Diego Battiste

El resultado que "nos pone nerviosos a todos"

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02 de abril de 2022 a las 05:02

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Hubo una tregua de unos meses y casi no se escucharon reclamos de integrantes de la coalición de gobierno y casi no hubo rezongos disimulados del presidente Luis Lacalle Pou ante la salida de tono de alguno de los socios que lo llevaron a la presidencia. Pero poco más de 48 horas después de que se saldara el referéndum de la LUC a favor del No, uno de los principales socios de esta coalición puso sobre la mesa la lista de pendientes que desde su punto de vista se deben cumplir para que los nervios del domingo 27 no se transformen en la derrota del 2024.

Mientras que los comandos del Sí y del No esperaban los resultados del referéndum, el senador Guido Manini Ríos dijo: “Lo bueno de este resultado es que a todos nos pone nerviosos. Somos conscientes de que con cualquier error, perdemos”. Estaba conversando informalmente con la senadora Carmen Asiaían y Alberto Volonte y sus palabras fueron captadas en un video que publicó El País.

El comentario de entrecasa parece ser una obviedad, pero no lo es tanto, sobre todo de cara a la dinámica de la coalición multicolor que ahora encara la segunda parte de un gobierno en el que los partidos “menores” no lograron cambiar demasiados rumbos al plan de vuelo definido por el presidente Luis Lacalle Pou. 

El referéndum demostró que los bloques que quedaron conformados en la votación del balotaje de noviembre de 2019 se mantienen bastante estables, si bien hubo algunas fluctuaciones curiosas. La conclusión para quienes integran el gobierno debería ser otra obviedad: es bastante difícil, por no decir imposible -al menos en las circunstancias actuales- que un solo partido de la coalición multicolor logre ganar las próximas elecciones, como también lo fue en 2019. En cambio, no resulta tan imposible que el Frente Amplio gane solo, como casi lo hace en 2019. 

La coalición multicolor parece ser una estructura obligada a existir para evitar que gane el Frente Amplio, al menos en el futuro cercano. La obviedad deja paso entonces a una compleja maquinaria, que obliga a los socios a encontrar mecanismos para dirimir las diferencias y disimular los descontentos, pero sobre todo para diferenciarse electoralmente entre ellos de cara a octubre de 2024, momento en el que se juegan el todo por el todo con la representación parlamentaria que luego les da fuerza de negociación ante el ganador con el que se coaligan.

Esta semana, Manini Ríos y sus colegas de Cabildo Abierto primerearon a la hora de salir a expresar públicamente que no hay lugar para errores, en un mensaje que fue mucho más para el presidente y su círculo de gobierno más íntimo, que para el resto del sistema político. Al advertirlo, el senador busca conseguir una incidencia más profunda en las decisiones del presidente que ha sabido aguantar a veces con paciencia real y otras con impaciencia bien disimulada, algunos golpes de parte de sus socios, inevitables cuando se integra una coalición con elementos políticos tan disímiles como la que hoy gobierna Uruguay. 

Manini Ríos dijo en entrevista con En Perspectiva que los errores a los que se refiere implican “no lograr cumplir con lo prometido”: mejorar la seguridad, reactivar el mercado de trabajo, reformar la educación y “hacer las cosas de forma tal que la gente perciba que se hacen los cambios que se prometieron”. Agregó que el gobierno debe tener más en cuenta las propuestas de Cabildo Abierto que, entiende, muchas veces quedan relegadas a un segundo plano. “De nada sirve sentarnos a una mesa si una parte no está dispuesta a ceder un centésimo”, dijo.

La movida del senador comenzó en las declaraciones y siguió en los hechos, cuando se reunió con el presidente, a quien le presentó una serie de propuestas para contener la suba de precios de los alimentos. Entre otras cosas propuso acordar un precio fijo para unos 15 a 20 productos de la canasta básica de “consumo popular”, para que mantengan su valor por “tiempo indeterminado”. 

Lacalle Pou había anunciado el mismo domingo del referéndum que el tema precios, que se dispararon en varios rubros como consecuencia de la inestabilidad internacional y en particular de la guerra en Ucrania, serían su objetivo inmediato. El miércoles se reunió con jerarcas del Ministerio de Economía, de Ganadería y de Industria; en la misma semana en que aumentó el combustible, anunció que se sacará el IVA a los fideos y panificados durante 30 días y que podría haber exenciones arancelarias a la importación de productos tales como el aceite. 

Manini Ríos fue un paso más allá en el tema y habló de “control de precios”, algo a lo que no se ha referido con nombre y apellido el presidente y su entorno cercano. “Todo lo que se haga en este sentido es poco, hay que ponerle un freno a esta escalada de precios y contemplar la realidad de una gran parte de nuestra población, que está con serios problemas para poder cumplir con sus necesidades”, dijo luego de la reunión con Lacalle Pou.

El tema de los precios de nuevo emparenta al partido de Manini con el discurso del Frente Amplio que, como cualquier oposición que se precie de tal, hace de la crítica a los aumentos una de sus principales banderas. 

Eso de dormir con el enemigo es moneda corriente en la política. En esta coalición y en este momento tal vez Cabildo Abierto no sea el enemigo, pero sí la enorme piedra en el zapato que calza el presidente en cada paso que da. Claro que la puja de poder es de ida y vuelta; mientras que Manini Ríos aprovecha para pasar su mensaje (dirigido al presidente, pero sobre todo a sus votantes), Lacalle Pou camina por la viga del poder con la certeza de que ni su partido ni ningún otro ajeno al Frente Amplio puede darse el lujo de abandonar una coalición vital para mantener a la izquierda lejos del Poder Ejecutivo. Si alguna vez Julio Sanguinetti o el propio Manini o el senador Domenech se pusieron duros con algún tema a la hora de exigir medidas o movidas, ahora no hay tanto espacio ni paciencia para los reclamos. 

En ese sentido puede haber algo de verdad en lo que dijo Lacalle Pou sobre la fortaleza de la coalición post referéndum, pero también es verdad que es una fortaleza obligada y no elegida, un matiz que no debería ser importante si las diferencias se logran resolver mano a mano entre los líderes. 

El segundo tema que eligió destacar Manini Ríos, y también algún otro socio menor de la coalición multicolor como Gustavo Zubía (Tercera vía), es que es fundamental que haya diálogo. Lo mismo que viene pidiendo el Frente Amplio y lo mismo en lo que hizo hincapié el comando del Sí cuando ya se veía venir que no llegaban. 

Diálogo puede significar muchas cosas, según el cristal con el que se elija enfocarlo: encuentros y buen relacionamiento o decisiones en las que hay participación de la oposición e incluso de organizaciones sociales tales como sindicatos. 

El domingo 27 Fernando Pereira dejó en claro cuál es concepto de diálogo; reconoció que el presidente abrió los canales de comunicación, pero consideró que “dialogar socialmente implica llegar a acuerdos. Hemos tenido muchos diálogos y pocos acuerdos”.

La coalición de gobierno no sale ni favorecida ni perjudicada de esta instancia electoral. Sale advertida de que debe mantenerse unida, en las apariencias pero también en las decisiones divergentes, si pretende relegar al FA nuevamente. El punto de equilibrio ya era complicado. Puede serlo más.

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