restauración, pero sobre todo, al ritmo de lo que la propia gente, uruguayos y turistas, han definido para la zona histórica más reconocible de Montevideo. Con el tiempo, con las crisis y con la tendencia al olvido que nos caracteriza a los humanos, la Ciudad Vieja se convirtió en una zona de edificios hermosos pero descuidados y en un nudo de calles desbordadas de vehículos. Pero la historia siempre puede más, y entre basura, desorden, fachadas descascaradas y edificios abandonados, siempre sobrevivieron las joyas de la abuela; una torre que se levanta sobre el cielo azul y desafía los carteles discordantes, un reja intrincada sobre aquel balcón que redondea el sueño de lo que podría ser si se lo arreglara, unas ventanas hexagonales, las líneas limpias de construcciones de principios de siglo XX y hasta una Santa Rita que se cuela entre las grietas de una casa antiquísima.

En las últimas décadas, la Ciudad Vieja mejoró en casi todos los aspectos pero siempre queda sabor a “falta”. Y falta. Las ausencias de lo que se podría hacer para que brillara se notan a cada paso y, sobre todo, luego de estos casi dos años de pandemia que interrumpieron un proceso de mejora evidente. Muchos de los restaurantes y comercios que fueron los alicientes de su regeneración, cerraron. Otros se mantienen a duras penas. 

El nuevo plan, que consta de varias etapas, arrancará con la extensión de peatonales y la definición de semipeatonales y con la ampliación de veredas en la calle Rincón, para sumar más espacio para los peatones. Algo parecido se hará en la muy castigada calle Colón y en Reconquista, donde el espacio público recuperará verde. A lo anterior se le suma el impulso para la refacción de viviendas “usables”, en un acuerdo que la IMM hizo con Fucvam. La Ciudad Vieja es la zona de Montevideo con más cooperativas; se estima que un 18% de la población vive en estos complejos construidos sobre terrenos municipales. Cuando Montevideo era solo la Ciudad Vieja vivían allí 267 habitantes en torno al Cabildo. Ahora viven unas 12.000 personas, según el Censo de 2012, una baja enorme de los 25.000 que habitaban en los años 80. Retener y atraer población a este barrio también es factor clave para que florezca.

Lo anterior se complementa con un proyecto de ley de “bonos enajenables” que deberá ser aprobado por la Junta Departamental, por el cual se le compensa a los propietarios de edificios con protección patrimonial para que puedan refaccionarlos, así como un programa de préstamos blandos para refacción de viviendas no patrimoniales

¿Cómo se hacen brillar las joyas de los últimos tres siglos? Sin duda que con planificación e inversión, pero también con acuerdos y mucha buena voluntad para sentarse a hablar de lo que puede incomodar a veces a un vecino, a veces a un comerciante y otras a un inversor o trabajador. Para recuperar la Ciudad Vieja se necesita una férrea voluntad municipal, sí, pero sobre todo un compromiso de los ciudadanos que siempre somos los protagonistas del cambio.

Los cambios suelen ser traumáticos y por eso, incómodos. Liberar de tránsito algunas calles y ampliar el espacio para peatones y usos públicos, hará tal vez que haya menos lugar para estacionar dentro de la Ciudad Vieja. Eso que vemos como natural en otros cascos históricos cuando viajamos, aquí ha derivado en malestares en otros momentos de cambio. La Intendencia está pensando en soluciones de estacionamientos perimetrales que todavía no anunció pero, de nuevo, si no hay disposición a negociar y a intercambiar con miras a mejorar, los procesos se afectan y las mejoras se demoran, o incluso retroceden. 

Es lógico y deseable que los vecinos y grupos de interés exijan conocer de primera mano los cambios planificados. Daniel Sapelli, presidente de la Cámara de Comercio dijo en estos días que el proyecto le parece “interesante en primera instancia”, pero advirtió que “hay que tener mucho cuidado”. Planteó un punto de vista atendible, con el que sin embargo disiento: “El tema de parking es un tema en sí mismo. Para poder ir a una oficina, que haya que bajarse a cuatro cuadras para ir caminando, eso afecta al comercio. La calle Sarandí es una calle peatonal, es muy linda, pero cada vez hay menos comercios”. Muchos cuando hacemos turismo en otros países y muchos, cuando eligen hacer turismo en Uruguay, valoramos el paseo tranquilo y buscamos expresamente cierta paz urbana para elegir dónde comer y dónde comprar. El consumo ha cambiado radicalmente, también por la pandemia que nos impulsa a buscar lugares abiertos para intentar cierta normalidad.

“Las ciudades surgen de los cambios, si no se mueren. Puedo ir al extremo de dejar que el mercado inmobiliario se encargue de todo, y arreglate como puedas, o al otro extremo de no toco nada y dejo todo como está y la ciudad se estanca. Tenemos que encontrar un punto de encuentro”, dijo la intendenta. Cosse también deberá tejer alianzas, incluso con aliados improbables, para lograr sus objetivos. Estas son las promesas y los desafíos para la Ciudad Vieja. Habrá disconformes y habrá fanáticos, habrá avances y tal vez retrocesos y, al final, ojalá que el casco histórico se convierta de nuevo en nuestra puerta de entrada más atractiva y cuidada.

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