Gas ruso: Alemania tendrá que superar su adicción

La revista de negocios Wirtschaftswoche resumió el problema en una portada reciente: Vladimir Putin controla Alemania de la misma manera en que un narcotraficante controla a un drogadicto. El gas natural es la droga de preferencia.

La astucia de la estrategia de Putin se ha destacado conforme los tanques rusos rodean a Ucrania. Las sanciones efectivas prohibirían las exportaciones de energía rusa o los pagos a través del sistema bancario internacional. Pero ese duro golpe a la economía rusa dependiente de los recursos dañaría gravemente a los alemanes. Los errores de la política energética de sus líderes en el pasado son lamentablemente evidentes.

El canciller Olaf Scholz sólo ha detenido un segundo oleoducto, Nord Stream 2, ahora que Rusia está invadiendo el este de Ucrania. Esto habría duplicado la capacidad de importación a 110 mil millones de metros cúbicos de gas natural.

El primer sistema de gasoductos Nord Stream ya suministra dos tercios de la energía que importa Alemania. La mitad de los 40 millones de hogares de Alemania se calientan con gas natural, el 97 por ciento del extranjero.

Los predecesores de Scholz, Gerhard Schröder, un amigo de Putin que ahora es candidato a la junta directiva de Gazprom (la empresa propietaria de Nord Stream), y Angela Merkel guiaron a Alemania hacia su adicción. Las energías renovables avaladas por Merkel proporcionaron el 44 por ciento de la generación de energía del país en el primer semestre de 2021, según datos oficiales. Pero ella también ordenó el cierre de plantas nucleares.

Los combustibles fósiles producen la mayor parte de los ingresos extranjeros de Rusia. El año pasado, las exportaciones de gas natural de Rusia generaron US$55.5 mil millones, principalmente de Europa. Esa es la cifra más alta desde 2013. Los precios del gas natural en Europa se han quintuplicado durante el año pasado. De manera reveladora, la curva de futuros ahora se ha aplanado, dice la consultora Rystad Energy. Los temores de una interrupción del suministro ruso han aplazado la típica caída de precios de primavera y verano.

La anexión de toda Ucrania fortalecería el control de Rusia sobre el suministro de energía de Europa occidental. Ucrania ya no sería un país de tránsito capaz de cortar las exportaciones a través de su antiguo sistema de oleoductos.

A corto plazo, Putin tiene la mano del látigo, tiene el control. Los autócratas pueden contemplar las dificultades para sus compatriotas con más alegría que los políticos democráticos. Es poco probable que Occidente imponga una prohibición total de exportación de gas. Alemania tiene pocas otras opciones energéticas. Las fuentes convencionales, como el carbón y la energía nuclear, son políticamente desagradables para el Partido Verde, miembro del gobierno de coalición de Scholz.

A más largo plazo, Alemania debe acumular suministros alternativos de gas. Finalmente, debería prestar atención a las advertencias de EEUU y suspender Nord Stream 2 de forma permanente. Debe invertir en terminales para importar gas natural licuado. No tiene ninguno en funcionamiento y solo uno en construcción.

La opción más fácil y económica sería abrir Nord Stream 2 después de que la renovada invasión rusa se haya desvanecido en la historia reciente. Los políticos calificarían esto como “la normalización de las relaciones”. Pretender que los proveedores son amigos es un sello distintivo del adicto.