El presidente Díaz Canel hizo un balance descarnado de los problemas de la economía cubana.

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Cuba en la encrucijada: retroceso productivo, desigualdad y mercado negro

Los líderes cubanos enfrentan una realidad socioeconómica crítica en el marco de la continuidad del bloqueo estadounidense
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17 de enero de 2024 a las 05:03

A casi sesenta y cinco años después del inicio de la Revolución Cubana, las dificultades que enfrenta fueron el centro de atención en una sesión plenaria del Comité Central del Partido Comunista de Cuba y en la Asamblea Nacional del Poder Popular, ambas en el mes de diciembre de 2023.

Las opiniones de los líderes cubanos sobre los problemas que ahora envuelven al país arrojan luz sobre las realidades de una nación sitiada y una revolución en problemas.

Al dirigirse al pleno del Comité Central, el presidente cubano, Miguel Díaz-Canel, señaló que: “Hemos discutido esfuerzos que no han dado soluciones, medidas que no prosperaron y metas que no se cumplieron…. El escenario es el de una economía de guerra... [Estamos] todos aquí para revertir la situación actual... con consenso en cuanto a las decisiones y con trabajo colectivo, con pasión y energía”.

Díaz-Canel llamó a “resistencia creativa” y “confianza en la victoria”, al tiempo que insistió en que la insatisfacción “es un motor que mueve las energías revolucionarias”. Provoca una vergüenza que acaba activando la plena participación de la gente, sin la cual el socialismo es imposible”.

“Nos rendiríamos de antemano si viéramos esta guerra como una calamidad insuperable. Debemos verlo… como la oportunidad de crecer y superarnos a nosotros mismos, mientras el adversario es abiertamente malvado ante el mundo…. En vísperas del 65 aniversario de la Revolución Cubana… estamos llamados a actuar juntos por un objetivo común: salvar la patria, la Revolución, el socialismo y vencer”.

Resultados deprimentes

Ante la Asamblea Nacional intervinieron Alejandro Gil Fernández, ministro de Economía y Planificación, el primer ministro Manuel Marrero Cruz y el mismo Díaz-Canel.

Gil Fernández considera el bloqueo económico, comercial y financiero de Estados Unidos a Cuba como el principal obstáculo que enfrenta Cuba para restaurar su economía.

Indicó que las cifras para 2023 mostrarán que el PIB de Cuba cayó casi dos por ciento. Las exportaciones estuvieron US$ 770 millones por debajo de las predicciones. La producción de alimentos fue inferior a la de 2022. Los ingresos por turismo aumentaron en US$ 400 millones en 2023, pero representaron solo el 69% del rendimiento en 2019. La producción general disminuyó, debido principalmente a las empresas estatales frenadas por la escasez de suministros y combustibles. La escasez de divisas y la pérdida de trabajadores debido a la migración obstaculizaron los sectores de salud y educación.

No obstante, hubo algunos puntos positivos que reportar. La generación eléctrica aumentó un 32% en 2023, según Gil Fernández. La tasa de inflación del 30% para 2023 fue inferior a la tasa del 77,3% en 2021. Las entidades comerciales estatales mostraron una “recuperación gradual”. Emplean a 1,3 millones de trabajadores y representan el 92% de los bienes y servicios producidos en Cuba y el 75% de los productos exportados.

Atribuyó la inflación de precios a los aumentos de los precios internacionales, la liberación de dinero por parte del gobierno para financiar su déficit presupuestario, la menor producción de bienes y un sector agrícola agobiado por la escasez de mano de obra, los altos costos y los bajos rendimientos.

“Lo que no se produce no se puede importar”, lamentó Gil Fernández. Su mensaje es que importar bienes es casi imposible debido al “efecto de los altos precios en el mercado internacional”. Pero, paradójicamente, “la falta de recursos productivos” obliga a Cuba a importar más del 70% de los alimentos que se consumen.

Para aumentar la producción de alimentos propuso varias medidas, como la creación de un mecanismo financiero para impulsar la producción basado en que los agricultores utilicen la moneda cubana derivada de las ventas agrícolas para comprar los insumos que necesitan.

En el mismo sentido, propuso construir una fuerza laboral agrícola mediante el pluriempleo, el empleo de estudiantes y haciendo que los jóvenes realicen trabajos agrícolas como parte de su servicio militar.

Por su parte, el primer ministro Manuel Marrero Cruz criticó la falta de control del gobierno sobre la producción y distribución, que según él “afecta negativamente la producción de entidades estatales y permite que los cambios de divisas en el mercado ilegal determinen el precio de los productos del sector no estatal”.

Subsidios a los privados

El funcionario informó también que las desigualdades sociales están creciendo y que la tendencia persiste mientras los subsidios estatales continúan alimentando a sectores menos desfavorecidos de la economía. Igualmente preocupante es que “el antiguo monopolio estatal en la producción ahora se está consolidando en el sector privado”.

Se refería a la reciente aparición de unas 9.000 pequeñas y medianas empresas, en su mayoría privadas, y a agricultores y cooperativas independientes que se apropiaron de tierras del Estado en virtud de acuerdos de uso a largo plazo. Ahora controlan el 80% de las tierras agrícolas de Cuba.

Marrero Cruz pidió “estimular las pequeñas y medianas empresas operadas por el gobierno”.

