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El turismo rural: un negocio en auge que le genera un extra al campo

El campo se ha convertido en un atractivo para turistas nacionales y extranjeros

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13 de julio de 2019 a las 05:00

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En algunas se cría ganado, en otras hay cultivos, las hay con emprendimientos forestales, también con tambos o en granjas. Son un grupo de 130 establecimientos del medio rural que tienen, además de sus propósitos productivos, algo que las distingue: han decidido abrir sus porteras al turista, sea nacional o extranjero, actividad que han ido desarrollando y cada vez con mayor profesionalismo.

Carmen Passarella, directora de El Ceibo –una de esas estancias turísticas–, fue secretaria general de la Sociedad Uruguaya de Turismo Rural (Sutur) durante 14 años, en una entidad que hoy preside Marina Cantera. Con ambas dialogó El Observador para saber cómo marcha esta pata del turismo, que tiene bastante menos difusión y   popularidad que el clásico sol y playa de cada verano. 

El turismo rural en Uruguay vive un crecimiento exponencial y se ha diversificado en distintas propuestas que van más allá de lo específicamente agropecuario, sino que también apuntan al disfrute de los espacios de naturaleza.

El Ministerio de Turismo (Mintur) tiene unos 130 establecimientos de turismo rural registrados, aunque varios agentes, pese a la obligatoriedad, no están inscriptos.

Entre los que están en regla se hace de todo: desde actividades en la naturaleza, actividades náuticas –como cayac o canoas–, cabalgatas, pesca u observación de aves.  

 

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La presidenta de Sutur recordó años atrás había solamente estancias turísticas, pero hoy el abanico es bastante amplio. Su desarrollo estuvo atado a políticas del Mintur que han tenido un “muy buen resultado” ya que hoy no se necesita tener un casco de estancia para explotar un emprendimiento, sino que es más bien un turismo en espacios naturales porque hoy hay chacras, casas o posadas de campo.

 

“El turismo rural siempre ha promocionado la vida de campo, lo que significa para el país y lo que es vivir allí”, Marina Cantera,
presidenta de Sutur

 

El turismo rural siempre es una actividad complementaria de otras del medio agropecuario. Al momento son pocos los lugares que pueden vivir solamente de ello. Esas excepciones están ubicadas en las cercanías de polos turísticos, como Punta del Este, Colonia o Montevideo. 

El público extranjero busca autenticidad y actividades concretas, no lugares masivos. Por ejemplo, su ideal de estadía es una familia que viva en el campo y que tenga una historia. Un ámbito del que puedan disfrutar de forma auténtica. “A los extranjeros no le gustan los lugares armados, ni que sean pensados para el turista. Por el contrario, buscan vivir la experiencia de las personas que viven allí”, aseguró Cantera. 

Sutur participa del proyecto de Conciencia Agropecuaria, impulsado por el Ministerio de  Ganadería Agricultura y Pesca (MGAP), aunque desde la gremial se aseguró que el sector trabajó en ello desde siempre y en cualquier ámbito porque ha sido un difusor de la cultura agropecuaria.

 

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Cantera dijo que el campo es algo que “cada vez se valora más”, sobre todo en los uruguayos porque ha crecido el interés por salir a conocer su país. “La gente quiere cada vez más salir y estar en contacto con la naturaleza”, aseguró.

Todo el año es temporada

El turismo rural tiene una temporada muy extendida, pero durante primavera, verano y otoño es cuando se tiene un mayor número de visitantes. Pese a ello, es un turismo que se practica todo el año porque las personas escapan de los picos de gente y aprovechan la economía de la temporada baja. 

Mientas los extranjeros aparecen en verano, los uruguayos –que van mucho por el día– lo hacen durante la primavera y en un par de meses del otoño.  Carnaval y turismo son dos fechas importantes. 

 

 

Entre los extranjeros, el mate y el asado se llevan gran parte de la curiosidad. La gran mayoría de los establecimientos tienen mates y termos para enseñar a tomarlo.

La carne es otro jugador fundamental en la mesa. De hecho, desde Sutur aseguran que el turismo rural es un gran vendedor de carne, ya que ofrecen al turista la oportunidad de probar un producto premium y, cuando retorna  a su país de origen, va en busca de la carne uruguaya.

25 años en el rubro

Junto a su esposo, Carmen Passarella lleva adelante El Ceibo, un establecimiento dedicado al turismo rural desde hace 25 años. Ubicado a 16 kilómetros de Florida, el emprendimiento comenzó como una alternativa de vida.  

El Ceibo ha recibido gente de todas partes del mundo: Japón, China, Australia, Nueva Zelanda, Turquía, Israel, Europa, Estados Unidos, Canadá y América Latina. “No he tenido griegos ni gente de Groenlandia”, contó entre risas.

 

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Lo clásico es recibir gente que está de paso para Colonia o que llegaron a Montevideo, hicieron la costa de Rocha, pasan por Florida, recorren Colonia y se van a Buenos Aires.

Narró que los extranjeros vienen muy informados y saben que Uruguay es un país agropecuario y ganadero por excelencia. Por eso, cuando viene un vegetariano, le pide perdón a los anfitriones por no comer carne. Passarella repasó algunas anécdotas. Entre ellas, contó que muchos extranjeros le preguntan si tiene marihuana, porque piensan que se planta como “perejil en la huerta”. 

 

 

“Un día un alemán escribió en Tripadvisor que no había salchicha en el desayuno. Yo le respondí amablemente: calculo que si voy a Alemania no va a haber mate en el desayuno. Yo te ofrecí de todo, si no me lo pediste en el momento no tengo nada para hacer”, agregó. 

El menú siempre tiene como base productos uruguayos (tortafritas, dulce de leche o mermeladas), pero para los italianos tiene nutella, para los chinos picante, para los franceses queso o para los americanos huevos.  

Al menos de que las pidan, no se ofrecen achuras porque es algo que “impresiona” y en otros casos “da asco”. “Es como que a nosotros nos ofrezcan perros o gatos en China. No los podemos obligar a lo nuestro”, explicó.

 

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Generalmente “se oculta” lo comercial. Así, estos establecimientos no tienen recepción ni front desk y no hay pantalla en el dormitorio porque la finalidad es que vivan una experiencia de ruralidad. 

Las actividades dependen de la época del año porque no se puede esperar a que estén los turistas para realizar las tareas de campo, como la esquila o las pariciones. 

Sin embargo, Passarella quitó “romanticismo” al tema. “No todos los turistas quieren ir a buscar a las ovejas de noche para traerlas a la casa y son pocos los que se levantan temprano para ir a buscar los caballos, ensillarlos y después desayunar. Primero desayunan y luego van al galpón para subirse al caballo ya ensillado”, relató. 

 

La cifra
US$ 120 por día es lo que cuesta aproximadamente el hospedaje en un establecimiento rural. Ese precio incluye la pensión completa: las cuatro comidas y todos los paseos, entre ellos, las cabalgatas.
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