Volviendo a 2002, tomada la decisión de activar un "plan B", lo primero fue aprobar el curso de introducción a la cunicultura de Sudec, en la Rural del Prado, dictado en aquel momento por Daniel Denes.
Su primer criadero no tuvo nombre y no tenía dónde instalarlo, le cedió un espacio su exsocio del taller, en un predio en Camino del Andaluz. Arrancó con 60 conejos de las razas Neocelandes y Californiano y llegó a tener 350, hasta que llegó un doble tropiezo: en 2004 la Fiebre Hemorrágica Viral devastó a la cunicultura local y liquidó su criadero, y además falleció Roxana, su primera esposa.
Juan Samuelle
Gustavo, delante del Galpón de Aves y Conejos, en la Rural del Prado.
Tras varios años, la pasión revivió en 2012 cuando Sebastián cumplió 10 años y quiso tener conejos. “Fuimos a la Rural del Prado y compramos un casal de la raza Neocelandés y todo arrancó de nuevo”, recordó. Ahora en casa propia, en el Prado, en un terreno de 400 m² y con la familia al frente del emprendimiento comenzó un criadero que sí tuvo nombre, "La Conejera", pero con un detalle: prometieron, para no encariñarse, no ponerle nombre a ningún conejo.
Sobre el comienzo fueron a comprar unas jaulas europeas y el vendedor iba a faenar una conejita negra, pero Gustavo decidió comprarla. Era una cruza, descendiente del Neocelandés negro y pasó a ser “la mimosa” de un criadero que sumó a la raza Californiano y llegó a tener 400 ejemplares.
Juan Samuelle
La coneja negra, la mimosa del criadero "La Conejera".
Además de hacer lo de todo cabañero responsable, avanzar en la mejor fenotípica de cada raza, Gustavo comercializaba animales a frigorífico, en forma particular, vendía reproductores y también para mascotas.
Cuando llegó la conejita negra (tampoco le pusieron nombre) surgió otra promesa: el criadero existiría hasta que ella cumpliera su ciclo de vida. En 2021 murió y al año siguiente el criadero fue cerrado, con un detalle: no vendieron los conejos que quedaban, fueron regalados a jóvenes que estaban haciendo sus primeras experiencias en la cunicultura.
Uno de los mejores ejemplares que calificó.
Como expositor, en pocos años, Gustavo tuvo logros destacados, como varios campeones de categoría y un Reservado de Gran Campeón Neocelandes, en la Expo Prado 2014.
Hoy es solamente jurado y asesor de cabañeros y criadores comerciales. Está vinculado a un emprendimiento del área de Desarrollo Rural de la Intendencia de Canelones, a cargo del director, Pablo González, que busca promover la existencia de cabañas en territorio canario.
La opción de criar conejos es muy interesante en predios pequeños, como emprendimiento exclusivo o para diversificar. Una de las potencialidades, dijo Gustavo, es el valor de la carne, sumamente nutritiva y con varias ventajas. En su casa, es parte de la dieta familiar.
Juan Samuelle
Por las manos de Gustavo, estima, pasaron unos 20 mil conejos.
Tras recibirse en 2016 como jurado, en Montevideo calificó en la Expo Prado de setiembre y en la Expo Otoño de la Semana Criolla, pero también en el interior, en Carmelo, Paysandú, Tarariras, Ombúes de Lavalle y en la Fiesta del Ovino y de la Granja en Canelones.
El dato
“En 2015 comencé como tatuador y eso me permitió recorrer todos los criaderos, aprendí muchísimo de esa experiencia, pasaron por mis manos miles de conejos y si tengo en cuenta cada jura y la cantidad de conejos en cada una, cientos a veces, capaz unos 20 mil conejos hayan pasado por mis manos”, contó Gustavo.
“Observando he aprendido lo que debo hacer y lo que no, a ser profesional, 100% imparcial, en la jura no hay amigos, la vedete es el conejo y no el jurado, no califico a cabañeros, ni sé de quién es el conejo que tengo sobre la mesa”, enfatizó. Eso, destacó, “ha hecho que me sigan dando la responsabilidad de ser jurado y eso es un orgullo tremendo”.
Durante la pandemia por covid, aprovechó para seguir aprendiendo y calificó como jurado internacional, pero no tiene por ahora como objetivo ir a jurar al exterior: “Acá la base genética es excelente, el cabañero uruguayo es muy profesional, totalmente competitivo, hay que ponerles un sote, un sobresaliente por su dedicación, esfuerzo y capacidad, jurar acá es un placer y disfruto tanto que no tengo como expectativa otra cosa, cada jura es un desafío más que suficiente”.
Juan Samuelle
Hugo Piva, Nelson Pera y Gustavo, en plena jura.
Un detalle nada menor, comentó, "es la colaboración que se tenga en la jura, hay muchos conejos, muchas razas, muchos detalles, tener la asistencia de otro jurado (en la foto, Nelson Pera) y de un secretario (en la foto, Hugo Piva) es algo fundamental, gente que sabe mucho y te facilita todo siempre".
El siguiente video muestra un momento de la jura de Zícari esta semana, en el predio ferial del Prado.
Durante la charla con El Observador, Zícari pidió para agradecer: “A mi familia, a todos los cunicultores, a Dardo Dutra que en 2014 me invitó a ser secretario de Sudec y así comenzó una carrera de directivo que me llevó al orgullo de ser presidente y ahora a estar en la Comisión de Ética”.
También agradeció a Gonzalo Arroyo, exgerente de la Asociación Rural del Uruguay (ARU), “porque además del gran apoyo que siempre nos dio tuvo la deferencia de invitarme, con mi señora, a que escribamos el artículo sobre cunicultura en el libro de los 150 años de la ARU”.
Otra de las juras, en la Expo Prado.
Cuando se le preguntó por una anécdota que haya vivido como jurado, dijo que ha visto en sus juras a autoridades del gobierno nacional y del departamental, ni que hablar de la ARU, “pero quiero destacar que cada vez que un gran criador, de esos que forjaron la cunicultura nacional, fue a verme jurar es algo emocionante, me acuerdo de algunos que ya no están y de otros que por suerte sí los tenemos: Brígido “Paysa” Liesegang, Luis Ganz, Luis Chiappino, Dardo Dutra, Antonio Domínguez, Raúl “Chocho” Fuentes y Álvaro Corbo”.
Otro de los jurados que integró.