El agro uruguayo expectante ante la negociación entre el Mercosur y la UE

En la actual fase, tras los cambios de gobierno en Argentina y Brasil, las negociaciones se llevaron adelante febrilmente y es posible que continúen durante el fin de semana en el G 20 en Osaka, Japón.

Si todo sale bien, pueden dejar delimitado el nuevo escenario para las relaciones comerciales que marcará la lógica de la ganadería de la próxima década en el complemento a las exportaciones destinadas a Asia.

La UE ha sido históricamente un comprador fundamental para la carne uruguaya. A pesar de que en los últimos tiempos ha ido perdiendo relevancia, esto puede cambiar  a través de un acuerdo que está en instancias decisivas pero que todavía tiene posiciones lejanas. 

Un buen acuerdo significaría aproximadamente duplicar las exportaciones actuales de carne, dijo Emilio Mangarelli, delegado de la Federación Rural en la Junta Directiva del Instituto Nacional de Carnes.

La UE dejó el tema agrícola para ser negociado al más alto nivel. Y la carne, que es lo más arduo, ha quedado para el final. Irlandeses, franceses, polacos y belgas son los más alarmados por las implicancias que puede tener el acuerdo, mientras que desde el Foro Mercosur de la Carne se lo ve sin impacto sobre el mercado europeo, ya que la petición inicial es por el 5% del consumo europeo, que son 390 mil toneladas, las que fueron recortadas el año pasado en la Rural del Prado de Uruguay hasta ajustarla a 160 mil toneladas, que es el 2% del mercado.

Pero la oferta europea parece inamovible en las 99 mil toneladas, justamente para contener la presión de los agricultores que temen por una baja de precios por la oferta adicional.

“No hay ningún argumento para decir que 2% del consumo pueda afectar al mercado, porque además no vamos a ir a regalar la carne, sino simplemente a entrar sin aranceles, vale más la carne nuestra que la de ellos, explicó Daniel Beleratti, director ejecutivo de la Cámara de la Industria Frigorífica, al programa Tiempo de Cambio. 

Hay otros factores de negociación, como que la propiedad de la cuota no sea de los importadores europeos, sino que la administración sea del Mercosur.

Respecto a esas 99 mil toneladas que pretende la UE, Beleratti dijo que no hay nada escrito en los hechos sobre la cantidad, ni el tipo de producto, ni el posible arancel –que podría ser 0% que es lo que pretende el Mercosur o el 7% que pretende la UE–, todo quedará definido en el último momento entre los ministros y los comisarios.

Pero tan importante o más que el tonelaje son las condiciones a las que se envíen son  otros aspectos de la negociación: si fueran 99 mil toneladas, el Mercosur reclama que pueda ser indistintamente enfriada o congelada, mientras los europeos podrían pedir dos cupos que dividan en 50% enfriada y congelada. En la carne es distinto medir el peso efectivamente embarcado que el peso en la carcasa del animal. Esas 99 mil toneladas embarque serían unas 130 mil toneladas carcasa, eso sería lo deseable para el Mercosur. Y que el arancel sea 0%, algo que algunos europeos podrían ubicar en menos de 10%, pero con algo de impuestos al ingreso.

Finalmente deberá negociarse quién maneja la cuota. En la Hilton (6.300 toneladas embarque) la manejan los países exportadores y se pretende que se mantenga esa lógica. El Mercosur pretende que sea carne bovina enfriada o congelada sin distinción de si es alimentada a pasturas o granos, que no haya restricciones de acuerdo a la alimentación que haya tenido el animal.

Para implementar el acuerdo queda un largo trecho

Una vez que se ratifican los acuerdos por los poderes ejecutivos se pasa a los parlamentos y la aprobación parlamentaria puede demorar. Es lo que sucede con Canadá. El tratado no se ha podido poner en práctica porque hay tres países de la UE que se han opuesto desde hace dos años, explicó Beleratti.

“Hasta que no tengas el oso y la piel, no salgas a venderlo”, dice un viejo refrán. De eso bien saben los canadienses, que a dos años de firmar el acuerdo no han podido todavía poner en práctica el libre comercio.

La oposición es fuerte en los países más agrícolas como Francia e Irlanda y en los grupos más adversos al libre comercio como el izquierdista/nacionalista irlandés Sinn Fein, otrora brazo político del grupo guerrillero IRA.

En estos días ese partido publicó: “Sabemos que la Comisión Europea está dispuesta a ofrecer un cupo libre de aranceles de 99 mil toneladas de carne de res brasileña (sic) por año en la UE. Sabemos que otros sectores también están en riesgo, incluidas las aves de corral. Sabemos que no hay nada positivo para Irlanda en este acuerdo, que se está persiguiendo en interés de los fabricantes de automóviles alemanes. ¿Por qué nuestro gobierno está jugando con las palabras en lugar de detener este acuerdo? Junto con otros acuerdos comerciales de la UE, como el acuerdo CETA con Canadá (que incluye la provisión de 50 mil toneladas de importaciones de carne sin aranceles), el Mercosur podría convertirse en una amenaza tan grande para la agricultura irlandesa como el Brexit”.

Mientras los negociadores del Mercosur y los de la UE hacen un último esfuerzo por cerrar las negociaciones, vale la pena estimar cuánto esto puede significar para Uruguay. Tácitamente dentro del Mercosur el sector privado acepta un reparto de la cuota en 30% para cada unos de los países grandes (Brasil y Argentina) y 20% para los chicos (Uruguay y Paraguay). En tal caso, a Uruguay le tocaría algo menos de 20.000 embarque,  unas 26 mil toneladas peso carcasa.

Eso compensaría en parte la gradual reducción del cupo 481 del que Uruguay lograba colocar unas 15.000 toneladas y seguramente termine en un cupo más reducido gradualmente a partir del próximo año, en el que pueda colocar unas 5.000 toneladas como máximo de largo plazo.

De modo que, de concretarse, el acuerdo permitiría a partir de 2021 posiblemente empezar a revertir el declive que la Unión Europea exhibe en las exportaciones uruguayas, algo que vendrá bien ya que puede darse un salto en la producción de terneros.

No es el ganadero el único sector que aguarda con expectativa la marcha de las negociaciones. Para los productores arroceros y de miel también pueden haber novedades interesantes. En el caso del arroz,  el blanco paga 200 euros por tonelada de impuestos, en tanto el integral paga 65 euros lo que también es muy difícil. Y hay que pagar por anticipado 50% antes de exportar. Es un 10% de las exportaciones totales y se aguarda la posibilidad de que se genere una cuota sin aranceles. Al mismo tiempo los productores apícolas aguardan con expectativa un cupo para el Mercosur que puede estar arriba de las 30 mil toneladas de miel y que sería una bocanada de oxígeno fundamental para un sector altamente complicado. Como en la carne ovina, hay también aspectos sanitarios a resolver, pero al cierre de esta semana el optimismo es el mayor en más de 20 años de negociación.