El dicho decía: "las gallinas en el gallinero y los perros en el patio".

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Experto en medicina: "Son esperables nuevas enfermedades por el vínculo de los humanos con los animales"

Carlos Salveraglio advierte sobre cómo la relación entre las especies y el ambiente lleva a la aparición de nuevas enfermedades infecciosas
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31 de octubre de 2023 a las 05:02

Una pareja de ancianos entra al hospital de Wuhan, en China, con fiebre y problemas para respirar. Las tomografías computarizadas muestran unas lesiones atípicas en los pulmones. Los médicos deciden hacerle el mismo estudio al hijo de los veteranos, un joven asintomático, quien, curiosamente, presenta las mismas lesiones inusuales. Los tres viven cerca del mercado de la ciudad en que se venden animales exóticos. Es noviembre de 2019.

Días después, en la misma ciudad y cerca del mercado de animales, los médicos detectan más y más enfermos con un virus de la familia de los coronavirus —que suelen encontrar su reservorio en los murciélagos—, pero el genoma no coincide en su totalidad con los microorganismos ya conocidos. Ni siquiera se le parece al síndrome respiratorio de Oriente Medio en que los dromedarios habían jugado un rol clave como hospederos.

¿Será un salto de especie? El pangolín, tan diminuto como la mulita, se lleva los flashes. Había de este en el mercado de Wuhan y, además, carga con el prontuario de ser el mamífero más traficado del mundo. Pero la Organización Mundial de la Salud no ha podido otorgarle aún el título de “hospedero” del Sars-Cov-2 previo a que afecte a los humanos. Ni siquiera pudo asegurar que no se haya tratado de un escape de un laboratorio del máximo nivel de seguridad para el trabajo con virus.

Lo único seguro es que, pese a desconocerse el eslabón final antes de que se desatase la pandemia, esta familia de virus tiene su origen en animales… como tres de cada cuatro enfermedades emergentes que hoy afectan a los humanos.

Como el dengue, la fiebre Chikungunya y el virus Zika que, según el infectólogo Henry Albornoz, tienen “al acecho” a Uruguay. Como la gripe aviar que ahora afecta a mamíferos en el país y que encendió la alerta este lunes tras la aparición de un león marino en la rambla de Punta Carretas. O como los 24 contagiados confirmados de fiebre Q, casi todos ellos en frigoríficos del interior. O…

“Desde que el hombre está en contacto con los animales no está exento de las zoonosis —como se les llama a las enfermedades de origen animal—, solo que ahora el mundo se achicó y las infecciones viajan en días de una punta a la otra, solo que ahora la población creció, el hombre modificó el ambiente, el suelo, deforestó y forestó, los animales cambiaron de hábitats, el cambio climático influyó en los ecosistemas, y cada vez son más esperables los saltos de especies y las mutaciones virales”. Carlos Salveraglio sabe de lo que habla. Organizó el jueves y viernes las jornadas interacadémicas entre la Academia Nacional de Veterinaria y la de Medicina, la cual integra. Estudió infectología, aunque su expertís fue la medicina Interna de la que llegó a ocupar el máximo cargo académico. Y es hijo de quien configuró el primer esquema de vacunación de la región, bajo la lógica de que “lo primero que hay que conocer de una enfermedad es cómo prevenirla”.

—¿Hay cómo prevenir la próxima zoonosis?

—Antes se decía que “las gallinas en el gallinero y los perros en el patio”. Eso ya no ocurre. El perro, por ejemplo, se ganó por su cariño y sentimientos que despierta, un lugar en muchas familias. Tanto lugar que hay quien duerme con el perro o juega con él y enseguida va a la mesa sin antes lavarse las manos. Por lo cual hoy es inviable un cambio rotundo en el relacionamiento o en el establecimiento de distancias, pero sí es importante educar sobre los cuidados… incluso por el bienestar de la propia mascota.

— ¿Uruguay tiene un problema específico con los perros?

