Camilo dos Santos

Wanda Cabella: "El objetivo de Cabildo Abierto de aumentar la natalidad con su proyecto no va a ocurrir"

La socióloga Wanda Cabella, especializada en demografía, en fecundidad y en relaciones familiares dijo que la baja fecundidad en Uruguay no es un problema

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22 de noviembre de 2021 a las 05:00

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Desde hace algunos meses el oficialismo ha mostrado preocupación por la baja cantidad de nacimientos en Uruguay y propuso diferentes planes para promoverlos. El senador Guido Manini Ríos, líder de Cabildo Abierto, presentó un proyecto para incentivar los nacimientos a partir de reducciones tributarias para quienes tienen hijos y el alargamiento de la licencia paternal a 45 días. También se aprobó la Ley Federica, impulsada por la diputada colorada María Eugenia Roselló que extiende la licencia maternal y paternal para los casos de nacimientos múltiples, bebés prematuros o que nacen con dificultades. La coalición de gobierno creó un grupo de trabajo para armar un documento con políticas que tengan como objetivo mitigar la baja fecundidad —cuya tasa está hoy por debajo de 1,5—. Como argumento para trabajar en este sentido, los legisladores ponen sobre la mesa al menos dos objetivos: mitigar la pirámide envejecida de la población y descomprimir la crisis que atraviesa el sistema de seguridad social. 

Sin embargo, en la academia existen reparos de que las políticas de este tipo puedan surtir efecto donde se pretende. La socióloga Wanda Cabella, doctora en demografía y especializada en fecundidad y en relaciones familiares que hoy integra el programa de Población de la Facultad de Ciencias Sociales, es enfática: el proyecto de Cabildo Abierto, de aprobarse, no tendrá impacto en la natalidad y ni siquiera ve que ese sea un objetivo válido cuando se promueven políticas que mejoran la calidad de vida de los padres. Más aún: cree que la baja fecundidad ni siquiera es un problema.

Eso, la crisis de la seguridad social, la composición de las familias y la llegada de inmigrantes a Uruguay fueron algunos de los temas de los que Wanda Cabella habló en entrevista con El Observador

¿Cuáles son los desafíos de la baja fecundidad en Uruguay?

En un país como Uruguay, que ya es un país envejecido, una caída en la natalidad agudiza un tipo de estructura de edad que está envejecida. No tenemos un problema en sí, si no más bien que es una buena noticia: la estructura de edad se envejeció porque hubo capacidad de que la población tuviese los hijos que quería tener a la edad que quisiera tener. Eso genera una caída de los nacimientos. Uruguay ya tiene una fecundidad baja desde hace mucho tiempo. Históricamente la tuvo, no es una novedad.

Lo que es novedad es que en estos últimos cinco años o seis es que tuvo una caída abrupta, muy muy importante.

Entonces, ¿no lo ve como un problema?

No. No es un problema. Ahora es una buena noticia porque también el último descenso lo que está mostrando es que cayó en particular la fecundidad adolescente. La fecundidad adolescente en su gran mayoría es la que llamamos "no intencional" o a destiempo. Mujeres jóvenes que no estaban esperando quedar embarazadas y simplemente tuvieron dificultades con sus métodos anticonceptivos. Lo que hubo fueron programas de salud sexual y reproductiva muy dirigidos a la fecundidad adolescente y joven. Ese grupo explica el 60% de la caída.

En 2016 nacían 48 mil personas y morían 33 mil. En la pandemia esa tendencia se revirtió. 

Este año se va a ver eso. Lo más seguro es que en el año vamos a encontrarnos con que hubo más defunciones que nacimientos porque tenemos algún indicio de que los nacimientos siguieron cayendo, quizá a un ritmo un poco menor, y las defunciones aumentaron en un número enorme. Seis mil defunciones con covid, si seguimos con las tendencias de 2019, van a haber casi 38 mil defunciones.

¿Eso puede tener un impacto en la demografía?

Tiene un impacto puntual. Probablemente las defunciones vuelvan a su ritmo, que ya son altas porque la población está envejecida y, cuanto más envejecida, más defunciones. Este año fue excepcional. El impacto va a ser en términos de los años de vida que se perdieron. Si se midiera en 2021, vamos a encontrar que la esperanza de vida va a haber descendido. 

Pero en términos de la fecundidad, si sigue la tendencia –suponemos que a un ritmo menor– además va a haber un rebote. Esto es una situación particular que afecta a un grupo particular de mujeres de 15 a 20 años en promedio. Lo esperable es que no quieran tener hijos a los 19 pero sí quieran tener a los 24 o 25 o un poco más adelante. 

Si la baja de la natalidad no es un problema, ¿qué pasa entonces con el soporte de la seguridad social, que hoy está en crisis?

