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Dos caminos para la reforma del sistema capitalista: la vía socialista y la vía conservadora

Dos caminos para la reforma del sistema capitalista: la vía socialista y la vía conservadora. Opinión de Daniel Iglesias Grèzes

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26 de abril de 2021 a las 05:01

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Los informes anuales del Credit Suisse Research Institute sobre la riqueza global muestran que la desigualdad económica tiende a aumentar en el mundo. En los últimos diez años los ricos, y especialmente los "ultra-ricos", han tendido a concentrar una porción cada vez mayor de la riqueza global. Su creciente poder económico va acompañado de un creciente poder cultural y político. Por otra parte la pobreza definida en términos de patrimonio neto, no en términos de ingresos, ha tendido a aumentar en el mundo.1 Todo parece indicar que estas tendencias se acentuaron en 2020, debido a los efectos de las durísimas medidas tomadas por los gobiernos contra la covid-19. A raíz de esto se han fortalecido las voces de quienes, como el Foro Económico Mundial, propugnan un capitalismo inclusivo. Esta es una meta muy loable, pero ¿cómo conseguirla?

En su libro de 1912 El Estado Servil, el pensador británico Hilaire Belloc sostuvo que hay sólo dos vías posibles para quienes pretenden reformar el capitalismo para evitar la excesiva concentración del capital en una minoría de capitalistas. Se trata de dos vías contrarias entre sí. Belloc las llama "la solución distributiva" y "la solución colectivista", y sostiene que el capitalismo tiende más fácilmente al colectivismo que al distributismo. Yo prefiero hablar de la vía conservadora y la vía socialista. Los conservadores quieren que la mayor cantidad posible de ciudadanos llegue a poseer medios de producción. Los socialistas, en cambio, tienden a despojar a todos los ciudadanos de sus medios de producción para ponerlos en manos del Estado, es decir de los gobernantes, a fin de que estos los administren en beneficio de todos.2 

El capitalismo y el socialismo no están tan distantes entre sí como se suele creer. El ideal conservador (que coincide con el del sentido común de la gente corriente no ideologizada) es una sociedad en la que el 100% de los ciudadanos son propietarios de medios de producción. En cambio, el ideal socialista es que el porcentaje citado sea del 0% y el Estado monopolice la producción. En la realidad de las sociedades capitalistas ese porcentaje es quizás del orden del 10%. Desde este punto de vista, la realidad del capitalismo está mucho más cerca del ideal socialista que del ideal conservador. El socialismo es un capitalismo de Estado.

La vía socialista de reforma del capitalismo es impulsada por una alianza muy variada de fuerzas ideológicas y políticas. Podría decirse que las dos corrientes principales de esa alianza son el marxismo, radical y revolucionario, y la socialdemocracia, más moderada y gradualista. 

La doctrina social cristiana siempre ha rechazado el socialismo y la abolición de la propiedad privada de los medios de producción. No obstante, la corriente política llamada "democracia cristiana" se ha aliado a menudo con los socialdemócratas y los liberales progresistas e incluso con los marxistas. En su afán de construir una sociedad basada en el principio de solidaridad, los demócrata-cristianos con frecuencia olvidaron otro gran principio de la doctrina social cristiana: la subsidiariedad. En muchos países los demócrata-cristianos contribuyeron a crear un "Estado de Bienestar" paternalista e hipertrofiado que asfixia a los ciudadanos, las familias, las empresas (sobre todo las pequeñas) y las asociaciones intermedias, quitándoles libertad e iniciativa. La vía de reforma que he llamado "conservadora" pretende volver a aplicar en la práctica el principio de subsidiariedad, sin disminuir la solidaridad social. Por ejemplo, ¿por qué, en vez de transferir los dividendos de las empresas estatales a Rentas Generales, no transferirlos directamente a cada ciudadano? Algunos malgastarían ese dinero, pero la capacidad del Estado para derrochar dinero es muy superior.

En el contexto actual se ve más claramente la divergencia de las dos vías de reforma aquí consideradas: los socialistas buscan aumentar aún más la dependencia de la ciudadanía con respecto al Estado, por medio de la propuesta (costosísima) de un ingreso básico universal. A la inversa, los conservadores quieren que, en la medida de lo posible, los ciudadanos que hoy dependen de la ayuda estatal tiendan a liberarse de esa ayuda mediante una buena educación, buenos empleos, etc. 

Esas dos vías de reforma discrepan entre sí también en un nivel más profundo. Los socialistas y en general los izquierdistas tienden a dejar de lado la cuestión (de capital importancia para cualquier reforma social) de la renovación espiritual y moral de cada persona, concentrándose en la reforma de las estructuras sociales. En cambio los reformadores conservadores, que muy a menudo son cristianos ortodoxos (en el sentido de que creen en los dogmas principales de la fe cristiana) saben que ninguna reforma social dará frutos buenos si no se basa en una transformación interior de los miembros individuales de la sociedad. Por eso ponen mucho énfasis en la creación de familias fuertes y en una educación que transmita los valores religiosos y morales que conforman el sustento y la belleza de nuestra civilización occidental. 

A diferencia de los progresistas, los cristianos conservadores sabemos que los seres humanos nunca lograremos establecer una sociedad absolutamente perfecta en esta vida, pero también que, mediante la práctica de las virtudes humanas y cristianas, podemos construir entre todos una sociedad bastante mejor que la actual. Mientras la utopía socialista nos conduce al sombrío país de Mordor, los cristianos conservadores no aspiramos a recrear el Jardín del Edén, sino a construir algo parecido a la Comarca.3 

Otros escritos del autor en https://danieliglesiasgrezes.wordpress.com.
1) Supongo que eso se debe principalmente al aumento de las deudas.
2) Cf. Hilaire Belloc, El Estado Servil, Secciones VI-VII.
3) Cf. J. R. R. Tolkien, El Señor de los Anillos.

 

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