El cerro del Toro, reducto de viñedos

Un grupo de inversores japoneses, dueños de las tierras desde hace 30 años, decidieron crear en 30 hectáreas un nuevo proyecto. Así comenzaron a darle forma a un sueño y a una idea que se concretó de la mano de un grupo de uruguayos a quienes confiaron su proyecto. Además del personal que trabaja en la tierra, desde inicios de 2016, se formó un equipo técnico con uruguayos que lidera Álvaro Lorenzo y al que Martín Viggiano se sumó hace pocas semanas como responsable de la futura bodega.

La idea comenzó en setiembre de 2015 cuando Makoto Kambara –propietario de las tierras y con negocios en Uruguay desde hace muchos años– se reunió con el noruego Lars Ugland en Londres. Quería hacer algo nuevo. Tenía en mente la posibilidad de montar una bodega en Uruguay. Lars –además de tener una larga relación con Makoto por los negocios navieros que la familia de origen japonés tiene en Uruguay– es una voz de confianza y referencia. Fue allí que pensaron en Alvaro Lorenzo como la persona ideal para asumir el desafío. Lorenzo desarrolló un proyecto y lidera el equipo al frente de los viñedos que van transformando el paisaje del cerro del Toro.

Takao Kambara, hijo de Makoto Kambara, también integra el equipo junto a los uruguayos como.

Del total de 800 hectáreas que tienen en el cerro, decidieron destinar una parte al proyecto a la bodega en Piriápolis. El objetivo de Kambara y su grupo es cultivar la vid y elaborar vinos de alta gama. Además de los viñedos –muchos de los cuales ya están en su esplendor– el emprendimiento contempla la construcción de una bodega con espacio para recibir turistas y ofrecer distintas experiencias, degustaciones y paseos a visitantes y turistas. Viggiano explica que la construcción de la misma se hará en una de las zonas más privilegiadas del cerro, en la cima de uno de ellos donde además de tener una vista de todos los viñedos se ve el mar al fondo. Una bodega con vista al mar y en pleno cerro es un diferencial que tendrán los vinos del Toro.

La primera etapa de este emprendimiento es una realidad: hay varias hectáreas ya plantadas, viñedos verdes y fuertes en pleno crecimiento. Muchas de las plantas ya dieron sus primeras uvas que prometen una buena cosecha.

Viggiano –que se recibirá de enólogo en pocos meses– está a cargo del seguimiento de las viñas y realiza su trabajo a los pies de las plantas; recorriendo, tomando muestras y haciendo estudios de los suelos y de las condiciones climáticas de la zona que, sin duda, influirán en el producto final. Cuenta que "el viñedo tiene hoy plantadas 19 hectáreas, 70% tintas y 30% blancas". "Las plantaciones comenzaron en 2016, ese año se plantaron 10 hectáreas aproximadamente y continuarán en 2018 y 2019. La idea inicial es llegar a 30 hectáreas totales", indica. "Hay 12 variedades distintas de uva, las principales son Tannat, Merlot y Albariño. Entre las tres representan la mitad del viñedo", agrega.

También hay Pinot noir y Chardonnay. "Cada una con clones separados para espumosos y vinos tranquilos", explica. Las restantes siete variedades son: Cabernet franc, Syrah, Petit verdot, Viognier, Pinot gris, Gamaret y Lacrima.

Estas variedades fueron elegidas por las condiciones del suelo, del entorno y del clima, lo que permitió evaluar el potencial de las variedades en relación a esas condiciones. "Albariño es una variedad a la cual se apuesta. Esa uva –que tiene su origen en Galicia– se desarrolla en condiciones similares a las de Uruguay, con lluvias por encima de lo normal en comparación a otras zonas vitícolas. La fruta resiste y se expresa de muy buena forma más allá de las adversidades del año. Se elaboran vinos muy atractivos en aromas primarios y también soporta cierta crianza en su elaboración, para obtener vinos con más volumen" cuenta Viggiano.

También explica que "hay tintas a las que se apuesta por la diversidad de suelos rocosos, como Cabernet franc, Syrah y Petit verdot. Desde luego que Tannat debía haber y habrá Tannat de distintos puntos del viñedo", señala. Por su parte, cuenta que la variedad de Merlot también tiene un gran potencial y que, por las condiciones del suelo, se esperan grandes vinos.

Además, desde el Cerro del Toro se elaborarán también espumosos y otros productos que completan el portafolio que promete calidad y variedad. "Habrá varietales y blend", agrega.

En la vendimia 2018 se van a cosechar los primeros kilos de uva para elaborar los vinos iniciales, según Viggiano, serán de alta gama y "un reflejo del lugar".

Se estima que la bodega quedará lista para 2019-2020. Sin embargo, este verano ya se hará la primera vendimia. El nombre del establecimiento aún no está definido. "Posiblemente Cerro del Toro sea una opción", confía Viggiano, aunque no se descartan otras ideas.

La idea es que los vinos sean de alta gama y haya diferentes líneas, pero con etiquetas que se posicionen en los escalones medios y superiores a la oferta. El proyecto nace con la vocación de colocar sus productos en el mercado local y también en el mundo apuntando, sobre todo, a la alta calidad.

El cerro del Toro tendrá, así, sus vinos y podrá posicionarse como un lugar ideal para el circuito vitivinícola en el Uruguay.

Este oasis ondulado, se ubica a cinco minutos del centro de Piriápolis. Es un lugar que, quizás sin quererlo, continúe el legado de Piria que inició el balneario con una bodega. Siguiendo aquellos pasos, los nuevos soñadores ya cumplieron su primera meta de hacer un viñedo de alta calidad, en las laderas del cerro y con vista al mar. Con el diferencial de suelos ricos en minerales, aire de océano, entorno verde y suelo ondulado. Un paseo por las cima del cerro que acerca a las nubes y que permite ver en su esplendor el oro verde del cerro del Toro que ya es una realidad. La próxima vendimia permitirá disfrutar a los visitantes o invitados de sus primeros vinos.