Desafuero de Manini: blancos caminan por un pretil que no admite pasos en falso

Todo estaba pronto para evitar que el general retirado debiera presentarse ante la Justicia para responder por el aparente delito de omisión de denuncia en el denominado caso Gavazzo. Todo estaba pronto hasta que aparecieron las actas con las declaraciones del represor Gilberto Vázquez. Y con estos papeles se asomó la posibilidad entrevista por algunos dirigentes nacionalistas –particularmente de extracción wilsonista- de hacer punta en el relato de la defensa de los derechos humanos desbancado al menos en parte la supremacía del Frente Amplio en cuyo mandato aparecieron cuerpos de desaparecidos y fueron mandados a prisión un puñado de golpistas y torturadores.

¿Cómo se dio el viraje, aún no completado, de los nacionalistas –cuyos votos son determinantes- acerca de la suerte de su cabildante socio de coalición?

Al principio, los blancos marcharon tras los dichos públicos de Manini Ríos quien pedía abiertamente a los socios de la coalición que votaran su desafuero ya que no tenía nada que ocultar frente a la Justicia. Los días pasaron sin novedad pero cuando se acercó el momento de que el Senado abordara el asunto, los senadores de Cabildo Abierto Guillermo Domenech y Raúl Lozano empezaron a reunirse con legisladores nacionalistas para transmitirles su posición contraria a que su líder fuera desaforado.

Sin casi avisar agua va, el Partido Nacional parece estar dispuesto a aferrarse a aquella máxima de José Mujica acerca de que los intereses políticos pueden o deben anteponerse a los dictámenes jurídicos.

Era principios de junio y lo senadores blancos se preguntaban cuál era la real posición de Cabildo Abierto: la desafiante de Manini Ríos pidiendo a los cuatro vientos que lo pusieran frente a la justicia, o la de sus dirigentes clamando porque se desatendiera el pedido del fiscal.

La mayoría de los blancos empezaron a dar por bueno que Manini hablaba por boca de sus senadores y se consolidó la opinión de que, para preservar la salud de la coalición, era necesario votar para que el excomandante del Ejército permaneciera en su banca.

Esta decisión terminó de abrocharse a fines de agosto cuando tres informes jurídicos elaborados por los senadores Carmen Asiaín, Graciela Bianchi y Carlos Camy llegaron a la misma conclusión: “no hay mérito jurídico” para acceder al pedido del fiscal.

Por entonces, la mayoría de los dirigentes blancos se adherían a la tesis de que no importaba demasiado si Manini pedía que lo desaforaran ya que, según escribió la vicepresidenta Beatríz Argimón, “el fundamento técnico de la existencia de los fueros es la protección de la independencia de los órganos legislativos y no la protección de los legisladores” y por tanto “los fueros no pertenecen a los legisladores, sino al cuerpo legislativo preservando su independencia”.

Hasta que el pasado 28 de agosto se supo de las declaraciones realizadas en 2006 por el represor Gilberto Vázquez a un tribunal de honor militar en el que reconocía muertes, torturas y otras atrocidades cometidas durante la dictadura.

Desde el gobierno se acusó al Frente Amplio de haber ocultado a sabiendas esas confesiones y se reivindicó la decisión del actual Ministerio de Defensa de airear las revelaciones poniéndolas en mano de los familiares de desaparecidos.

Los blancos vieron entonces una veta para pasarle factura a un Frente Amplio que siempre fustigó a los partidos tradicionales por ser omisos en la investigación de los crímenes de la dictadura. Pero en esa estrategia se interponía Manini Ríos. “Mucho gargantear pero no son capaces de mandar ante la Justicia a un excomandante acusado de haber silenciado crímenes”, es la respuesta que lanzan desde la izquierda.

Y entonces casi todo cambió. Si el escollo para dar fe de que el gobierno de Luis Lacalle Pou estaba dispuesto a enfatizar su política de derechos humanos era Manini, entonces esa piedra debía ser removida.

Este miércoles los senadores blancos de reunieron con el presidente Lacalle Pou y se decidió darle un ultimátum al general. Ya basta de darle vueltas a la noria: Cabildo Abierto debe expresar claramente cuál es su postura ante el desafuero de su líder o los blancos tomarán al pie de la letra su reclamo público para que lo manden ante la Justicia.

Los blancos vieron entonces una veta para pasarle factura a un Frente Amplio que siempre fustigó a los partidos tradicionales por ser omisos en la investigación de los crímenes de la dictadura. Pero en esa estrategia se interponía Manini Ríos

El cambio de postura de los blancos es claro y responde, como fue dicho, a una intención de poner lo político por encima de lo jurídico si ese bandazo deja bien parado al gobierno en su propósito de dar señales de que la consigna “Verdad y justicia” no le es ajena.

La estrategia es tan ambiciosa como arriesgada. Por un lado le gana terreno al Frente Amplio en el relato sobre asuntos derivados de la dictadura y, por otro, expone a la coalición de gobierno a una pulseada que puede abrir una brecha entre sus socios cuando más se los precisa unidos.

El riesgo de divisiones en el oficialismo vuelve a tener la cara de Manini, pero también el rostro de una dirigencia blanca que decidió caminar por un pretil que no admite pasos en falso.