En defensa de la vaca: cómo Uruguay logró reducir emisiones contaminantes sin afectar la productividad

La ganadería comienza a mostrar resultados ambientales en la mitigación de emisiones de gases de efecto invernadero; se aceleran las certificaciones y la aplicación de herramientas tecnológicas

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02 de julio de 2022 a las 05:30

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Los planes de Uruguay para mitigar las emisiones y mejorar la captura de gases de efecto invernadero en el sector ganadero empiezan a arrojar resultados medibles. Varios anuncios en las últimas semanas confluyen en este camino: a los avances del proyecto oficial Ganadería y Clima se suman los procedimientos de certificación comercial que incorporan nuevas herramientas tecnológicas.

Uruguay postula el objetivo de reducir las emisiones sin afectar la productividad del sector que más gases de efecto invernadero genera: agricultura y ganadería. Incluso tiene la intención de incrementar la productividad sin generar costos adicionales, a diferencia de otros países como Nueva Zelanda y Países Bajos.

Los resultados del primer año de trabajo de campo del proyecto Ganadería y Clima señalan que los productores participantes redujeron en 5% las emisiones totales de carbono (CO2), incrementando su eficiencia.

Los establecimientos aumentaron 10% la producción de carne vacuna y 15% la carne ovina, y la intensidad de emisiones por kilo de carne se redujo 16%, con un factor interesante: la dotación ganadera en los campos, se redujo 6% la carga animal.

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Evitar el sobrepastoreo es una de las claves del manejo: bueno para el clima, bueno para los animales y las pasturas, bueno en definitiva para la familia que produce en ese campo.

En efecto, el ingreso familiar aumentó 20% en promedio según los datos del proyecto de los ministerio de Ambiente (MA) y de Ganadería, Agricultura y Pesca (MGAP), presentados el viernes 8 en la Expo Uruguay Sostenible.

El país busca recorrer un camino integrado. El sector más contaminante es a la vez el que permite fijar carbono en la masa forestal y en los suelos. “Es un potencial que el país debe aprovechar”, afirmó Cecilia Penengo, directora de Cambio Climático del MA en la presentación de avances del proyecto Ganadería y Clima.

El sector agropecuario es el más afectado y vulnerable a los impactos del cambio climático: “todo lo que se trabaje para  mejorar su capacidad de adaptación es importante”, explicó.

“Es necesario y posible aumentar la productividad y el ingreso familiar en establecimientos ganaderos y ese aumento de productividad e ingresos no necesariamente tiene que venir con un aumento de insumos o la carga de trabajo”, dijo Santiago Dogliotti, técnico de la Facultad de Agronomía que asesora al proyecto.

Bajar la carga y dejar más remantes de pasto al terminar el pastoreo son dos aspectos clave.

“Si este proyecto hubiera llegado hace 20 años, mi vida hubiese sido completamente distinta”, explicó la semana pasada Wilson Delgado, productor ganadero de Sarandí del Yi, durante la presentación del proyecto piloto que lanzó la Cooperativa El Fogón con financiamiento de la Dirección General de Desarrollo Rural del MGAP y apoyo de Ganadería y Clima.

Ilustró la relevancia de evitar el sobrepastoreo y lograr buenos remanentes de forrajeras apuntando que “cuando empecé en el proyecto yo les dije que podía jugar a la bolita en el predio, y que soñaba con patear una pelota de fútbol y no encontrarla entre el pasto, ahora si pateo una pelota no la encuentro”.

Compromisos ambiciosos

Los compromisos asumidos por Uruguay para el año 2025 son ambiciosos: reducir 57% las emisiones de metano respecto al año 1990 en relación al PIB y 48% de las emisiones de óxido nitroso.

Las metas específicas para la producción ganadera son: reducir 32% de emisiones de metano por kilo de carne producido y 34% de óxido nitroso.

“Ya tenemos muy buenos resultados”, afirmó Penengo, considerando las cifras expuestas para un año de trabajo: la intensidad de emisiones por kilo de carne se redujo 16% en los 60 establecimientos medianos y pequeños integrados al programa, que aplican buenas prácticas de rodeo ganadero y gestión de campo natural.

La reducción obedece a las disminuciones en las emisiones de óxido nitroso (N2O) y metano (CH4) del ganado que se logró por la reducción en la carga ganadera y el aumento en la producción de carne por animal.

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Bajo costo, alto impacto

En las 35.000 hectáreas de intervención directa del programa Ganadería y Clima que llevan adelante el MGAP con el apoyo técnico del Instituto Nacional de Investigación Agropecuaria (INIA) y la Universidad de la República (Udelar) en acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO, por sus siglas en inglés) se apunta a evitar la emisión de 118.000 toneladas anuales de carbono, y 260.000 toneladas en las 400.000 hectáreas de impacto indirecto que el plan alcanza actualmente. Son 5,9 millones de toneladas de emisiones de carbono evitadas en 20 años.

El objetivo del proyecto es “promover el aumento sostenible de la productividad y el ingreso en la producción ganadera familiar y mediana, mitigar el cambio climático, restaurar tierras degradadas en el campo natural y mejorar la resiliencia de los sistemas a través de un proceso de coinnovación”.

Para ello, la base es rediseñar los sistemas de producción con prácticas y tecnologías de bajo costo y alto impacto, mientras se monitorean los resultados físicos, económicos y ambientales del proceso de cambio.

