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Genocidio armenio, Uruguay y un gesto reprobable

El desagradable ademán del ministro turco removió todos los fantasmas de la barbarie y el negacionismo de un siglo sufridos por el pueblo armenio

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29 de abril de 2022 a las 05:03

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El hecho se ganó el repudio del mundo entero. Ocurrió el sábado en la Plaza Matriz de Montevideo, cuando el canciller turco, Mevlüt Çavuşoğlu, hizo un gesto de odio a los manifestantes armenios que protestaban frente a la flamante embajada de su país en Uruguay.

Al salir, cuando los manifestantes le gritaban desde el vallado, Çavuşoğlu no tuvo mejor idea que hacerles la infame “seña del lobo”, que alude a los Lobos Grises, grupo paramilitar de ultraderecha fundado en los años sesenta –ahora vinculado al gobierno de Recep Tayyip Erdogan– y que tiene una historia conocida de actos de terrorismo y persecución contra armenios y otras minorías dentro y fuera de Turquía. El tristemente famoso Alí Agca, que en mayo de 1981 perpetró el atentado contra el papa Juan Pablo II, pertenecía a los Lobos Grises.

Pésimo “timing” de la Cancillería uruguaya para recibir al ministro turco a escasas horas de la conmemoración del genocidio armenio el 24 de abril, fecha en que comenzó esa campaña de exterminio contra los armenios del Asia Menor en 1915, bajo el régimen de los Jóvenes Turcos (durante la primera guerra mundial, cuando el imperio otomano daba sus últimos estertores), y que se extendió hasta 1922 cobrándose la vida de un millón y medio de armenios. 

Es cierto que Çavuşoğlu se encontraba de gira por la región y que el gobierno uruguayo está a las puertas de firmar un TLC con Turquía. Es cierto también que la visita del canciller turco agilizaba ese expediente, era un buen gesto diplomático hacia un país que se ha convertido en un importante socio comercial de Uruguay y que, precisamente dada la gira regional del visitante, Cancillería tenía poco margen de maniobra.

Así y todo, creo que pudo haberse evitado; tiempo para planificarlo de otra forma hubo. Dice Talleyrand que en diplomacia puede hacerse de todo, menos improvisar. Y creo que el gobierno uruguayo está tan apurado por firmar tratados de libre comercio (con los que yo, desde luego, estoy completamente de acuerdo), sobre todo en vista que se demora el TLC con China, que tal vez no midieron bien las consecuencias de esa visita en ese momento en particular.

Dicho esto, la rápida reacción del canciller Francisco Bustillo después de los hechos ha sido inapelable: llamó a consultas al embajador turco y condenó sin cortapisas el gesto de Çavuşoğlu en un duro discurso precisamente en el acto de conmemoración del genocidio armenio, celebrado el domingo en el memorial de la rambla Armenia. Lo que en este caso entreveró más las cosas –en un tema, de suyo, particularmente sensible– fue justamente el hecho de que hubiera un TLC de por medio; puesto que el principal problema en esta tragedia siempre ha sido el negacionismo. El gobierno turco siempre se ha negado en redondo a reconocer el genocidio armenio, y muchas veces utiliza precisamente su músculo comercial y geopolítico para evitar que otros países lo reconozcan.

Los armenios, por supuesto, lo saben. Y es a la luz de ello que deben analizarse su indignación y malestar por este lamentable episodio. 

De todos modos, no se pueden justificar algunas expresiones en caliente contra el gobierno uruguayo, como el mensaje de Twitter de la organización Consejo Causa Armenia del Uruguay que reza: “… Lamentamos que el @MRREE_Uruguay cobije a quienes reivindican el terrorismo”. Y es un tuit que hasta hoy permanece “fijado” en la cabecera de la cuenta de la principal organización armenio-uruguaya, que además es filial del Consejo Nacional Armenio de Sudamérica.

Totalmente inaceptable. El gobierno uruguayo no “cobija” a ningún “reivindicador del terrorismo”. Y ese tuit resulta ofensivo.

Recordemos que Uruguay fue el primer país del mundo en reconocer el genocidio armenio en 1965. Del mundo. No de América. No de América Latina. El primero del mundo en hacerlo. Y que en Montevideo y otras ciudades hay varios espacios públicos dedicados a la memoria del genocidio y la causa del pueblo armenio. No solo el de la rambla Armenia.

El último memorial que se inauguró fue la Plaza Paramaz, en homenaje al célebre activista y revolucionario armenio ejecutado por los turcos en 1915, que está frente al obelisco. Es decir, frente al obelisco a los Constituyentes de 1830, está Paramaz. Creo que habla por sí solo del apoyo y la identificación uruguayas con la causa armenia.

Después de aquel histórico reconocimiento de Uruguay en 1965, otros países se han ido sumando. Lentamente, hay que decirlo. Hoy son 31 las naciones que reconocen aquella campaña de exterminio del régimen encabezado por Mustafá Kemal Ataturk. El país número 31 fue Estados Unidos, mediante una resolución conjunta de la Cámara Baja y el Senado en diciembre de 2019, cuando todos los presidentes, desde Bill Clinton hasta Donald Trump –entonces en el cargo–, se habían negado a llamarlo siquiera un genocidio.

Cabe recordar que en Estados Unidos, contrariamente a lo que sucede con los proyectos de ley, las resoluciones de la Cámara y el Senado no requieren de la firma del presidente.
De todos modos, fue bajo la actual presidencia de Joe Biden que desde allí finalmente se le llamó “genocidio” al genocidio armenio, en un comunicado de la Casa Blanca el 24 de abril de 2021. Pero en el mundo aún quedan 163 países por reconocerlo. 

Tal vez así se entienda un poco mejor la sensibilidad de la colectividad armenia en estas fechas y lo emotivo de su lucha; amén, claro, de su indignación con el repudiable gesto del canciller turco que todos debemos condenar.  

Aún así, sigue sin parecerme justo el mensaje del Consejo Causa Armenia del Uruguay acusando, urbi et orbi, al gobierno uruguayo de cobijar reivindicadores del terrorismo.

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