Piero CRUCIATTI / AFP

Eutanasia y responsabilidad política

El verdadero progreso de una sociedad se da cuando esta defiende los intereses de los más vulnerables

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14 de julio de 2021 a las 05:03

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En la comisión de Salud del Parlamento hay dos proyectos de ley en estudio y discusión: uno para asegurar un derecho a todos los uruguayos, de universalizar los cuidados paliativos, y otro sobre eutanasia y suicidio asistido, contrario a la ética médica y que atenta contra derechos fundamentales. Existen sobradas razones para aprobar en forma urgente el de cuidados paliativos y no así el de eutanasia. Son dos proyectos distintos, pero los temas de fondo están profundamente relacionados.

Y una cuestión que no suele abordarse son las consecuencias sociales y políticas de despenalizar la eutanasia: se crearían situaciones gravemente injustas para los más vulnerables, además de discriminar vidas con valor y otras sin valor, atacando al fundamento de los derechos humanos que es la dignidad inherente a toda persona sin importar su condición. 

Mitos y confusiones extendidas

Sobre el tema existen una serie de falsos supuestos y graves errores conceptuales. Que alguien decida no prolongar su vida con tratamientos fútiles o conectado a un ventilador, para decidir morir por causa de la enfermedad, sin alargar la vida artificialmente, es un derecho y no es eutanasia. Ya existe una ley de voluntades anticipadas (18.473).

Tampoco la sedación final es una forma de eutanasia, porque la sedación paliativa no mata al enfermo. El mito del cóctel es algo ya desterrado hace décadas por la medicina paliativa, pero sigue siendo una creencia arraigada.  

Tampoco es cierto que los cuidados paliativos y la eutanasia sean opciones complementarias, porque desde la ética médica se oponen radicalmente en su objetivo: cuidar al paciente y aliviarlo se oponen a matarlo. Tampoco es cierto que en Uruguay se practique la eutanasia como suele decirse, sino que se la confunde con la sedación final. 

La eutanasia es provocar intencionalmente la muerte del enfermo con una sustancia letal, por eso es un delito y contraria a la ética médica, aunque se usen eufemismos como “ayudar a morir” para no decir “matar”. 

Todos tienen derecho a morir en paz, aliviados en sus sufrimientos y esto es posible si los cuidados paliativos llegan a todos. La opción entre sufrimiento o muerte es una alternativa absurda de algunas encuestas, cuando sabemos que existen formas de aliviar el dolor, pero no todos acceden.

¿Por qué la eutanasia es injusta y discriminatoria?

Se presenta la eutanasia como un “derecho”, pero solo para quienes en realidad no se les ofrece lo que merecen en su dignidad humana, sino que se los trata como eutanasiables, como otro tipo de personas, que pueden ser eliminadas por su padecimiento o calidad de vida deteriorada. En ellos su derecho humano fundamental no sería reconocido. Habría personas a las que se puede matar a petición y otras a las que no.

Lo que sucede en los países donde es legal, una vez que se acepta que un médico puede matar a un paciente, es que los motivos van ampliándose progresivamente. Uruguay tiene una epidemia de suicidios y con una ley de eutanasia en lugar de prevenir, lo normalizaría como un servicio social solo para algunos. Una ley de eutanasia implicaría un cambio cultural que ve en el suicidio casi un acto de autorrealización, cuando es de autodestrucción. 

Cuando una sociedad solo valora lo que produce, lo que es joven y fuerte, envejecer es el peor escenario futuro. Cuando la mentalidad dominante es utilitarista, no solo no se valora a los ancianos y personas con enfermedades que limitan su vida, sino que ellos mismos se sienten una carga para sus seres queridos, ellos mismos comienzan a verse en el espejo de una sociedad que los ve como vidas inútiles, improductivas. La cultura del éxito material y un hipertrofiado individualismo que pregona la independencia total no puede aceptar la natural dependencia del ser humano y mucho menos las situaciones de fragilidad, de vulnerabilidad y falta de control, propias de nuestra condición humana. 

Es fácil concluir lo que puede ocurrir con los discapacitados, los enfermos crónicos, los ancianos en situación de dependencia, especialmente los más pobres, cuando hay vidas que valen menos que otras. Pasan a asumirse socialmente, incluso desde ellos mismos, como vidas “menos dignas”, “sin sentido”, “que no merecen la pena”. Los expertos en DDHH de la ONU han expresado su alarma ante la creciente tendencia a promulgar leyes que permiten el acceso a la muerte médicamente asistida basándose en el hecho de tener condiciones de discapacidad . ¿Vamos hacia sociedades donde convenceremos a quienes tienen vidas limitadas, que no se valen por sí mismos, de que su mejor salida es la muerte?

Eutanasia social

Mucha gente ha sido arrojada a una vida de desamparo, cuando vive abandonada de su familia, del sistema y ya no tiene donde sostener su vida. ¿Qué pasa si a estas personas, en lugar de brindarles la ayuda que merecen, se les ofrece terminar con sus vidas? Tal vez lo acepten y pensemos que ejercen un supuesto “derecho”. Pero es la eutanasia social la que desemboca en una eutanasia clínica, cuando la persona vive sin un sentido, sin un apoyo, sin una razón para seguir.

Una sociedad incapaz de garantizar un entorno digno para cada ser humano, estaría garantizando, en cambio, una salida rápida al que ha perdido el sentido de su vida. Se diría -no sin cinismo- que cada uno elige libremente su final; pero no dejaría de ser un desenlace previsible de una serie de injusticias invisibilizadas que prepararon ese camino. 

El verdadero progreso de una sociedad se da cuando esta defiende los intereses de los más vulnerables, no cuando burocratiza la ejecución de alguien a quien no le ayudamos a sentirse digno y valioso, único e irrepetible, como lo es cada ser humano.

1 Documento completo disponible en: https://www.ohchr.org/EN/NewsEvents/Pages/DisplayNews.aspx?NewsID=26687&LangID=E 
 

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