En esta vida hay quienes deben hacer prácticamente de todo para sobrevivir. Hay incluso profesionales que deben arreglárselas para poder llegar a fin de mes haciendo malabarismos laborales en disciplinas o actividades que no son las suyas. Conocí a un médico que trabajaba también de taxista para poder pagar las cuentas. A un arquitecto que pintaba casas y arreglaba techos. Hacía buen dinero cada vez que venía una tormenta y arrasaba los tejados. Ante los ejemplos que la realidad se encarga con regularidad de traer, surge siempre la misma pregunta: ¿Para qué sirve todo lo leído si en ocasiones no ayuda ni siquiera para conseguir un buen trabajo? Con un mundo que parece estar viviendo en crisis económica en todas partes, la cuestión se repite. Mantiene actualidad.
Estudiamos y leemos creyendo que el progreso intelectual actuará como catalizador de nuestras expectativas económicas, pero esto no siempre se cumple. Claro está, en caso de que la sabiduría que sale de las páginas sirva para algo, nadie en su sano juicio puede ponerse a culpar a los libros de la escasez económica asociada al conocimiento. También es cierto que sin preparación nadie puede esperar un cambio cualitativo, salvo que gane la lotería. En EEUU, donde el subempleo es alto, años atrás alguien se ganó la lotería por sus conocimientos. Podemos decirlo así.
En el programa de preguntas y respuestas estilo Martini Pregunta, llamado Jeopardy!, el participante, Ken Jennings, sobrevivió 74 programas seguidos (récord en la televisión mundial), tras responder en forma correcta 2.700 preguntas. En 2004 ganó U$S 2.520.700. Cuando todo parecía que el participante iba camino a convertirse en imbatible, perdió en una pregunta más fácil que otras. La mente es así (aunque nadie sepa bien qué quiere decir que sea “así”).
El casi invencible se tomó la derrota filosóficamente y dijo que lo que más extrañaría iba a ser estar cinco días a la semana en la pantalla de televisión, permanencia que le sirvió –al menos por un tiempo- para ser tan popular como una estrella de Hollywood, sobre todo entre los jóvenes. Los ratings del programa aumentaron un 22% desde la aparición del sabelotodo.
Parece imposible que alguien pueda batir el récord de Jennings, pero los récords existen para que alguien intente romperlos. Quien busca ser el nuevo rey del mencionado programa de preguntas y respuestas se llama James Holzhauer y días atrás llego a la suma de US$ 2.065.535, obtenida tras triunfar en 27 programas, uno tras otro. Aunque todavía le falta mucho para superar el récord de 74 programas consecutivos de Jennings, Holzhauer ha demostrado ser un sabelotodo en todas las categorías de preguntas en que las que ha participado, habiéndose convertido en millonario que va a más.
Los muy buenos ratings que está obteniendo Jeopardy! en estos días a raíz de la presencia de Holzhauer, ha servido para propagar la idea de que los conocimientos ayudan si uno quiere mejorar el estatus económico y están ayudando al programa de preguntas y respuestas a convertirse en el más visto de la tarde. En ocasiones, la televisión estimula con programas de calidad que entretienen también a la inteligencia. Cabría preguntarse ¿por qué, la televisión uruguaya no imita el ejemplo y crea un programa por el estilo, en el cual el conocimiento y no la banalidad sea el protagonista?
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