Tiempo de lectura: -'

17 de octubre de 2020 a las 05:01

Estás por alcanzar el límite de notas.

Suscribite ahora a

Pasá de informarte a formar tu opinión.

Suscribite desde US$ 3 45 / mes

Esta es tu última nota gratuita.

Se parte de desde US$ 3 45 / mes

La terquedad, en cuanto a rasgo del carácter de una persona o de una organización, puede llegar a ser una conducta beneficiosa, como bien dijo recientemente el presidente Luis Lacalle Pou al reconocer la actitud obstinada de productores lecheros en crisis.

Pero, desde Aristóteles, también sabemos que las actitudes tercas incluyen una cara negativa cuando no reflejan una realidad, sino la imaginación o ideas comprobadamente equivocadas en relación con la búsqueda del bien común. Y, cuando ello ocurre, provoca más dificultades y refuerza o desencadena un ambiente de incertidumbre.

La decisión del PIT-CNT de embarcarse una vez más en una recolección de firmas para la convocatoria a un referéndum, ahora con el propósito de la derogación parcial o total de la ley de urgente consideración (LUC), es propia de la cualidad negativa de la terquedad.

Los principales dirigentes del PIT-CNT buscan llegar a un acuerdo con el Frente Amplio y organizaciones de la sociedad civil para fortalecer un movimiento pro referéndum.

Para avanzar en esa estrategia, el PIT-CNT necesita del apoyo del Frente Amplio, en donde se han escuchado voces a favor y otras en tono dubitativo.

Es un bloque que, en el pasado, logró derribar planes de reforma del Estado, aunque también tiene batallas perdidas.

Es muy difícil hoy tener certezas sobre la potencia de la iniciativa sindical, en un escenario político y electoral muy diferente al que hubo antes de que el Frente Amplio llegara al gobierno, sumada la excepcionalidad derivada de la pandemia.

La LUC, que incluye medidas muy diversas –fortalecimiento de la Policía, una regla fiscal, disposiciones para la transparencia del Estado, cambios en la gobernanza en la enseñanza y la prohibición de piquetes y ocupaciones de los lugares de trabajo–, fue ampliamente difundida y discutida, antes incluso del 1º de marzo.

Además, y tan o más relevante, una buena parte de la LUC honra compromisos asumidos durante la campaña electoral –que desde el punto de vista temporal está a la vuelta de la esquina– por parte del Partido Nacional y sus socios de la coalición.

Es decir, que el PIT-CNT quiere tirar una ley que recoge ideas y propuestas que fueron apoyadas en las urnas en primera y segunda vuelta electoral y que obtuvo un fuerte respaldo parlamentario.

El referéndum es un instrumento constitucional necesario, pero del que no se debería abusar por el bien de la democracia.

Es cierto que las elecciones y las votaciones en general hablan de la calidad del sistema democrático, pero sin perder de vista el papel del sistema de representación y la responsabilidad de quienes ocupan de manera definida los poderes del Estado.

En ese sentido, la LUC es producto de un gobierno elegido legítimamente y recoge la plataforma electoral mayoritaria. ¿Por qué tendría más representatividad el resultado de un referéndum?

En un artículo en The New York Times acerca de la posibilidad de una segunda consulta en Reino Unido sobre el brexit, publicado en enero de 2019, los politólogos consultados derriban mitos sobre el recurso del referéndum: “Son engorrosos, peligrosos y ni siquiera son tan democráticos como parecen”.

Lo que es válido para el brexit también debería serlo para una ley que refleja el libre juego (y limpio) en una democracia.

CONTENIDO EXCLUSIVO Member

Esta nota es exclusiva para suscriptores.

Accedé ahora y sin límites a toda la información.

¿Ya sos suscriptor?
iniciá sesión aquí

Alcanzaste el límite de notas gratuitas.

Accedé ahora y sin límites a toda la información.

Registrate gratis y seguí navegando.