Diego López, el estratega que llegó para sacar a Peñarol campeón

Como le sucede a muy pocos de los jugadores que llegaron a Primera división, Diego López se salteó la etapa de baby fútbol. El primer encuentro con la pelota, corriendo por el césped de un campo de juego, fue en la séptima division de River Plate en donde se dio cuenta que el amor con el balón iba a ser eterno. 

El Memo fue haciendo su camino como zaguero, principalmente, en los partidos de las formativas darseneras, para los cuales se preparaba en cada entrenamiento llegando con las monedas justas. 

La llamada del plantel principal le llegó en 1994, cuando sus condiciones técnicas, regularidad y aplicación en el fútbol comenzaron a resaltarlo sobre el resto, cualidades que lo llevaron a las selecciones uruguayas en  juveniles y mayores. 

Entre sus compañeros también era diferente. No le gustaba hacer bromas a los demás, pero si las recibía las bancaba con buena cara. Además, su calma siempre se la transmitía al equipo. En los momentos más difíciles de los partidos, verlo inyectaba tranquilidad a sus compañeros.

Siempre fue un asiduo en las oncenas en las que actuó, y fue el jugador que todo técnico quería tener. En River Plate, en las selecciones juveniles y también hasta en su primer pasaje en el fútbol internacional, cuando fue traspasado a Racing de Santander. 

Pero cuando iba a cumplir su sueño de jugar en el fútbol italiano, en su primera temporada transpiró la camiseta de Cagliari solamente 15 minutos y el mundo se le vino abajo. Ahí estuvieron su esposa, familia y compañeros uruguayos para hacerle el aguante. 

Nelson Abeijón y Fabián O’Neill fueron muy importantes para que pudiera sobrepasar ese momento, en el cual nunca chistó. Ni una queja, siempre en el entrenamiento de buena cara y con ganas de seguir creciendo. 

Esa nueva experiencia duró un año, hasta que llegó otro uruguayo para darle recompensa a su camino. Óscar Washington Tabárez comenzó a brindarle los minutos que precisaba para convertirse, temporadas más tarde, en un referente e histórico del equipo de la isla. 

Su estilo de juego y de vida lo llevaron a ser siempre titular. Hablaba lo justo y necesario, pero cuando lo hacía, con una palabra decía todo. Era importante su voz medida para compañeros y rivales. Si tenía inconvenientes en la cancha los trataba de arreglar yendo fuerte en la siguiente jugada. Salvo que el problema fuera grande y con algún amigo. 

Durante un partido entre Cagliari y Reggina, el italiano Giacomo Tedesco se burló de la hija de Abeijón, quien nació un con un trastorno de desarrollo. El Abeja, que en ese encuentro llevaba la cinta de capitán, atinó a reaccionar al igual que haría cualquier padre, pero por un segundo se acordó de su responsabilidad, entonces se tragó la bronca y la aguantó hasta que llegaron a los vestuarios. 

El Memo lo acompañó, pero no lo encontraron. Lejos de olvidar el episodio, meses más tarde se volvieron a enfrentar. En el campo de juego disputaron cada pelota como siempre, y esperaron hasta el final. Los uruguayos y su compañero Antonio Langella fueron a buscar a camarines a Tedesco y llevaron su bronca a los golpes. López expidió la energía justa y con tres trompadas le hizo saber lo que sentía a quien no había actuado bien con su amigo y había utilizado métodos  fuera de lugar para distraer del partido a su rival. 

El hecho fue denunciado y en un principio se llevaron sanciones Abeijón, Langella y Tedesco, pero el Memo no. Según sus amigos: “Siempre cae bien parado, es un hombre de guantes blancos”.

En su último año como futbolista, en 2010, todavía tenía contrato vigente pero la rodilla le dijo basta. El presidente de Cagliari le respetó el vínculo pero le pidió que diera una mano en las inferiores. Se transformó sin querer en un asistente técnico, hasta que la suerte le hizo un hueco y tras las ausencias de uno de los entrenadores terminó llevando la voz de mando. El ascenso al equipo Primavera no se hizo esperar y tras el despido de Ivo Pulga del primer equipo, ascendió rápidamente. 

Al costado de la línea de cal, se acostumbró a pelear por el descenso en Italia, pero el fútbol le tenía una sorpresa. Su sueño de volver a Uruguay y defender la camiseta del club de sus amores se cumplió, aunque para eso tuvo que alejarse de su esposa y sus tres hijos, quienes viven en España.  

Peñarol precisaba un DT que tuviera el temple y la capacidad que demostró López para agarrar un fierro caliente y dar vuelta el Campeonato Uruguayo. Y los periodistas lo eligieron como el mejor entrenador del año en Fútbolx100. l

La ficha

Nació el 22 de agosto de 1974 en Montevideo. Comenzó a jugar al fútbol directamente en la séptima de River Plate, en donde pasó por todas las categorías formativas. Sus buenos rendimientos lo llevaron a las selecciones juveniles de Uruguay, donde se destacó con su participación en los Mundiales sub 17 y sub 20, en Italia y Australia, respectivamente. En la celeste mayor disputó 32 partidos, repartidos entre la Copa América 1995, en la que fue campeón, la Copa Confederaciones de 1997, la Copa América 1997 y las Eliminatorias. En España defendió la camiseta de Racing de Santander y en Italia la de Cagliari hasta su retiro en 2010. Como entrenador estuvo al frente de Cagliari (2013-2014, 2017-2018), Bologna (2014-2015) y Palermo (2017). Consiguió un ascenso y salvó a su equipo en una permanencia. Regresó a Uruguay a mediados de 2018 para asumir en Peñarol. Ganó el Clausura y las finales del Uruguayo.