Las inscriptas a magisterio tienen peores resultados que los estudiantes de profesorado.

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Futuros docentes: más de la mitad escribe con errores de puntuación y tipeo cuando ingresa a la carrera

Cuatro de cada diez no consiguen los niveles de lectura mínimos que se pretende de un graduado del bachillerato; autoridades decidieron tomar medidas
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13 de julio de 2023 a las 05:03

Dentro de cuatro años —si llevan la carrera en tiempo y forma— estarán frente a los alumnos dando clase y con un título bajo el brazo que los acredita como maestros o profesores. Pero ahora —en 2023, al inicio de su formación docente— más de la mitad (56%) es incapaz de escribir un texto sin errores de signos de puntuación y ortotipográficos.

El Consejo de Formación en Educación evaluó la comprensión lectora y la producción escrita de los más de 4.700 nuevos inscritos a sus carreras terciarias. Y los resultados dejaron en evidencia “un problema que debe llevar a la reflexión de toda la sociedad”, como dijo el presidente del organismo, Víctor Pizzichillo: cuatro de cada diez no consiguen los niveles de lectura mínimos que se pretende de un graduado del bachillerato, el 56% no lo logra en escritura, y una cuarta parte tiene un desempeño descendido en ambas.

El diagnóstico es todavía más magro si se observa solo a quienes ingresaron a estudiar las carreras de maestro (de primera infancia o de Primaria). Seis de cada diez de ellos escriben con errores de vocabulario o frases inconclusas. Los datos son aún más alarmantes entre los alumnos afrodescendientes, entre los más pobres y aquellos que entraron a la carrera con más rezago (en una edad más adulta).

Es entonces que los resultados de la prueba Informa 2023 —como se conoce a la evaluación en lectoescritura— da cuenta de una característica que la formación docente uruguaya arrastra “hace décadas”: el promedio de edad al momento del ingreso es mayor que en las universidades, hay más alumnos que trabajan y que tienen hijos a cargo. Para decirlo sencillo —aunque suene peyorativo— entran a la formación docente muchos estudiantes que fracasaron en su intento de cursar otra carrera terciaria.

Más de un tercio de los nuevos alumnos supera los 25 años. Más de un tercio trabaja.

“En Europa los profesores de Matemática, Física o la disciplina que fuera cursan su carrera en una universidad como cualquiera y luego definen si se dedican a la enseñanza o a la investigación. De hecho, el director de un liceo que visitamos en España era químico y conoció a su esposa en la facultad de Química, ella se dedicó al laboratorio y él a la docencia”, señaló Andrés Peri, director de Investigación de la ANEP, quien explicó de este modo por qué el sistema terciario uruguayo se diferencia del extranjero.

Lo cierto es que ese perfil de estudiantes más rezagados que en otros estudios superiores, y los magros desempeños académicos con que ingresan los alumnos a sus carreras, explican por qué el 40% no se inscribe a los cursos al año siguiente. Se pierde en el camino.

De ahí que “el valor de que estas pruebas diagnóstico obligatorias, pero no eliminatorias, se hagan al comienzo” de la carrera para poder anticiparse a las variables que terminan explicando el abandono, dijo Adrián Silveira, director de Evaluación de la ANEP.

Si la formación docente fuera una fábrica, cuya misión es lograr el mayor número de profesionales, puede decirse que la industria está en problemas. De cada diez estudiantes que ingresan a las carreras del Consejo de Formación en Educación, solo se titulan dos. Los maestros tiran el promedio hacia arriba, porque se gradúan entre tres y cuatro de cada diez. Y los profesores lo bajan: solo culmina uno.

Dicho de otro modo, en egresos, formación docente es casi 40% menos eficaz que la Universidad de la República.

¿Y ahora qué?

Previo a que se conocieran estos resultados, el Consejo de Formación en Educación ya había adoptado algunas reformas que buscan revertir este rezago de saberes. Hubo cambio de planes, de programas, y se amplió (casi duplicó) la carga horaria del curso de Lengua española.

Pero con los resultados a la vista, las autoridades sumaron otra batería de medidas. Pizzichillo confirmó que se instaurará un taller de escritura obligatorio y presencial para aquellos estudiantes que no alcanzaron en la prueba de diagnóstico el mínimo requerido. Ese taller tiene que aprobarse para poder cursar tercer año de la carrera. A nivel universal, a su vez, habrá un curso online de Lectura de una duración de 45 horas. Cada estudiante que participó de la prueba recibirá una retroalimentación individual. Los resultados, a la vez, serán parte del sistema de gestión estudiantil para darle seguimiento a las trayectorias. Y habrá cursos permanentes en lengua.

Más allá de las acciones, dijo el presidente del organismo, los formadores de los futuros docentes tendrán la tarea de insistir en la comunicación oral y escrita sin importar la asignatura que dicten. “Yo evalúo matemáticas y no idioma español” o “el contenido está bien por más que está mal escrito”, son algunas de la excusas que, según Pizzichillo, “no pueden darse más”.

Por su parte, Peri entiende que entre los pocos que sobreviven a las carreras se revierten los resultados dado que “los propios requisitos académicos garantizan que un egresado salga con las competencias que se pretende”.

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