Tras haber esquilado a 13 mil ovejas, y a una llama –utilizada para animal de guardia, para cuidar a los ovinos–, en la nieve de una zona desértica en Estados Unidos, Richard Alpuy está pronto para volver a su casa en Colonia Lavalleja, Salto.
Desde Idaho, este esquilador contó a El Observador su experiencia en un oficio que conoce hace más de 20 años. Toda la vida estuvo vinculado al medio rural. “Salí de la escuela y me fui a trabajar al campo”, contó. Hizo varias tareas como peón rural, hasta que llegó a ser encargado de estancia, junto con su esposa, Blanca.
Gracias al Secretariado Uruguayo de la Lana (SUL), en la década de 1990 aprendió a esquilar y en 1994 salió por primera vez del país para realizar ese trabajo, cuando se fue a la Patagonia, en Argentina.
Trabajó varios años en el rubro, en 2007 viajó por primera vez a Estados Unidos. Idaho, Nevada, Utah y Wyoming son los lugares que Richard –junto a 18 esquiladores más, varios uruguayos oriundos de Artigas y Salto– recorren desde enero hasta junio para realizar la esquila en el desierto.
“Como todos los uruguayos que andamos acá, nos aguantamos. La familia queda en Uruguay y nosotros venimos para mejorar”, mencionó desde ese país en el norte.
La familia también trabaja en el rubro. Blanca y su hijo Enzo se encargan de coordinar grupos de esquila en el norte de Salto, dado que tras varios años de trabajo Richard se convirtió en contratista para la zafra de esquila. “Es un trabajo familiar”, explicó y comentó que le gustaría disculparse con su familia por "tener que abandonarlos tanto por razones de trabajo". "Ellos salen adelante y eso me enorgullece y me hace muy feliz", añadió.
A Uruguay regresa para hacer la esquila preparto, luego la actividad baja hasta setiembre y después, en octubre y noviembre, se da el grueso de la actividad local, explicó. En ese tiempo, junto a su hijo y al equipo de trabajadores, Richard esquila 100 mil ovejas. Y de cara a eso, tiene previsto retomar la actividad en los próximos días. Incluso al cierre de esta edición iniciaba el viaje de regreso.
En esta zafra en Estados Unidos los esquiladores –que son uruguayos, mexicanos y peruanos– esquilaron más de 240 mil ovejas.
Se dividen en tres grupos de trabajo. Este año, el grupo de siete en el que trabaja Richard logró esquilar 93.500 ejemplares (13 mil las esquiló él). En la zafra anterior fueron 98 mil animales para ese grupo. El número bajó porque la lluvia afectó la actividad en algunas jornadas. Además de las ovejas, por año esquilan una llama, algo que es común en esa zona, donde las utilizan para cuidar a las majadas.
Por cada oveja esquilada reciben US$ 2, “en cuatro meses se hacen alrededor de US$ 20 mil”, destacó.
Durante la zafra, los trabajadores viven en un trailer o casa rodante, con el que viajan de campo en campo, para realizar las esquilas. Con ellos va otro trailer en el que realizan la esquila, y una máquina que prensa la lana, para dejarla en fardos en cada campo.
Hay veces en las que los grupos no pueden ir a los campos, por las lluvias o nevadas. Este año enero fue muy frío, hubo hasta 20° C bajo cero. El cambio de temperatura es bastante sorprendente: se va de su casa en Salto con 40° C y llega a Idaho con temperaturas muy bajas.
“Con nieve en los desiertos se esquila, los animales ya están aclimatados al frío. Y uno trabajando entra en calor”, detalló.
Trabajan con animales de las razas Poll Dorset, Merino y Caramora. El negocio ovino en esa zona de Estados Unidos es sobre todo para la venta de corderos. Lana y corderos se comercializan para diferentes estados. “Ahora dicen que bajó un poco, pero acá un cordero anda en US$ 300, y en Uruguay valen US$ 80”, comentó.
La experiencia que más le ha sorprendido es la de esquilar en el desierto en invierno. En Estados Unidos “la esquila es muy dura”, por las temperaturas y porque las ovejas “son inmensas de grandes por la barriga que tienen, porque quedan pesadísimas”.
“En Uruguay estamos acostumbrados a una producción de corderos de 80%, pero en Estados Unidos es de 160%, cada oveja da dos o tres corderos”, destacó.
El tamaño de los animales no solo hace que la esquila sea difícil, sino que los trabajadores deban tener mucho cuidado al manipularlos, deben tomar todos los recaudos porque el animal se siente incómodo en algunas posiciones.
Pese a lo difícil de la tarea, “es un buen trabajo, fue la forma que tuve de salir adelante”, dijo. “Armé mi grupo de esquila, la empresa me ha ayudado bastante, vengo y trabajo, llego a Uruguay y trabajo”, agregó.
Así como en Uruguay los perros tienen en vilo a los ovejeros, en Estados Unidos la preocupación la generan los coyotes. Son muy parecidos a los zorros, explicó Richard. Es por eso que es muy común que en cada predio cada 1.000 ovejas haya un cuidador. Mayoritariamente estos cuidadores son peruanos que van a trabajar durante las zafras a Estados Unidos.
Estos cuidadores, que viven en trailers como los esquiladores, trabajan mucho con perros de la raza Maremma para cuidar a las ovejas. Además, se encargan de controlar que las majadas “no se desparramen en los desiertos”, agregó. En la zona oeste y noroeste de ese país, en donde hay mayormente suelos rocosos, los ovinos se han adaptado muy bien.
Además, es común ver vacunos, allí la cría de Aberdeen Angus también está desarrollada.
Lo que más le ha gustado de su trabajo en el exterior es que le ha permitido sacar adelante a su familia en el plano económico, y pese ha que ha visto paisajes diferentes a los uruguayos, no cambia su país. “Me sigue gustando Uruguay, encantado lo sigo eligiendo”, afirmó.
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