Otro plan sostenible que se desarrolla en Uruguay es el programa Smarter en ovinos, junto a países europeos, que busca convertir alimento en lana y carne con menos gastos y costos ambientales. Una de las claves del proyecto es la medición individual de emisiones de metano en boxes especialmente diseñados para las ovejas: el concepto es mejorar el rendimiento a través de ovejas que consuman menos alimento y emitan menos metano.

Medir y certificar

Desde la industria también se avanza en el objetivo de acercar a la ganadería a la neutralidad climática. A partir del 1º de julio los productores ganaderos podrán usar en sus celulares una aplicación con la que pueden obtener indicadores medioambientales y optimizar su producción. Fue desarrollada por la empresa frigorífica Marfrig junto a la consultora en cambio climático Climit e Inzol –experta en digitalizar procesos de manufactura, mantenimiento y logística–.

¿Cómo funciona? El productor introduce la información requerida y el software automatiza la medición de las emisiones del sistema productivo. “No hay que salir a medir datos, sino que se obtienen de la propia gestión; muchos de ellos están en la declaración jurada y para otros se aplican parámetros técnicos, como la digestibilidad del alimento”, explicó Agustín Inthamoussu, director de Climit.

El CEO de Marfrig Uruguay, Marcelo Secco, indicó que el objetivo de este proceso es “trabajar sobre el diferencial de la carne de Uruguay, agregar valor” en el contexto de un compromiso del país para “tener bajo control las emisiones y reducirlas”.

El frigorífico Bredeers & Packers Uruguay (BPU) del grupo nipón NH Foods, está presentando a los productores su experiencia de certificación de carne carbono neutral junto a la forestal Montes del Plata. BPU concretó en marzo su primera exportación de carne carbono neutral. También el grupo Minerva está trabajando en la misma dirección.

Otra línea de trabajo es el de la certificación orgánica, importante en carne y cada vez más en lana. Hasta 2020 se registraban en Uruguay 1.207.000 hectáreas con certificación orgánica para ganadería de carne, el 9% de la superficie (13,2 millones de ha) destinada a este uso.

Si hay frigoríficos que impulsan esto “desde la demanda”, otros procesos se dan desde abajo hacia arriba, desde la oferta.

Julio Blanco, titular de Ganadera Barracas –obtuvo este mes la certificación LQSA de sus casi 20 mil hectáreas de pastoreo Angus y Hereford en Tacuarembó– explicó que las condiciones en Uruguay están dadas para que la gran mayoría de los productores puedan auditar, certificar y verificar sus métricas ambientales.

“El balance entre lo que se emite por el ganado y el uso de maquinaria es más que compensado por lo que capta el monte forestal, praderas, suelo, los montes de sombra y abrigo”, apuntó.

Uruguay tiene la oportunidad de mostrar resultados sólidos en la sostenibilidad de su sistema ganadero, certificar procesos y productos en busca de nichos de consumo de alto valor, y así desmarcarse de los productores bajo sospecha de deforestación, como Brasil.

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La cifra

73% de las emisiones netas de gases de efecto invernadero en Uruguay proviene del sector agropecuario y forestal, lo que corresponde a un perfil de país productor de alimentos. A diferencia de los países industrializados y extractores de energías fósiles, el gas que más emite el país es el metano. El 93% del metano proviene de ese sector, y fundamentalmente de la ganadería. Uruguay es responsable del 0,04% de las emisiones globales de gases de efecto invernadero.

 

Carne carbono neutral

Uruguay es pionero en exportar carne certificada como carbono neutral. En diciembre de 2021 partió hacia Suiza el primer embarque de la empresa Mosaica: carne de pasturas naturales y con un importante componente de conservación de monte nativo. La certificación verifica que el establecimiento logró una captura de carbono superior a sus emisiones, en todas las etapas de la producción ganadera: desde el nacimiento del animal, la cría y engorde hasta su llegada al frigorífico para la faena.

En marzo se sumó BPU Meat con su marca Version Zero, exportada a Japón con la certificación de que los gases de efecto invernadero emitidos por el ganado hayan sido neutralizados por la presencia de árboles en el predio, aprovechando la sinergia entre ganadería y silvicultura. “Sabemos muy bien que Uruguay no tiene que desforestar para producir carne”, afirmó Daniel de Mattos, asesor de BPU Meat.

Eructos, flatulencias y soluciones drásticas

Nueva Zelanda y Países Bajos avanzaron decididamente en la regulación de emisiones de carbono –fundamentalmente de metano– derivados de la producción agropecuaria, a un alto costo.

“Nueva Zelanda aprueba un nuevo impuesto a las emisiones por los eructos de ovejas y vacas”, titularon los medios de ese país y las agencias internacionales.

Los 26 millones de ovejas y 10 millones de vacas –lecheras, principalmente– son responsables de la mitad de las emisiones de Nueva Zelanda. Los rumiantes expulsan el metano producido durante la digestión mediante sus eructos y flatulencias.

El país es uno de los más avanzados en tecnologías para reducir el metano, pero esto no es suficiente. El borrador que el gobierno y el sector agrícola presentaron el 8 de junio implica que los productores deberán pagar por las emisiones, aunque no está definido aún cómo se medirá la cantidad de emisiones.

El plan holandés, anunciado el viernes 9, es más drástico y polémico: implicará la transformación de la matriz productiva reduciendo sensiblemente el stock de ganado para recortar en 70% las emisiones en zonas cercanas a áreas naturales protegidas y en hasta 95% en zonas suburbanas.

En una “transición inevitable”, el primer ministro Mark Rutte admitió que el plan afectaría duramente a muchos agricultores.

 

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