Leonardo Carreño

¿Hay favorito para ganar en 2024? (I)

Las elecciones se definen por múltiples factores y por un conjunto de hechos encadenados; un común denominador es el valor de la unidad partidaria

Tiempo de lectura: -'

18 de septiembre de 2021 a las 05:00

Estás por alcanzar el límite de notas.

Suscribite ahora a

Pasá de informarte a formar tu opinión.

Suscribite desde US$ 3 45 / mes

Esta es tu última nota gratuita.

Se parte de desde US$ 3 45 / mes

Las imágenes hablan. Botana con Orsi y Andrade en manifestación contra proyecto del gobierno. Manini Ríos junto a Pepe Mujica en campamento de protesta a proyecto del gobierno. El financiamiento de un fideicomiso para dar solución a los que viven en rancheríos será complejo de entender, pero las imágenes tienen un impacto más fuerte que el articulado de la Rendición de Cuentas.

Germán Cardoso entre carpetas, explicando que no hizo lo que otro dirigente colorado, exedil de Colonia, dice que sí hizo. Imágenes que hablan.

La coalición multicolor nació bien pensada y a la vez compleja, porque había unos que ni querían sentarse al lado de otros, pero el compromiso con un electorado que reclamaba un cambio en 2019 y la cercanía con una victoria, unió lo que parecía que no era simple de unir. Hubo festejo, hubo llegada al gobierno, hubo impacto por la pandemia, hubo defensa de lo hecho y hubo una unidad de acción. ¿Hubo y seguirá habiendo? 

El horizonte de la coalición oficialista no es de corto plazo, porque no hay tentación política para un partido, sector o dirigente, para cortarse solo, porque todos saben que la única forma de ganar al Frente Amplio es estando coaligados. Pero una cosa es estar coaligados y otra cosa es estar unidos.

Un matrimonio puede convivir en la misma casa y no romper el contrato, pero cuando se pierde el amor, el afecto, las ganas de vivir juntos, o el sueño de futuro, podrá seguir “casado” pero no unido.

Ahí hay una diferencia –y ventaja– para la izquierda: los grupos frentistas sienten que los une un lazo permanente, aun incluso cuando no tienen destino en la misma estación final, porque una parte sueña con quebrar el capitalismo y otra se conforma con mejorarlo. Pero sienten que viven en la misma casa, y casados.

Independiente de este episodio entreverado, en el que se ha llegado a un punto de inflexión complejo, con un presidente que ratifica su postura y varios senadores del oficialismo que rechazan la iniciativa (aunque nadie muestra datos del efectivo impacto económico-social de Colonización), hay una serie de hechos políticos que comienzan a configurar el escenario partidario hacia la próxima elección.

Siempre, para el partido que está en el gobierno su suerte se juega en la gestión, en lo que haga y en lo que deje de hacer, porque de alguna manera cada elección se define con la disyuntiva entre “continuidad o cambio”. 

Pero simultáneo a la gestión, el lema o los lemas que están en el gobierno deben atender las cuestiones partidarias, el vínculo directo con dirigentes de nivel intermedio, adherentes, lo que no es siempre sencillo.

El que está en el gobierno tiene “el poder” y los recursos de la gestión de Estado para hacer. 

El que está en la oposición tiene todo el tiempo para destinar a la política, a la preparación del plan, y a generar esperanza de lo que puede hacer si le dan el voto.

Cuando faltan tres años para la campaña electoral en sí mismo, ¿hay favorito? 
Aunque todos digan que “no son tiempos electorales”, todos saben que la meta electoral está presente siempre en todos los partidos, y que cada decisión pasa por considerar el presente, pero también ese futuro de urnas.

Para las elecciones próximas falta muchísimo tiempo lo que no impide ver cómo se van posicionando cada partido y cómo van corriendo la carrera larga, que tiene un final en plena campaña, pero que nada es producto de una casualidad sino una consecuencia de hechos.

Y entonces: ¿cómo va el camino hacia 2024?

El presidente Lacalle Pou reafirmó liderazgo y consolidó imagen popular.

El Partido Nacional se ha fortalecido en estructura e imagen, pero con algunas corrientes desdibujadas.

Las diferencias entre blancos afloran con el capítulo de Colonización y exponen al presidente a una pulseada innecesaria.

El Partido Colorado se vio afectado por Talvi (desde su llegada cuando desdibujó al partido, cuando dejó vacía de contenido la casa partidaria, cuando impidió el regreso de Bordaberry y cuando desapareció de escena, mostrando que la política tenía aristas oscuras), y luego de eso no ha encontrado un reimpulso.

De la otra vereda, el Frente Amplio ordena su casa, reagrupa sectores que piensan igual y fortalece el equilibrio entre moderados y ortodoxos; recompone el ala que sintoniza con “voto de centro”, encuentra un presidente que combina oratoria que entusiasma con capacidad de negociación interna y buena comunicación con los ajenos. La izquierda se entusiasma con el referéndum, pero más allá de una votación puntual, trabaja con mejor unidad que la lograda hasta 2019, con una meta clara: ganar 2024.

El Frente Amplio tiene varias figuras de renovación con mejor medición de popularidad que tenían los que en 2016 (para tomar de referencia período similar) pujaban para tomar la posta. 

Y en respaldo popular está firme, con un piso de adhesión bastante alto.

A tres años de las elecciones, por méritos propios y por deméritos de los otros, la izquierda comienza a construir una imagen de favoritismo. 

Pero falta mucho tiempo y hay que ver quién maneja mejor la fórmula de la victoria.

(Próxima semana: La fórmula de la victoria electoral ¿quién la maneja mejor?)

 

CONTENIDO EXCLUSIVO Member

Esta nota es exclusiva para suscriptores.

Accedé ahora y sin límites a toda la información.

¿Ya sos suscriptor?
iniciá sesión aquí

Alcanzaste el límite de notas gratuitas.

Accedé ahora y sin límites a toda la información.

Registrate gratis y seguí navegando.