Leonardo Carreño

Eutanasia: colorados y el Frente Amplio tienen los votos y presentarán un proyecto unificado

El Observador hizo un relevamiento de los 130 legisladores; en la Cámara de Diputados están los votos necesarios para aprobar una ley de eutanasia y en el Senado el proyecto corre con muy buena chance

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12 de marzo de 2022 a las 05:00

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Colorados y frenteamplistas acercaron posiciones en el Parlamento a los efectos de consensuar un proyecto de ley que legalice y regule la eutanasia. Los votos de la mayoría de esas bancadas, sumados a voluntades nacionalistas, independientes y del Partido de la Gente posibilitará que la ley se apruebe en la Cámara de Diputados y pase al Senado en donde también tiene una buena chance, según un relevamiento realizado por El Observador con consultas a todos los legisladores. 

El asunto reapareció con fuerza en la presente legislatura en la que conviven dos iniciativas: una presentada en marzo de 2020, por el diputado Ope Pasquet (Ciudadanos) y cuatro legisladores de su sector, que está a disposición del plenario, y otra impulsada por el diputado Luis Gallo (Asamblea Uruguay) que aterrizó en la Comisión de Salud de Diputados en diciembre de 2021.  

El proyecto de Pasquet habla de “suicidio médicamente asistido” y pretende ser un proyecto garantista para los profesionales de la salud, al eximir de responsabilidad a los médicos que ayuden a morir a una persona “mayor de edad, psíquicamente apta, enferma de una patología terminal, irreversible e incurable o afligida por sufrimientos insoportable”.  

Por su parte, la propuesta de Gallo pone el foco en el derecho del paciente e introduce algunos cambios fundamentales para los médicos: la posibilidad de objeción de conciencia y la derogación del artículo 46 del Código de Ética médico que prohíbe a los doctores aplicar la eutanasia.  

En virtud del debate parlamentario que se avecina y de las múltiples aristas que abarca la discusión es que El Observador consultó a los 130 legisladores para conocer su punto de vista sobre el asunto. A cada uno se les formuló las mismas tres preguntas: si estaba dispuesto a votar una ley que regulara la eutanasia; los motivos y fundamentos de su posición; y una pregunta hipotética que colocaba al legislador en el lugar de tener la posibilidad de pedir asistencia para morir en caso de padecer una enfermedad irreversible que le causara sufrimiento físico y moral.

 

De la totalidad de parlamentarios hubo diez (8%) que no quisieron participar o que no respondieron a las comunicaciones de El Observador. En cuanto al resto, hay quienes tienen decidido su voto positivo porque entienden que es un derecho que se debe garantizar y un espacio de libertad que el estado debe ofrecer. Están los que se abrazan al voto negativo por razones médicas vinculadas a la existencia de cuidados paliativos, motivos religiosos y argumentos de políticas públicas. Y también hay una cantidad relativamente significativa de legisladores en ambas cámaras (18%) que aún no tiene opinión formada, ya sea porque espera por un pronunciamiento de la bancada, porque querría estudiar el texto en profundidad o incluso porque encuentra buenos motivos para inclinarse por un lado u otro.

En cualquier caso, lo que promete el tratamiento legislativo de este complejo tema es una negociación política que reeditará el escenario de un socio de la coalición de gobierno acordando con el Frente Amplio. Eso es lo que se proponen hacer los colorados para lograr su objetivo y también es lo que necesita la oposición habida cuenta del rechazo de las bancadas de Cabildo Abierto y de las enormes diferencias de pensamiento que existe entre los legisladores del Partido Nacional en torno a este asunto. En esa bancada conviven objetores de conciencia, católicos de inquebrantable fe y humanistas cuyo dogma es el libre albedrío. Por eso es que entre los blancos aparece el escenario más incierto: de los 41 legisladores que integran la agrupación parlamentaria, hay 16 que ya saben que no votarán, 11 que sí lo harán y 11 que aún no sabe. Los tres restantes no quisieron participar. 

