Desafiante producción de soja en el corazón del Uruguay granjero
Lejos del área núcleo de la agricultura, en Canelones, El Observador visitó un campo con intenso movimiento de cosechadoras, tractores, tolvas y camiones
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03 de mayo de 2021 a las 05:00
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En Canelones, una zona del país básicamente granjera, ver en estos días dentro de un campo cosechadoras, tractores, tolvas y camiones involucrados en la cosecha de soja es una postal clásica de otros lares en Uruguay, pero sucede.
En una chacra muy cerca de Santa Rosa, con acceso sobre la ruta 11, Juan Henderson explicó que está al frente de una empresa agrícola que trabaja sobre 500 hectáreas, donde hay rotación de producciones agrícolas de invierno y verano. En la zafra de invierno se produce un cultivo y puentes verdes y en verano sojas de primera y de segunda en alternancia con maíz o sorgo.
“Tenemos maquinaria propia para atender esa superficie, tanto de siembra como de fumigación y cosecha, y damos servicios de maquinaria para terceros”, explicó.
El área no es única. Esas 500 hectáreas se distribuyen en distintos campos, todos próximos a las localidades canarias Santa Rosa, San Antonio y San Bautista.
El emprendimiento tiene su origen hace algo más de 10 años. “Había gente que conocíamos que tenía acá un campo improductivo y nos lo ofrecieron para hacer agricultura, ese campo que es de los más grandes de la zona fue el que nos hizo establecernos y le fuimos sumando pequeñas áreas, todas próximas”, recordó.
Soja en chacras chicas
“Esta zona es diferente a otras agrícolas del Uruguay, es más desafiante hacer agricultura acá, hay que trabajar en chacras chicas, algunas de cinco hectáreas, ninguna del tamaño que suelen tener las explotaciones con este cultivo en otras partes”, comentó.
Lo relacionado con la aplicación es un manejo “mucho más complicado”, en eso “hay que tener un cuidado extremo”, y con relación a los suelos son francolimosos, casi todos 10.8a en el índice Coneat, “suelos versátiles que se defienden bien tanto en invierno como en verano”.
Producir soja en Canelones es algo que a muchos productores y/o profesionales le llama la atención. “Tiene sus particularidades, por ejemplo no está permitido fumigar con avión, hay cosas a las que adaptarse, pero en general es un sistema de producción similar a otros, solo que te exige una logística estricta que solo se puede lograr si estás anclado”, opinó.
Con relación la zafra 2020/21 de soja, “fue un año muy particular, si bien acá no hubo una sequía tan intensa como en otras partes sí hubo una interrupción importante de lluvias en diciembre y en enero, y también el agua fue muy poca desde mediados de febrero a mediados de marzo, cuando el llenado del grano”.
En 2019/20 la cosecha fue mala, en un ciclo caracterizado por un factor clima aún más adverso, con rendimientos de 1.500 kilos por hectárea de promedio; este año “si bien aún es difícil de estimar por el factor peso de mil granos que es una variable importante y en años como este tiene un sesgo hacia abajo, va a estar entre 2.000 a 2.200 kilos por hectárea”.
Más allá de resultados puntuales, “acá las productividades son similares a las que hay en promedio en el país, en torno a 2.500 kilos por hectárea en sojas de primera y de 1.800 kilos para las de segunda”.
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Sobre si lo que se presume se obtendrá este año superará el punto de equilibrio para la cobertura de los costos, considerando que la empresa arrienda los campos –factor de alta incidencia en las cuentas–, “depende mucho de cómo se ha vendido, hemos podido aprovechar algo de los buenos precios que fueron llegando y si el rendimiento promedio está entre 2.000 y 2.500 kilos, y se pueden comercializar saldos de producción en los actuales niveles de precios (sobre US$ 500 por tonelada), va a ser un año en el que se podrá lograr un margen positivo, a diferencia de las pérdidas gigantescas que hubo el año pasado”.
Una realidad a considerar, es que el agricultor no analiza una campaña aislada de otras. La pasada campaña de cultivos de invierno fue positiva, esta de soja puede serlo y eso cerrará un año completo con buenos registros, lo que ayudará a acomodar cuentas “que venían complicadas”.
Casi toda la soja se deriva a la exportación y a veces se hacen negocios en el mercado interno, con Cousa. En la producción de invierno es más variable, hay más negociación considerando la competitividad de la industria molinera local y la de las ventas externas.
Sobre la proximidad del puerto de Montevideo con esos campos de Canelones ubicados a ambos costados de la ruta 11, es una ventaja, por la menor presión del costo del flete para mover la producción, pero al mismo tiempo las rentas suelen ser más elevadas.
De cara a las próximas siembras de invierno y de verano, se visualizan áreas similares. “Estamos en una zona no tradicional para agricultura en la que las posibilidades de sumar área no son muchas, es una zona más granjera y con otro tipo de cultivos que con cultivos extensivos”, precisó.
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"Es lo que nos gusta"
A propósito de la mencionada alternancia de buenas y malas experiencias en rentabilidades, sin que esté seguro un margen razonable, Henderson explicó que “estamos en esto porque es lo que nos gusta, ser agricultores nos apasiona y eso en años desafiantes no nos deja renunciar”.
Para ser eficientes, sobre todo en esta zona, “la estrategia es buscar una producción más integrada, donde los diferentes eslabones contribuyan al margen total; en estos años de precios bajos estar anclados, con maquinaria propia, dando servicios, nos permitió mantenernos y en años mejores de rinde o precios, o de ambos, se aprovecha; hay años para capitalizar y estamos en uno de esos y hay años que comen capital, como sucedió el año pasado”.
Un elemento de alto valor, admitió, es disponer de la tecnología adecuada, para ser eficiente. “Es importante tener el área al menos mínima para poder ir descontando el flujo de inversión y a la vez es muy trascendente lo que suma la prestación de servicios”, detalló.
Henderson también se pronunció sobre cómo ve al negocio agrícola: “Hace seis meses la expectativa era la de supervivencia y ahora la contribución de los cultivos es muy atractiva para la renta anual”.
“La situación de oferta y demanda, parecería, al menos por dos o tres años, será positiva, no sé si estos US$ 500 por tonelada de soja, pero sí arriba de US$ 400, lo que permitirá ir acomodando el negocio, aunque hay que tener en cuenta que no solo sube la soja, también los insumos; hay que estar atentos al costo de equilibrio medido en kilos y eso tirarlo contra la probabilidad de un evento de rendimiento medio”, expresó.
Otro aspecto fundamental, apuntó, “cuando se puede conseguir, es tener seguros, de rendimiento o inversión, que permitan minimizar la pérdida en los años malos, de modo que no conduzcan a una descapitalización abrupta que termine por extinguir a la empresa”.
Por último, solicitó trasladar un último mensaje: “Desearle éxito a todos los agricultores del país, que tengan una buena cosecha”.
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