Nicolás Tabárez

Nicolás Tabárez

Periodista de cultura y espectáculos

Estilo de vida > ENCUENTROS LITERARIOS

Clubes de lectura, qué son y por qué cada vez vamos más

Florecen en Uruguay y se establecen como un espacio para escapar a la agitada vida moderna y obligarse a reencontrarse con los libros
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19 de agosto de 2019 a las 05:00

Vivimos apurados, sin tiempo para nada. Estar ocupado es la norma, estar “al palo” es el modo de vida automático. Estar acelerados es, en parte, un perverso símbolo de estatus, una ilusión provocada por el ritmo de vida que fomenta los períodos de atención cada vez más cortos, y una imposición para no quedar atrás en un mundo cada vez más rápido y veloz.

El bien más preciado, ese que no se puede comprar con nada y que se va perdiendo de a poco, el tiempo, es cada vez más oro. Y, si no hay tiempo para uno, es difícil que se encuentre espacio para leer. Sobre todo en esta época en la que las editoriales no solo compiten con otras editoriales, sino que también tienen que jugar contra Netflix, contra el cine, contra Facebook y contra la televisión.

Y los clubes de lectura, las reuniones de comentarios de libros designados, vienen a rescatar esa actividad. A generar comunidades de personas que quizá no tengan nada más en común que el gusto por la literatura, pero que cada cierto período de tiempo se reúnen para compartir opiniones, experiencias y puntos de vista. Y para obligar a sus integrantes a terminar de leer determinado libro para una fecha estipulada, a hacerse el tiempo para pasar páginas en lugar de pulsar el botón de “siguiente episodio” o empezar a escrolear entre las fotos de los parientes de vacaciones, los hijos de los amigos, o la expareja que se está tomando una cerveza artesanal y parece estar muy feliz sin nosotros.

En los últimos años, Montevideo (y ahora también, el resto de Uruguay) ha visto un incremento radical en la cantidad de clubes de lectura. Son más habituales, tienen un público amplio, perfiles diferentes y ya no son una rareza, sino que el formato se conoce más y la gente intenta replicarlo con amigos o familiares. Así lo percibe Joanna Peluffo, una de las fundadoras y responsables de Club de Lectura UY, uno de los pioneros en la dinámica en estos últimos años.

Los integrantes del Club de Lectura UY en la reunión de enero 2019

El club, que se reúne el último viernes de cada mes en la sede del INJU, lleva cinco años de funcionamiento, es uno de los pilares de la instauración de la Red Nacional de Clubes de Lectura, que funciona desde este año y busca formalizar el registro de los grupos, y ha sido el instigador de la creación de otros clubes en el interior gracias a sus recorridas. “Se podría trabajar de esto full time, hay ahora una mayor descentralización y más conciencia de la lectura”, dijo Peluffo a El Observador.

La permanencia en el tiempo y la colaboración con artistas, instituciones y grupos, como los organizadores de convenciones de fanáticos de franquicias como Harry Potter, son algunas de las claves que Peluffo señala para el éxito del club, que ha generado grupos en Parque del Plata (Lectuparque), Maldonado (Lectores Maldonautas), Colonia y Paysandú, el más reciente.

Pero en Montevideo también hay novedades. Uno de los clubes nacidos este año es el Club de Libros Couture, nacido de la plataforma Mirada Couture, y que cada mes se reúne en la librería Escaramuza. Natalia Jinchuk, comunicadora y una de sus responsables junto a la periodista Pía Supervielle, explica que nace de “una práctica de dos amigas que se conocen desde niñas y que comparten el gusto por la lectura". "Desde siempre nos hacemos recomendaciones, sobre todo Pía a mí, que me sirven para leer el libro justo cuando no tengo tiempo. La idea fue la de llevar esa práctica íntima a algo más general, usando a Couture como plataforma de lanzamiento”, contó.

La selección de los libros (que hasta ahora incluyó Prontos, listos, ya, de la uruguaya Inés Bortagaray; La hija oscura, de la italiana Elena Ferrante; Conversaciones entre amigos, de la irlandesa Sally Rooney, y El fin del amor, de la argentina Tamara Tenenbaum; para agosto el elegido es Kentukis, de Samanta Schweblin) también está vinculada a la visión del portal, y a un público predominantemente femenino que tiene un ojo siempre puesto en las novedades. De ahí que la selección rehúya a los clásicos y se enfoque sobre todo en autoras mujeres, porque las responsables del club notan una mayor cantidad de escritoras, cuyos libros además plantean temas y debates sobre la agenda actual, con el caso de Tenenbaum como el más claro en ese sentido.

María del Carmen Guecaimburu es integrante del grupo Fabulari, responsable del club Vino de Libros, que lleva ese nombre porque cada encuentro –mensual, en una casa– está acompañado por esa bebida. El club funciona desde el año pasado, sus reuniones llevan entre 20 y 40 personas en cada encuentro, y buscan, manteniendo una calidad constante en el nivel de los autores, ir tanto a los clásicos, en la línea de Juan Carlos Onetti y Felisberto Hernández, como a los nombres más recientes, como el de Schweblin o la también argentina Mariana Enríquez. Aunque, señala, no todos los participantes leen antes del encuentro, sino que algunos lo utilizan como una instancia de aprendizaje y comprensión sobre el escritor y su mundo, para luego lanzarse a la lectura.