Todos los países del mundo, sobre todo los desarrollados, tienen que enfrentar esta realidad. Sí implica ajustes a los sistemas de seguridad social que estaban muy basados en una fecundidad más alta y no había tantas dificultades en la reposición de generaciones. Tiene un aspecto problemático, pero es un tipo de problema que las sociedades tienen que encargase de resolverlo. No se va a lograr que las personas tengan muchos más hijos. Quizá alguna política logre levantar la natalidad un poco. Quizá a más largo plazo las condiciones naturales y sociales cambien y leamos que las personas tengan interés en tener más hijos, pero en el momento, hoy, lo que pasa en el mundo es que los sistemas de seguridad social tienen que adaptarse a una demografía que cambia. Cambiar la demografía es mucho más difícil que adaptar los sistemas de seguridad social. 

¿Cómo ve el proyecto de Cabildo Abierto para fomentar los nacimientos?

El objetivo que presenta Cabildo Abierto es de aumentar la natalidad, eso no va a ocurrir. Es difícil pensar que sea válido como objetivo, porque lo que hay que buscar es que las personas tengan los hijos que quieren en el momento que quieren y que puedan tener una vida plena en ese sentido. Bienvenidas todas las medidas, los programas, las intervenciones que permiten mejorar la calidad de vida de las familias en términos económicos y en términos de involucramiento de los padres en la crianza de los niños. Aumentar los días de licencia paternal y el tiempo en que los padres pasan en los primeros años de vida. Todas esas medidas me parecen buenísimas para mejorar la calidad de vida y mejorar los lazos familiares. Que eso vaya a tener resultados en la natalidad es muy poco probable. Si los tiene, no son muy duraderos. En la mayoría de los países del mundo –con políticas muy sostenidas– lo que ha pasado es que no hay gran impacto. 

En la coalición de gobierno también se está trabajando en la línea de incentivar nacimientos, ¿qué recomendaciones pueden hacerse desde la academia?

Nunca tendría una recomendación para un plan que pretenda fomentar la natalidad. No me parece un objetivo que atienda los derechos de las personas, ni el bienestar de las personas. Lo que se puede es crear las condiciones para que aquellas personas que quieren tener hijos y no los están tendiendo se encuentren con entornos mejores. 

Les diría que hay que tomar en cuenta que la fecundidad y la natalidad responden a cuestiones coyunturales que tienen que ver con la propia inercia demográfica. Ahora está muy baja, por debajo de 1,5. Pero es resultado de una circunstancia particular. La fecundidad en Uruguay nunca va a ser alta, ya no es alta desde 1950 por lo menos, cuando las mujeres tenían tres hijos. Eso bajó hace 70 años a dos hijos por mujer y es un valor que coincide con la norma social. Pero lo que sí es seguro es que va a haber un rebote de la fecundidad. Estamos en un momento particular en el que un grupo de mujeres está dejando de tener hijos. Cuando miremos un poco más adelante la fecundidad va a aumentar. Claro que no vamos a volver a tener tres hijos por mujer ni 2,5. Ningún país va en ese sentido. En el caso de Uruguay va aumentar, porque la caída en picada se debió a la elección del tiempo.

Hay sociólogos que dicen que cierto impacto de las políticas pronatalistas podría medirse en décadas. ¿Coincide?

Pero tendrían que sostenerse esas políticas. Es muy difícil proyectar. No sabríamos si es por eso o porque cambió la mentalidad. Es probable que lleve tiempo, o podrá ocurrir de repente un pequeño rebote en la fecundidad. Quizá en un momento, pero eso tiene patas cortas, no tiene un efecto duradero. El tipo de transferencia económica es puntual y, cuando tienen efectos, son muy menores. Las medidas pueden tener efectos positivos, pero no dónde se pretende. 

¿Tiene que ver la baja en los nacimientos con el cambio de la composición familiar?

Todos los cambios en la familia se asocian a la caída de la fecundidad. De hecho, lo que pasó en Europa cuando cayó la fecundidad a niveles tan bajos lo primero que se vio fue que había que entender qué estaba pasando en general en términos de indicadores familiares. Las personas entraban menos en pareja, entraban más tarde, pasaban tiempo en pareja sin tener hijos. Lo que antes se veía como un camino estándar empezó a cambiar en los '70. En los '90 ya hay una inclusión enorme de los cambios en la familia: las parejas duran menos y cambió el rol de la mujer, que dependía mucho del matrimonio en términos de identidad social. 

¿Qué rol juega en los nacimientos la fuerte inmigración que recibió Uruguay estos años?

Muy poco. Es importante porque hace mucho tiempo que no recibíamos inmigración. Hace ocho años o nueve que estamos recibiendo contingentes importantes y eso dio vuelta una tendencia en la cual siempre había saldo negativo. Pero no podemos pensar que porque estamos recibiendo inmigración no están saliendo uruguayos. El fenómeno más nuevo es que estamos recibiendo población de Latinoamérica. Eso genera mucha efervescencia en la población. Porque cambia la gastronomía, empezamos a escuchar otros acentos, es una brisa nueva. Pero en términos de fecundidad no. La mayoría tienen educación alta, no son poblaciones que vayan a tener muchos hijos y también se están adaptando al Uruguay, pero no es tan fácil rápidamente tener hijos. Tendrían que ser muchos más inmigrantes para que tuviera impacto.

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