Pancho Perrier

El gobierno desgasta, pero no tenerlo desgasta más

La ansiedad de la izquierda facilita la vida a la coalición que lidera Lacalle Pou

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13 de agosto de 2021 a las 19:19

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Al principio pareció una noticia más efectista que sustancial: el senador comunista Óscar Andrade se construyó una casa grande y desprolija, sin pagar un solo impuesto, en un barrio muy humilde del norte de San Luis, a 64 kilómetros del Centro de Montevideo. Justo él, antiguo dirigente del sindicato de los obreros de la construcción, particularmente celoso de los aportes a la Previsión Social y toda clase de formalidades.

Canelones es un territorio fronterizo sobre el que se derrama el área metropolitana de Montevideo, y en el que mucha gente construye de manera irregular; en tanto otros, los nabos de siempre al decir de Tomás Linn, una clase media trabajadora y consciente, sostiene con sus tributos el tinglado público que siempre parece al borde del derrumbe.

El caso mostró, por enésima vez, la doble moral que practican ciertos teólogos de la izquierda, afectos a señalar a los otros el buen camino, y guardar para sí uno más permisivo.

En los días siguientes Andrade aceptó razonablemente que “deber tributos está mal”. Pero entonces su caso, revelado el 1º de agosto en Santo y Seña, el programa de Ignacio Álvarez en canal 4, comenzó a tener pequeñas deflagraciones por aquí y por allá, cual espoletas retardadas.

Primero: este lunes El Observador informó que el intendente de Canelones, Yamandú Orsi (MPP), destituyó a un jerarca municipal, Germán Casaravilla, quien responde a una facción política rival en la izquierda, por haber facilitado a Andrade una refinanciación poco formal de su deuda por contribución inmobiliaria.

Orsi absolvió a Andrade, quien, dijo, actuó de buena fe. En el entorno de Orsi se afirmó que la decisión implicó poner “lo jurídico” y la transparencia administrativa por encima de lo político. (La frase rememora inevitablemente, aunque invertida, la justificación de 2012 del entonces presidente José Mujica para meter por la ventana a Venezuela en el Mercosur, a costa de Paraguay: “Lo político superaba ampliamente lo jurídico”).

También, inevitablemente, la caída de Casaravilla remitió a las elecciones municipales de 2025.

El jerarca destituido responde a Yamandú Costa, empresario, expresidente del Club Juventud de las Piedras, edil del Frente Amplio y adversario político de Orsi.

Algunos entienden que Orsi se cobró viejas cuentas y que, de paso, despejó ciertos estorbos para su sucesión en la Intendencia. Él está en su segundo mandato, no puede ser reelecto y presumiblemente irá por la candidatura del Frente Amplio a la Presidencia de la República, con el respaldo decidido de José Mujica.

“Hay una puja de intereses porque el grupo (de Yamandú Costa) es justamente el que disputó la Intendencia con Orsi; así que esto también es político”, admitió el miércoles Lucía Topolansky, esposa de Mujica y primera senadora del MPP, el sector de Orsi.

Entre los eventuales candidatos por el Frente Amplio a la Intendencia de Canelones en las elecciones de 2025, además de Yamandú Costa, se cuentan el diputado José Carlos Mahía (Asamblea Uruguay), quien ya compitió sin éxito en las municipales de 2015, y el diputado Sebastián Sabini (MLN-MPP).

En la baraja podría estar también el actual secretario general de la Intendencia, Francisco Legnani, un hombre relativamente joven e independiente, que proviene de una familia de larga prosapia canaria, batllista y frenteamplista, quien integra el gobierno departamental desde tiempos de Marcos Carámbula.

Montevideo y Canelones, que reúnen el 56% de la población del país y alrededor del 60% del producto bruto, son los principales santuarios de la izquierda, tanto en votos como en candidaturas nacionales.

En segundo lugar, algunas repercusiones del caso Andrade pusieron otra vez de manifiesto la dispersión del voto frenteamplista, los protagonismos y la falta de líderes indiscutidos y de conducción unificada.

Algunos protagonistas del incidente aspiran a posiciones más altas. Andrade desea ir más allá de los estrechos límites del Partido Comunista, y ya disputó la candidatura presidencial del Frente Amplio en las internas de junio de 2019. (Fue superado por Daniel Martínez y Carolina Cosse, aunque obtuvo bastante más votos que Mario Bergara). Orsi, ahora en plan de víctima, procura cimentar una imagen nacional con posturas razonables. Y, como es habitual, también irrumpió la intendenta de Montevideo, Carolina Cosse, quien hace anuncios y comentarios casi cada día, la mayoría irrelevantes.

El Frente Amplio presentó casi 400 listas para las elecciones nacionales de octubre de 2019, más que blancos, colorados y cabildantes juntos, todo un síntoma de fragmentación e internismo.

“Un cambio sustantivo de época se ha producido en la izquierda con la dispersión de los centros de decisión, que ha llevado a algunos analistas y activistas a considerar que más que hablar de ‘La Oposición’ corresponde hablar de ‘Las Oposiciones’”, señaló Óscar Bottinelli en junio de este año en El Observador. “La dispersión de centros de decisión implica asimismo dispersión de objetivos, de estrategias y de tácticas, lo cual dificulta y mucho el rearmado político de la izquierda”.

Y luego hay cuestiones ideológicas decisivas sin resolver. “Más que una renovación de los liderazgos, el Frente Amplio precisa en forma urgente una actualización de las ideas”, señaló Danilo Astori en Búsqueda en enero de 2018, cuando aún era ministro de Economía y Finanzas.

En tercer lugar, el Frente Amplio debe decidir una Presidencia que nadie quiere, a la vista de las inclemencias que soportó Javier Miranda. Sobre ese potro cabalga Ricardo Ehrlich, el coordinador interino. Tiene crédito, naturalmente, entre otras cosas porque no pretende ser presidente de la República.

Las ansiedades de la izquierda hasta cierto punto encubren las falencias de una coalición de gobierno que muestra serias disfuncionalidades.

La situación recuerda la antigua afirmación del expresidente del gobierno español, Felipe González, cargada de ironía y realpolitik: el gobierno desgasta, pero no tenerlo desgasta mucho más.

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