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El jefe “porque lo digo yo” está en terapia intensiva

El teletrabajo es apenas el primer gran cambio operacional, contractual y vincular que se viene para las empresas
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30 de agosto de 2020 a las 05:00

Por Daniel Colombo
El Cronista - RIPE

El liderazgo tal como lo conocíamos antes del coronavirus está en terapia intensiva, con pronóstico reservado. Es que el Covid-19 vino a revelar que, pese a los esfuerzos de entrenar a los directivos de las empresas y organizaciones, no se ha verificado que, efectivamente, hayan captado la esencia de lo que es ser un líder en tiempos de home oice extendido y, en algunos casos, sin vuelta atrás. En medio de la incertidumbre, hay pocas certezas: una es que las crisis no serán contingencias sino que formarán parte de la dinámica diaria.

Otra, es que la forma verticalista de conducción definitivamente no es útil para generar mejores entornos laborales y menos aún, para contener emocionalmente a las personas, fortalecer la resiliencia y seguir adelante en la nueva normalidad. Y una más: los nuevos formatos de trabajo recién se están vislumbrando. Quiere decir que el home-office es apenas un esbozo de las enormes transformaciones operacionales, contractuales, vinculares y de diseño organizacional que estaremos atravesando.

Uno de los primeros errores de los líderes en puestos de conducción es que han querido trasladar al mundo del teletrabajo las mismas políticas y dinámicas de la experiencia presencial en la oficina. Esto, sencillamente, no funciona, porque los entornos en los que se desempeñan los colaboradores cambian.
Es hora de hablar de Innovación Emocional: un conjunto de habilidades y estrategias que, combinadas, ayudan a equilibrar la balanza organizacional a partir de 10 dimensiones: cuerpo, mente, cerebro, espíritu, creencias, paradigmas, resiliencia, entornos, evolución y propósito.

El nuevo líder pospandemia

El líder en tiempos de adversidad necesita transformarse. Hay 7 preguntas que pueden ser disparadores para ajustar la conducta, mejorar los comportamientos, replantearse su juego en la gestión cotidiana y generar un entorno y una mayor cercanía uno a uno con cada integrante del equipo.
Allí radica el éxito del nuevo líder: resultados productivos con cercanía afectiva e interés genuino por el otro. En palabras sencillas: empatía y asertividad.

1- Poner a las personas primero
El rol del liderazgo en tiempos de tormenta, y de allí a futuro, es poner a las personas del equipo en primer lugar, por sobre cualquier otra cosa. El negocio funcionará mejor si las personas sienten que cuentan con contención psicológica.

2 - Preguntar con sinceridad
La pregunta quizás parezca común, ya que todos los días la hacemos con nuestras relaciones. Sin embargo, se trata de ir desmenuzando las capas que obstaculizan ver lo que está oculto. ¿De verdad y profundamente te interesa saber cómo está tu colaborador? ¿Es genuino o una pose que quieres aparentar antes de pedir que haga tal cosa?
Analizá esos comportamientos: pueden ser muy reveladores de personalidades manipuladoras que se esconden detrás de una frase polite.

3 - Algo concreto por el otro
Siendo genuinos en los vínculos podrás verificar las múltiples formas de cercanía a experimentar con los colaboradores. Mostrarte con disposición y apertura habilita otros niveles de conversaciones transformadoras, incluso cuando debas ser firme en tus posturas.

4 - Feedback con frecuencia
Esta propuesta puede ser desafiante para la mayoría de los jefes o líderes, ya que algunos consideran que podría demostrar vulnerabilidad. En cambio, si lo hacen, los colocará en una posición de mucha fortaleza para aprender a escuchar: es recomendable hacerlo el 80% del tiempo, mientras que el hablar quedará para el 20%. Sugiero que escuches bien, en forma abierta y receptiva, y que de verdad te interese lo que el otro comparta.

5 - Agregar valor real
Se lidera con la influencia directa. No existe un liderazgo sin ejemplo vivo de lo que se declama. Ser líder es más que un puesto en el organigrama: es ganarse ese espacio de confianza en el corazón de cada persona; es generar vínculos generosos y enriquecedores para los demás; es crear impacto positivo mediante la coherencia entre lo que pensás, sentís, decís y hacés. Todo eso, en conjunto, es agregar valor.

6 - Ser humilde, sin pose
También el líder del nuevo tiempo necesita ser humilde, porque habrá muchos momentos en que quizás no sepa las respuestas, ni cómo seguir, ni de dónde sacar fuerzas para estimular a su equipo o para tomar decisiones trascendentes. Desarrollar la virtud de la humildad requiere conciencia, corazón, voluntad, autoobservación, pensamiento crítico permanente, y tolerancia. l

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