Instalaciones para captura del CO2 del aire atmosférico

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Estados Unidos apuesta por la tecnología de captura directa para la eliminación del CO2

Mediante el financiamiento federal, Washington busca crear un mercado para la tecnología de captura directa de la atmósfera. La alternativa elegida por las petroleras para seguir operando
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25 de agosto de 2023 a las 05:00

El Departamento de Energía de Estados Unidos anunció invertirá US$ 1.200 millones para desarrollar centros regionales capaces de extraer y almacenar al menos un millón de toneladas métricas de dióxido de carbono (CO2) al año como una forma de combatir el cambio climático.

La iniciativa, considerada por los ambientalistas como un paso adelante, busca establecer un futuro mercado para la eliminación de los gases que provocan el efecto invernadero mediante la utilización de la tecnología de captura directa en el aire (DAC, por sus siglas en inglés).

El proyecto contempla un Centro DAC en el Sur de Texas, ubicado en el condado de Kleberg y propuesto por Occidental Petroleum; y un consorcio de empresas entre Battelle, Climeworks y Heirloom para desarrollar instalaciones en el suroeste de Luisiana, llamada Centro DAC del Proyecto Cypress.

Ambas iniciativas se repartirán los US$ 1.100 millones aportados por el fisco, mientras que los US$ 100 millones restantes se destinarán a una veintena de estudios de ingeniería para apuntalar proyectos que se encuentran en sus fases iniciales en diversos puntos del país.

El anuncio de la titular del Departamento de Energía, Jennifer Granholm, constituye el primer tramo de un desembolso de los US$ 3.500 millones contemplados en la llamada Ley Bipartidista de Infraestructuras que busca crear al menos cuatro centros regionales de DAC, que podrían multiplicar por 400 la capacidad mundial de eliminación de CO2, según una estimación de Carbon180, una organización sin ánimo de lucro.

"Si la implantamos a gran escala, esta tecnología puede ayudarnos a avanzar hacia nuestros objetivos de cero emisiones netas, mientras nos centramos en desplegar, desplegar y desplegar más energía limpia a su vez", afirma Granholm.

Sin embargo, no luce tan bien. La inclusión de Occidental Petroleum, un gigante de los combustibles fósiles, resultar controvertida. En marzo último, el CEO de la compañía, Vicki Hollub, declaró en una conferencia sobre petróleo y gas que las plantas DAC contribuirán a "preservar nuestra industria a lo largo del tiempo".

La postura de Hollub también es sostenida por las grandes petroleras de Medio Oriente, donde países como Arabia Saudita apuntan en la misma dirección. Es también el caso de Emiratos Árabes Unidos, cuyo ministro de Industria y titular del gigante petrolero ADNOC, el sultán Ahmed al Jaber, presidirá la 28 COP que se celebrará entre noviembre y diciembre próximos.

En lo inmediato, muchas organizaciones ambientalistas señalan que las declaraciones como la de Hollub y las del propio al Jaber, que pide ser realista y pondera la captura de CO2 mediante la construcción de grandes plantas DAC, refuerzan los temores de que la tecnología pueda terminar ampliar la licencia social para que las petroleras sigan operando durante décadas.

Las DAC suelen utilizar grandes ventiladores para aspirar el aire ambiental y atrapar las moléculas de CO2 mediante disolventes. Según los expertos, los países podrían retirar miles de millones de toneladas de CO2 mediante las plantas DAC al año si, al mismo tiempo, reducen de manera radical las emisiones de gases de efecto invernadero.

Obviamente, el cuánto dependerá del CO2 que se siga liberando. El desafío, sin embargo, es colosal. Algunas estimaciones calculan que los países tendrían que retirar unos 10.000 millones de toneladas al año hacia mediados del presente siglo para tener alguna oportunidad de evitar que el planeta se caliente más de 2 °C en las próximas tres décadas.

Sin duda, se trata de una cifra desalentadora. El propio Departamento de Energía de Estados Unidos ha calculado que se necesitarían 10.000 centros DAC con la capacidad de los que se construirán con fondos federales en el sur de Texas y en el suroeste de Luisiana.

Para los expertos, entre ellos los especialistas de la Agencia Internacional de Energía (AIE), la ventaja de las DAC reside en que la eliminación es fiable y cuantificable; además, el gas de efecto invernadero capturado puede almacenarse de forma permanente y segura para inyectarse en profundos pozos geológicos, siempre que se haga de manera correcta para reducir riesgos.

El gran problema, sin embargo, es su precio. En la actualidad, retirar y almacenar una tonelada de CO2 cuesta, como mínimo, cientos de dólares. Incluso si los costos de eliminación bajaran a US$ 100 por tonelada como se espera, absorber 10.000 millones de toneladas supondría una inversión anual de 1 billón de dólares. "Una cifra que solo pueden pagar los gobiernos federales", afirma Jack Andreasen, responsable de Política de Gestión del Carbono de la firma Breakthrough Energy.

El Departamento de Energía calcula que solo en Estados Unidos se necesitará eliminar del aire, o capturar de las plantas, entre 400 y 1.800 millones de toneladas métricas anualmente para alcanzar el objetivo de cero emisiones netas en 2050. Un panorama que hace pensar que las plantas DAC nunca serán rentables por sí mismas.