En el caso de Club de Lectura UY, también hay una intención de alejarse de los clásicos, aunque el proceso de selección de las lecturas es diferente. Los más de 3.000 integrantes del grupo de Facebook del club, que funciona como canal principal de comunicación para sus responsables (además de Peluffo, Agustina Aguilera y Stephanie Campi), votan a lo largo de tres momentos qué libro será comentado, a partir de una propuesta temática que establecen las responsables.

Tamara Tenenbaum en el club de libros Couture

Peluffo explica que esa metodología sirve para “leer sin prejuicios”, y enfrentarse a textos que puedan no ser del gusto de todos los participantes. “Lo que te permite es fundamentar cuando algo no te gusta, pero también te hace abrirte a otras cosas, porque el del club es un grupo variopinto, hay gente que viene hasta de las ciencias”, cuenta.  

Guecaimburu considera que “la gente necesita estos espacios para hablar de la condición humana y la identificación con la vida real de lo que cuenta la ficción. Hay una necesidad de expresarse, hasta hace algunos años era impensado que existieran estos grupos”, dice, y señala que los encuentros son sin celulares, sin computadoras, y sin estrés.

Cara a cara

Tanto en el club Couture como en Club de Lectura UY y en Vino de Libros, los autores de los libros comentados visitan siempre que es posible la sesión. Jinchuk lo señala como una posibilidad de generar un vínculo con los escritores por fuera de las instancias tradicionales, como las presentaciones de libros o las ferias. “Es un diferencial, que te permite analizar su obra en conjunto”, considera. Por su parte, Peluffo apunta que las características de Uruguay, un país de pequeña escala, facilitan el acceso a los autores, “que en los clubes tienen también una herramienta de promoción”.

El público diverso también es reconocido por Jinchuk como un rasgo del club de Couture. La diversidad y la búsqueda de compartir un espacio. “Creo que el crecimiento de los clubes de lectura viene como una reacción a un mundo donde no nos encontramos tanto, donde cosas como el teléfono o ver una serie nos sacan tiempo. El club te lleva a hacerte el tiempo y después cruzar puntos de vista sobre algunos temas, reflejar experiencias y cómo uno vive algunas cuestiones, como la infancia, la maternidad o la maduración”.

Además de una forma de obligarse a dedicar tiempo a la lectura, los clubes también nacen de una búsqueda de comunidad, de compartir, de que la experiencia individual de la lectura, el diálogo personal con el autor, pueda ser contrastado con el de otros. Eso, según Peluffo, es otro de los elementos que han generado el incremento en la presencia de los clubes. “Hay otros fenómenos, como el de los booktubers o incluso los podcasts, que vienen de esa necesidad, de buscarse en el otro, generar comunidad”. Guecaimburu agrega a esa lista el renovado interés por la filosofía.

Creo que el crecimiento de los clubes de lectura viene como una reacción a un mundo donde no nos encontramos tanto, donde cosas como el teléfono o ver una serie nos sacan tiempo

Un club de lectura puede ser también un espacio para recibir recomendaciones, en la línea de lo que Jinchuk relataba sobre llevar un encuentro con una amiga para sugerir libros a un colectivo mayor. “Es una forma de tener a alguien en quien confiar y que te ordene, por más que no sea lo que más te gusta. La recomendación es fundamental”, así como también la presión de devorar un libro por mes. “Es lindo saber que estás introduciendo o reintroduciendo el hábito de la lectura”, concluye.

Directorio de clubes
  • Club de Lectura UY: reuniones una vez al mes en la sede del INJU, el libro se vota por Facebook
  • Club de Libros Couture: reuniones mensuales hasta noviembre, el ultimo sábado del mes en la librería Escaramuza. Precio: $ 900 por encuentro.
  • Doce Meses Con: Una reunión cada dos meses. En 2019 se repasa la obra de Ursula K. Le Guin. Reuniones en la librería Escaramuza.
  • Extremos Lectores: Reuniones en el Centro Cultural de España cada 15 días. 
  • Grupo de Lectura: Encuentros en la librería Las Karamazov, todos los lunes, con un costo de $1300 mensual (incluye un té o café en cada reunión), hay cupos disponibles. A cargo del escritor Ramiro Sanchíz.
  • Club de Lectura Montevideo: Los encuentros se organizan a través de la plataforma Meetup y se realizan de forma mensual en el bar Warstein, $100 por encuentro.
  • Vino de Libros: Se reúne una vez al mes, los días jueves, se paga a voluntad por el vino y la comida. 
  • Lectores Maldonautas: Club de Lectura de Maldonado. Se reúnen los últimos martes de cada mes en la Biblioteca Departamental de Maldonado.

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