Tanto las empresas privadas como el sector agrícola venden productos a precios muy inflados, y esos precios los fijan los operadores del mercado negro. El primer ministro condenó los subsidios estatales que reciben estas entidades en forma de bajos precios asignados al combustible, el agua, el transporte y la electricidad que compran al Estado. De manera similar, el gobierno paga altos precios a los agricultores por los alimentos que, bajo el sistema de racionamiento, se venden a bajo costo a la población.

De ahora en adelante, según Marrero Cruz, el gobierno estará subsidiando a personas, no a productos. Según un informe, “el Ministerio de Trabajo y Seguridad Social se encargará de realizar una encuesta de los sectores sociales 'vulnerables'”.

El gobierno, indicó, aumentará los impuestos a las ventas de productos finales como agua, gas, electricidad y transporte y reducirá en un 50% los aranceles de importación sobre los “productos intermedios” utilizados en la producción y fabricación de alimentos. Se cosecharán más dólares de los turistas. Las asambleas municipales presentarán presupuestos y en caso de déficit generarán más ingresos y reducirán gastos administrativos.

Para el primer ministro, “es necesario priorizar la producción de alimentos y por parte de todos los sectores. Muchos países nos dicen: ‘Nosotros aportaremos el dinero, ustedes proporcionarán la tierra y luego devolverán el dinero con la producción’”.

Señaló que, a pesar de la falta de disponibilidad de fertilizantes y pesticidas importados, “hay muchos casos de países que producen alimentos; un país agrícola debe producir sus alimentos”.

Marrero Cruz ve “precios especulativos… e intermediarios que ganan mucho más que los productores” y entidades no estatales que ahora controlan las importaciones en lugar del gobierno, lo que resulta en “precios abusivos y especulativos”. Pidió pagar las importaciones con ingresos de las exportaciones: “Preferimos importar suministros y productos esenciales para la economía y pagarlos ofreciendo a otros países ciertos productos y/o servicios”.

En respuesta a la inflación, el gobierno, en colaboración con el Banco Central de Cuba, cambiará el tipo de cambio oficial del peso. Según Marrero Cruz, el gobierno restringirá los precios de bienes y servicios con un sistema de “precios máximos”.

Economía de guerra

El presidente Díaz-Canel, al dirigirse a la Asamblea Nacional, se centró en lo que llamó la “economía de guerra” de Cuba. Refiriéndose al bloqueo estadounidense, describió un escenario político de “máxima asfixia, diseñado y aplicado contra un pequeño país por el imperio más poderoso de la historia”.

También atribuyó los problemas económicos a “la crisis de las relaciones económicas internacionales y a nuestros propios errores”.

La guerra económica toma la forma de un bloqueo económico dirigido a “la reducción de la oferta de bienes utilizados por la población, los precios inflados y el bajo poder adquisitivo de la mayoría de los cubanos”, dijo el presidente.

“Junto con constantes actos de subversión y desinformación contra Cuba, el objetivo es quebrar el país, provocar descomposición social y favorecer la ingobernabilidad”.

Díaz-Canel habló de los errores del gobierno como “parte de la complejidad de tomar decisiones en un contexto de extrema tensión… [y de] compromiso con la preservación de las conquistas sociales”. Mencionó errores, particularmente en el “diseño e implementación de la unificación monetaria” y en la “aprobación de nuevos actores económicos sin que se hayan establecido normas de desempeño”.

La eficacia de las nuevas medidas “dependerá de generar más riqueza, más incentivos laborales y más distribución de recursos”. El presidente prometió que no habría “un paquete neoliberal… ni una cruzada contra las pequeñas empresas, ni una eliminación de la asignación de alimentos básicos”.

Destacó “la producción de alimentos, las localidades atendiendo más a sus necesidades, la reactivación del turismo, el rescate de la industria azucarera, el control estatal de la moneda y del mercado cambiario, el rediseño del sistema financiero, las garantías para el autofinanciamiento y gestionar la moneda para servir a aquellos cuya producción genera ingresos”.

Díaz-Canel tomó nota del gran respeto de los cubanos hacia los trabajadores de la salud y los docentes, prometiendo que “serán los primeros en beneficiarse de un salario adicional, como anunció el primer ministro en su intervención”.

Al comparecer ante la Comisión de Economía de la Asamblea Nacional, Díaz-Canel enfatizó “aprovechar las facilidades de los municipios y articular estrategias de desarrollo local”. Recordando que la “base del gobierno es la asamblea municipal del poder popular”, insistió en “mapear actores en los municipios e integrarlos con empresas estatales y privadas”.

Respuestas posibles

La información y opiniones proporcionadas por los líderes cubanos aclararon algunas realidades difíciles, entre ellas: los efectos adversos de la disminución del turismo, la inflación y la emigración; desigualdades sociales basadas en diferentes accesos a los recursos; la producción obstaculizada por la escasez de recursos; producción inadecuada de alimentos; falta de poder adquisitivo para la mayoría de los cubanos y para importar bienes necesarios; y la casi imposibilidad de asegurar la inversión extranjera.

Las respuestas posibles incluyen una mayor descentralización de la administración política y económica; recortes en el gasto de los fondos del gobierno central; subsidios reducidos para la compra de agua, combustible, transporte y electricidad por parte de entidades comerciales; ajuste de los aranceles de importación para favorecer la disponibilidad de recursos para la producción; captar más dólares de los turistas; proteger las entidades productivas estatales; fijación de precios; y producir más alimentos.

(Con información de agencias y medios especializados)

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