En un intento por sortear la dificultad, el Departamento de Energía anunció que destinará unos US$ 35 millones a comprar de productos para la eliminación del CO2 que podrían proceder de los centros DAC y otras fuentes "coherentes con los objetivos" del programa. Una curiosa situación en la que el esfuerzo presupuestario se orienta a financiar la construcción de las plantas y luego a comprar CO2, un gas peligroso y sin ninguna tipo de valor comercial.

Aunque en la actualidad el esfuerzo federal en materia de adquisiciones es pequeño, varias fuentes del sector esperan que este pueda ser el punto de partida de un programa mayor. “Establece un rumbo a futuro en donde el gobierno podría ser uno de los mayores compradores de CO2 del mundo", afirma Andreasen.

“El gobierno federal apoya el desarrollo de la industria DAC y actúa como cliente de esta, dos factores que serán cruciales para el desarrollo del sector", sostiene Sasha Stashwick, directora de Política de Carbon180. "Es una gran oportunidad para definir cómo son los proyectos de eliminación de CO2 que tienen éxito, y generar el impulso que necesitamos", dice Stashwick.

Hasta el momento, los proyectos en fase inicial que han recibido ayuda financiera de Washington son varios. En el marco del programa de los centros de captura directa, un ejemplo es la investigación que desarrolla General Electric para evaluar la viabilidad de utilizar la energía nuclear como apoyo para eliminar CO2 en Medio Oeste; o bien la iniciativa de Fervo Energy de establecer instalaciones DAC alimentadas por energía geotérmica.

Occidental Petroleum, que trabajará con Carbon Engineering de Squamish, una de las primeras desarrolladoras de centros DAC, ya ha empezado a desarrollar otro proyecto de eliminación de CO2 en la cuenca del Pérmico, rica en petróleo. En ese caso, parte del gas de efecto invernadero capturado se utilizará para ayudar a liberar más combustibles fósiles de los pozos ya existentes. Una práctica controvertida, denominada recuperación mejorada de petróleo (EOR, por sus siglas en inglés).

La empresa también podrá utilizarlo para producir "petróleo neto cero", o proporcionar créditos de eliminación de CO2 por las toneladas que se secuestren bajo tierra, en función de las preferencias del cliente, según la firma. Sin embargo, todo el CO2 capturado en el centro DAC del sur de Texas, respaldado por el Departamento de Energía, quedará bajo tierra.

Los grupos ecologistas criticado esta técnica de recuperación mejorada de petróleo. La razón es sencilla: las compañías captura CO2 solo para liberar más combustible fósil, en un ciclo que enlentece los avances en la lucha contra el cambio climático, la opción por la que apuestan las empresas petroleras y gasísticas.

Los ecologistas, además, temen que los centros DAC puedan perjudicar a las comunidades y al medio ambiente si los pozos tienen fugas. También expresan su preocupación de que la infraestructura asociada sirva de apoyo a proyectos de captura de carbono que prolongan la vida de las centrales eléctricas que trabajan con combustibles fósiles.

Por lo pronto, la Alianza por la Justicia Climática (AJC) ha calificado el programa del Departamento de Energía de Estados Unidos y los proyectos similares anunciado por algunos países productores de hidrocarburos del mundo árabe como una "apuesta peligrosa que pone en mayor riesgo a las comunidades” que se encuentras en las zonas donde se instalarán las plantas DAC.

"Para tener un efecto significativo sobre las concentraciones mundiales de CO2, la captura directa en el aire tendría que llevarse a cabo a gran escala, con la necesidad de grandes cantidades de agua y energía, que suscitan, además, preocupaciones sobre los impactos tóxicos de los absorbentes químicos utilizados en el proceso", asegura la AJC.

"Una vez que se han gastado enormes cantidades de energía para eliminar el CO2, existe el problema de qué hacer con él, lo que devuelve las cuestiones inherentes del almacenamiento o la reutilización", insiste la oenegé, que no deja de subrayar las declaraciones de Hollub, quien afirma que la tecnología DAC "dará a nuestra industria una licencia para continuar operando durante los próximos 60, 70 u 80 años".

Muy parecida su afirmación a la de Darren Woods, CEO del gigante petrolero ExxonMobil, que calificó la tecnología de "santo grial" en una entrevista con la cadena estadounidense CNBC, en franca oposición con el objetivo declarado por el gobierno del presiente Joe Biden de abandonar los combustibles fósiles para reducir las emisiones del país.

Según el Departamento de Energía, los promotores de los proyectos financiados con fondos federales deberán colaborar con las comunidades locales para identificar y abordar los posibles daños medioambientales, además de generar puestos de trabajo en la zona, que en los casos de las plantas DAC de Texas y Luisiana alcanzarían en la fase de construcción los 4.800 puestos de trabajo entre directos e indirectos.

"Estos centros nos ayudarán a demostrar el potencial de esta tecnología revolucionaria para que otros puedan seguir sus pasos", afirma Granholm. "Para nosotros, es 'Bideneconomía' en acción: inversiones inteligentes en nuestras industrias, nuestros trabajadores y nuestras comunidades para construir la economía de energía limpia", dice la funcionaria.

(Con información de agencias)

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