Por lo pronto, el promotor de la iniciativa colorada es consciente de la necesidad de negociar para que la norma se haga realidad y manifiesta su disposición para ello. “Me propongo llegar a un acuerdo. No hay posiciones que sean irreconciliables. Es cuestión de sentarse a conversar. Lo haremos y buscaremos un acuerdo porque lo importante es el resultado final: asegurar el derecho de morir sin sufrir”, dijo Pasquet. Y Gallo respondió: “Hemos tenido reuniones con Ope y estamos de acuerdo en unificar los dos proyectos”.

Motivos para votar

“No quiero ser una carga para mi hija ni para nadie”, confesó la diputada María Eugenia Roselló ante la pregunta de si optaría por la eutanasia en caso de sufrir una enfermedad irreversible que le causara sufrimiento. “A mucha gente le ha pasado y tienen que tomar decisiones difíciles para terminar con el sufrimiento de familiares muy queridos a los que no se quiere ver padecer más; a mí me pasó con mi madre. Hay  veces que los cuidados paliativos no alcanzan para calmar el dolor”, agregó. 

Al igual que la legisladora colorada, que le estampó su firma al proyecto de Pasquet, hay parlamentarios de varios partidos que proyectan que harían uso de la opción de una muerte asistida en ese hipotético escenario porque, además de aliviar el padecimiento de sus familiares, quisieran morir “dignamente” y sin sufrimiento. Dicen que hay que “humanizar” la muerte. 

“A todos nos asusta la muerte, es un miedo que nos hace humanos. Cuando era niña mi padre murió luego de luchar contra un cáncer que lo fulminó en tres meses y lo único que quería era que mi padre no se muriera. Ahora pienso que deberíamos poner foco en la persona que sufre una enfermedad de ese tipo”, contó la senadora frenteamplista Silvia Nane.

A pesar de ser una mujer de fe católica, lo cual harían “obvias” sus respuestas, a la diputada nacionalista Carmen Tort le tocaron vivir situaciones “muy difíciles de personas muy queridas” que hoy la llevan a apoyar la muerte asistida en caso de “cero probabilidad de vida y sufrimiento extremo”. “Si bien no somos dueños de la vida, el sufrimiento físico y moral denigra al enfermo”, dijo.
Para el diputado frenteamplista Nicolás Viera no corresponde hacer valoraciones de orden filosófico–religioso porque entiende que este es un asunto que hay que verlo desde la perspectiva de “ampliar derechos”.  

Justamente ese es uno de los argumentos más importantes que esgrimen quienes están a favor: la eutanasia es un derecho que se debe garantizar. Este argumento está basado en una visión filosófica liberal del ser humano: la idea de que cada uno debería poder tomar una decisión acerca de cómo quiere vivir y cómo desea morir también. En este sentido, señalan que lo que el estado debe asegurar es la opción de elegir. “Debemos brindar garantías a todas las partes, teniendo como base la plena conciencia de las personas y su libertad para poder decidir sobre su propio futuro ante una situación de extrema complejidad”, afirmó el senador frenteamplista Mario Bergara sintetizando lo que muchos de sus colegas creen.

Otro argumento que mencionan refiere a la necesidad de regular el procedimiento para sincerar una práctica que en los hechos existe, aunque no sea legal, y que tiene vigencia en otros países del mundo. “Estas decisiones ocurren todo el tiempo. No es cierto que en Uruguay no se practique la eutanasia. Todos conocemos casos en los que se administra el famoso cóctel a personas que están padeciendo horrores con enfermedades terminales. Lo que hay que hacer es darles a los médicos el marco legal necesario para que no tengan problemas”, dijo el diputado colorado Felipe Schipani. 

