Juan Samuelle

El guardaespaldas de los toros que valieron más de US$ 100 mil

Este cabañero con decenas de patrones ayudó a preparar a un selecto grupo de toros Hereford y, por dos motivos, no pudo dormir en la noche previa al remate

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12 de octubre de 2020 a las 05:00

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Por Juan Samuelle, enviado a Kiyú, San José

Con 44 subastas anuales acumuladas, en cada inicio de primavera el remate conocido como el de “Los Toros de Kiyú” –en la Central de Pruebas que posee en esa localidad de San José la Sociedad de Criadores de Hereford del Uruguay (SCHU)– es un momento trascendente en la zafra de comercialización de reproductores.

Quienes están involucrados (y el resto también) esperan cada año el trabajo del martillero Daniel Dutra, el rematador de Escritorio Dutra, para saber cuánto de la oferta se vende, a qué precio promedio, cuál es el valor máximo, quien vende y quien invierte.

Y también se espera ese día para ver cómo están esos toros que integran un selecto grupo considerando “de elite” dentro de la cabaña nacional.

La de Kiyú es una legendaria subasta de toros que durante unos dos años participan de una prueba de eficiencia de conversión de pasto en kilos, que además de datos objetivos también involucra una jura de tres expertos (esta vez fueron Alejo Bordaberry, Patricio Cortabarría y Fernando Alfonso). Y de la combinación de los datos con la opinión de los jurados sale el “orden de ventas”, rematándose inicialmente los mejores toros.

Este año se dispersó el 100% de los 26 toros de modo muy ágil y a un precio máximo sorprendente, de US$ 15.000, con un promedio por ejemplar de algo más de US$ 4.000. Por lo tanto, en esos 26 toros que comenzarán a producir en distintas zonas del país se invirtió algo más de US$ 100.000.

La historia de Diego

Diego Romaso tiene 30 años y ha sido, por definirlo de un modo rápido, quien cuidó y preparó a esos 26 toros de la prueba.

“Mi viejo estuvo 37 años como encargado de todo esto, es un referente siempre me dicen. Al irse, cuando se jubiló, gracias a Dios me dieron la oportunidad de quedar como encargado de acá y eso es un orgullo tremendo, pero también una gran responsabilidad que me gusta, porque yo esto lo disfruto muchísimo”, comentó a El Observador el día del remate.

Diego lleva 12 años trabajando en la Central de Pruebas del Hereford. “Yo nací en este lugar, esa es la pura verdad, así que siempre estuve viendo todo lo que hacía mi viejo y el resto de la gente, pero arranqué a trabajar con 18 años y de abajo como quien dice, contando los animales, curando una llaga, dándoles de comer, lo que hubiera que hacer”, detalló.

Heber, su padre, fue su gran maestro. Recuerda que más de una vez le dijo que trabajar en ese sitio es “como estar todos los días en una escuela agraria”.

Y hubo otro mensaje que cada tanto le recordaba su padre: “Siempre tené en cuenta que hay que saber aprender a hacer de todo en la vida: agarrar un tractor, pero también agarrar una azada”, contó Diego.

“Aprendí mucho, en verdad sigo aprendiendo porque siempre me dice cosas. Aprendo de cada cabañero que trae sus animales, de cada directivo de la Hereford comenzando con el presidente que hoy es Felipe Bove, también de cada persona que viene a comprar y te hace un comentario, todos te dejan cosas y está en vos aprender, ser humilde, aceptar consejos y mejorar porque uno nunca sabe todo”, reflexionó.

Por ejemplo, considerando los desafíos tecnológicos constantes que hay en un ámbito como el de la ganadería de vanguardia, Diego trabaja junto con profesionales del Instituto Nacional de Investigación Agropecuaria (INIA) en un proyecto de comederos computarizados, algo que lo tiene muy entusiasmado, reconoció.

La noche en la que no duerme

Volviendo al remate de la torada en Kiyú, Diego afirmó que la gente no le cree cuando lo cuenta, pero que en la noche previa a cada remate nunca puede dormir.

“Llevo cuatro o cinco años como responsable, desde que se jubiló mi padre. La responsabilidad es tremenda. Yo si tuviese un patrón, bueno, seguro me arreglo, pero este año si se quiere tuve 26 patrones, porque cada cabaña deja acá a su mejor toro para la prueba y para el remate y uno debe serle responsable con el cuidado y la preparación, y además tengo muchos patrones más porque están todos los directivos, toda la comisión de la Hereford, a cada uno le debe responder. Eso no me parece mal, incluso a mí lo que más me gusta es que vengan, que me critiquen lo que hago para mejorar”, afirmó.

Antes del remate, reconoció, pasa muchos nervios. “Estoy pendiente de que cada toro se luzca cuando entra en la pista, cuando va a venderse y estoy deseando que se vendan todos o lo más posible, porque si yo hice todo bien pero no se venden no termina bien la cosa y no quedo contento, y si se puede quiero que se vendan a un precio bueno para que el esfuerzo que hizo el cabañero tenga una recompensa”, dijo.

Cada toro es consecuencia, precisó, de muchos años de inversión, de esfuerzo, de dedicación, de trabajo. Acá está lo mejor de la genética del Hereford y obviamente “eso hay que defenderlo en el día a día”.

El campo en el que se trabaja se extiende sobre 300 hectáreas. Allí hay que cuidar a los toros que llegan a cada remate y a los terneros que ingresaron de cara a la nueva prueba. Para la edición que finalizará en el remate de 2021 habrá más, 30 ejemplares.

“Hay días en los que estoy solo, hay momentos en los que el trabajo aumenta y se contrata gente. Todo lo que se hace es coordinado por el ingeniero Leonel Aguirre”, detalló, mientras al hablar con el periodista vigilaba a sus tesoros, esos 26 toros de 26 patrones.

Juan Samuelle
Diego Romaso, el cabañero de los toros en la Central Kiyú.

En 2021 habrá que cuidar toros y un bebé

El remate de “Los Toros de Kiyú” del año 2020 Diego Romaso lo recordará por siempre, no solo porque en la noche previa le costó dormir, como siempre le sucede cuando se acerca ese momento clave en el año. Esta vez el día antes del remate su señora, Michelle, le dio la mejor noticia: serán padres, por primera vez. Es sí que en el remate de 2021 además de los toros en la Central de Pruebas en Kiyú  habrá un bebé para cuidar.

La foto con el presidente en la Expo Prado.

Un recuerdo inesperado de la Expo Prado 

El ingeniero agrónomo Leonel Aguirre, destacó Diego Romaso, “es quien me supervisa toda la actividad que hago”, pero también es quien “este año me dio una tremenda alegría: la oportunidad de estar en la Expo Prado, pero no como un visitante más, porque esta vez tuve la suerte de poder estar en la pista del Hereford, durante la jura de los animales”.

“Todo estuvo muy bueno, lo disfruté mucho, aprendí mucho y de paso me traje flor de recuerdo, porque ese día de la jura fue a entregar los premios el presidente (Luis Lacalle Pou) y aproveché y me saqué una foto con él, que la tengo muy bien guardada en el celular”, contó.

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