—Sí. O mejor dicho: no un problema con los perros, sino con la irresponsabilidad de algunos humanos en la crianza de los perros. Un estudio epidemiológico  en Uruguay reportó unas nueve consultas médicas o internaciones diarias de mordeduras de perros. Es un disparate. Una parte tiene que ver con la sobrepoblación de perros y, sobre todo, con los perros sin cuidado que están en la calle. O con aquellos que los humanos usan como escudos y les enseñan a atacar como si fuera un guardián para la casa. Pero otra parte tiene que ver con el vínculo, en especial en niños chicos para los cuales una mordedura en el rostro es potencialmente grave.

—¿Y los gatos?

 —Los gatos tienen otros problemas. Por ejemplo: es más frecuente que el gato se suba a la cama que el perro. También el gato tiene una mordedura menos potente, aunque con dientes más finos y filosos hace que cause una herida más profunda y difícil de lavar. Como pasa con el perro, y ahora los datos del censo 2023 darán algo de luz, no sabemos bien de cuánto es la sobrepoblación para calcular en qué zonas habitan los animales no vacunados, si hay responsables.

Salveraglio, quien fue profesor durante décadas, saca una hoja en blanco, una birome de tinta roja y empieza un esquema con estilo docente. Hace un círculo y dice que ese es el reservorio, el lugar del que sale el virus, la bacteria, el hongo o el parásito. Dibuja otro círculo y explica que esa es la población susceptible, la que puede enfermar. Y a ambos círculos los une con una flecha, el vector de contagio. Entonces cuenta que las vacunas, por lo general, tienden a prevenir el desarrollo de la enfermedad grave en la población susceptible, pero no corta al vector. Cuando se fumiga contra un mosquito, se busca cortar el vector o el reservorio. Cuando se vacuna al perro contra la rabia, para que no salte al humano, también. “Esa es la base para entender cómo combatir una enfermedad, pero también para saber que seguirán habiendo pandemias y que seguirán habiendo zoonosis”.  

—¿Desde hace cuánto se viene pudiendo predecir la aparición de nuevas enfermedades que saltan de animales a humanos?

—Desde hace décadas. Recuerdo que hace unos 20 o 30 años salió en la tapa del diario El Observador la foto de un mosquito de manchas blancas en las patas. Era un Aedes aegypti. El representante de la Organización Panamericana de la Salud miró esa imagen y enseguida nos dijo: “en unos años habrá dengue en Uruguay”. ¿Cómo lo sabía? Porque el vector de contagio, ese tipo de mosquito, ya existía y solo faltaba que el mosquito picase a alguien infectado en el exterior para que empiece a circular. Algo parecido pasó hace años con la leishmaniasis. Primero aparecieron larvas en Artigas. Luego casos en Salto. Y ahora existe en todo el norte del país. La gripe aviar cruzó el Pacífico, pasó por Chile, escaló a Argentina, Uruguay e incluso llegó a infectar a mamíferos.

—¿Hemos aprendido algo de la pandemia?

—Pandemias siempre hubo y siempre va a haber. Tal vez no teníamos clara la magnitud de la pandemia que inició en China, pero no fue un fenómeno extraterrestre, sino que es parte del vínculo de los humanos con el ambiente, con los animales. Lo segundo que aprendimos es que el mundo es demasiado chico: en días los casos de infectados se expandieron por varios continentes. Y lo tercero es que, por ahora, las vacunas cuando son efectivas son el mejor método que encontró el humano para cortar la mortalidad por una enfermedad infecto-contagiosa.

—¿A veces se le tiene menos respeto a las enfermedades como el dengue de las que se les debería tener?

—En Uruguay hubo casos importados y autóctonos. Por ahora no hubo grandes epidemias, pero es casi un hecho que en algún momento habrá. Están los reservorios, los vectores y la población susceptibles. En las jornadas del otro día, el infectólogo Albornoz insistió en que están “al acecho”. Y eso solo se previene con educación, con uso de repelentes de manera correcta, con dejar correr el agua y que no se estanque. La educación sanitaria tiene una función preponderante en la práctica de la medicina, colocando al paciente en la actitud mental de interesarse por la necesidad de cuidar su salud. Eso me lo transmitió mi padre: cuando al ciudadano se lo educa sobre la importancia de las vacunas, no solo se vacuna más, sino que reclama que el Estado cumpla con su deber de disponer de vacunas en tiempo y forma.

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