Diputados con los votos

De los 99 diputados, hay 51 que manifestaron su apoyo a la idea de legislar la eutanasia, y algunos de ellos se refirieron de forma concreta a los dos proyectos de ley que están a consideración, mientras que 26 señalaron su oposición a votar cualquier iniciativa que regule el suicidio asistido. En tanto, hay 16 diputados que están indecisos y otros seis que no quisieron participar o que no respondieron las consultas de El Observador

La mayoría de los votos que alcanzarían en Diputados para aprobar una ley de eutanasia provienen del Frente Amplio (60%), seguido por el Partido Colorado (20%), el Partido Nacional (16%), el Partido Independiente (2%) y el Partido de la Gente (2%). 

De los 11 diputados que tiene Cabildo Abierto no hay ninguno que haya respaldado una iniciativa en ese sentido: hay ocho que dijeron que no votarán y tres que quieren estudiar el asunto en mayor profundidad. 

En filas blancas también hay importantes resistencias. Casi la mitad (14) de los diputados del Partido Nacional no acompañarán cualquier proyecto de ley de eutanasia. Hay ocho que votarán, siete indecisos y un legislador que no quiso participar.  

Los colorados adhieren al proyecto de su correligionario en mayoría (10), aunque hay dos diputados de Ciudadanos, el mismo sector de Pasquet, que no acompañarán: Martín Melazzi y Jorge Alvear. La bancada colorada se completa con la indecisión de Gustavo Zubía. 
En la coalición de izquierda hay un solo diputado que dijo que no apoyará el proyecto (Nicolás Lorenzo) y 31 que confirmaron el voto. César Vega, del Partido Ecologista Radical Intransigente, (PERI) también expresó su negativa. 

Senado con incertidumbre

A diferencia de lo que sucede en la cámara baja, en el Senado aún no hay certeza de que se llegue a los votos, sobre todo porque el número de indecisos alcanza el 25%. Sin embargo, si los tres frenteamplistas indecisos siguieran la tendencia de la bancada ya se contaría con las adhesiones necesarias.  

Hay 13 senadores –nueve del Frente Amplio, acompañados por los nacionalistas Juan Sartori, Gustavo Penadés, Graciela Bianchi y el colorado Raúl Batlle– que aseguraron su respaldo.

En tanto, seis senadores señalaron que no votarán –la vicepresidenta Beatriz Argimón y su correligionaria Carmen Asaín, el colorado Germán Coutinho y los tres senadores que integran la bancada cabildante: Guido Manini Ríos, Guillermo Domenech y Raúl Lozano).

La colorada Carmen Sanguinetti aún no tiene una opinión formada, al igual que los frenteamplistas Charles Carrera, Amanda della Ventura y Daniel Olesker y los blancos Carlos Camy, Amin Niffouri, Sergio Botana y Gloria Rodríguez. 

En tanto, Óscar Andrade (FA), Jorge Gandini, Sebastián da Silva (PN) y Pablo Lanz (PC) no quisieron participar. 
Más allá de lo estrictamente numérico, el debate que en algún momento del año desembarcará en Diputados y en el Senado promete un amplio espectro de posturas y argumentos que reflejan un repertorio variopinto: postulados religiosos, creencias filosóficas, discusiones médicas y científicas, comunicación de políticas públicas y hasta especulaciones de cálculos económicos. 

Motivos para no votar

Aunque es uno de los indecisos, el senador nacionalista Sergio Botana dijo que no pediría ayuda para morir porque prefiere esperar el llamado de Dios. Su correligionaria Virgina Fros también dejó en manos de la divina providencia su momento de partir. “Cuando me tocó el sufrimiento físico quise vivir más que nunca. Yo elijo vivir y luchar hasta el último segundo que me quede de vida”, afirmó. La diputada blanca María Fajardo, que lleva una vida cristiana, quisiera que “la calmaran y mucho amor” en ese momento, mientras que su correligionaria Fernanda Araújo no pediría asistencia porque “no cargaría a nadie con la culpa” de haberla “matado”. Finalmente, el cabildante Rodrigo Albernaz solo pediría ayuda para vivir: “Contar con mis afectos, y poder confiar en un estado que respete la vida hasta el último instante, y que no quiera adelantar mi muerte para ahorrar dinero u otros motivos”. 

Son varias las razones que invocan quienes no están dispuestos a apoyar cualquier iniciativa para regular la eutanasia. El primer elemento que aparece con redundancia es la existencia de cuidados paliativos a los que, según creen, se debería apostar. 

“Estando vigente el tema de cuidados paliativos creo que hay que promover que la vida puede más”, señaló la vicepresidenta Beatriz Argimón. “Tenemos que trabajar para encontrar la solución y eso es una ley que asegure que los cuidados paliativos lleguen a todos los ciudadanos. No en acelerar la muerte, sino en defender la vida. No es real que defender la eutanasia es defender la libertad”, afirmó el senador colorado Germán Coutinho. “No coincido con la filosofía de la ley. Mi hermana está en estado vegetativo hace tres años y hubo pequeñas mejoras. Tomar la decisión en un momento de angustia y dolor es cuestionable. Hoy en día los avances médicos permiten que el dolor sea tratable”, dice Martín Sodano, diputado de Cabildo Abierto. 

Un segundo motivo que aparece es el factor económico. Según el senador Guido Manini Ríos (Cabildo Abierto) una ley de eutanasia “llevaría a mercantilizar el valor de la vida de un ser humano” y a realizar “ecuaciones económicas que son las que a veces determinan que se adopte una decisión”. Su correligionario en el Senado, Guillermo Domenech, lo dijo de forma más directa: “Lamentablemente ya se está armando el negocio de la muerte que permita lucrar con la desesperanza”. 

Para algunos parlamentarios que son médicos –Milton Corbo, Eduardo Lorenzo, Alfredo Mattos–, todos del Partido Nacional, se haría muy difícil apoyar una ley de eutanasia porque “el código ético lo prohíbe”, dijo Corbo, porque cree en la herramienta de los cuidados paliativos y porque va contra sus convicciones. “Mi formación de muchos años, casi 40, ha sido para salvar vidas. Me rechina tener que autorizar y aprobar la muerte de una persona (...) Desde mi experiencia, muchos casos solicitan ayuda para terminar la vida pero cuando se proveen los medicamentos que calman el dolor hay arrepentimiento”, dijo Lorenzo.

En el Senado y en Diputados también hay varios legisladores con convicciones religiosas, en su mayoría de formación católica, que se niegan a decidir un acto de muerte propia. Además, quienes rechazan la propuesta, entienden que legislar en ese sentido entraría en contradicción el “derecho a la vida” que establece la Constitución. Invocan cuestiones éticas y morales, la necesidad de promover el mensaje social de que “la vida puede más” y mantener coherencia en materia de políticas públicas. 

“El Estado, a través de su legislación, ¿qué va a proteger? ¿Va a despenalizar una forma de homicidio? ¿Vamos a abandonar todas las políticas públicas que han caracterizado a todos los gobiernos, del signo que fueran, de prevención del suicidio?”, se preguntó la legisladora nacionalista Carmen Asaín. “Se parte de la base de que la persona que está en esa situación y busca el suicidio quizá no esté en la plenitud de sus capacidades mentales. Quizá no tenga pleno ejercicio de su libertad de discernir y esté obnubilada por un dolor, una angustia, una depresión; entonces la respuesta de un Estado que cuida a sus habitantes es: vamos a acompañarlo, a tratar de contenerlo, para que desista de eso”. 

Quizá quien mejor sintetiza en un párrafo todos esos argumentos sea el diputado blanco Rodrigo Goñi: “Es injusta, indigna e inhumana. Es una ley que contradice el interés general y de los más débiles. Contradice jurídicamente la Constitución, deshumaniza la sociedad y le hace un daño enorme al colectivo médico, lo desprestigia, le genera desconfianza con los pacientes, desestimula los cuidados paliativos”. 

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