Jorge Drexler en el Antel Arena en 2022
Nicolás Tabárez

Nicolás Tabárez

Periodista de cultura y espectáculos

Espectáculos y Cultura > Verano 2024

Jorge Drexler: "La gente empieza a decirme 'maestro' y eso me pone muy nervioso"

El músico realiza una gira por el interior y habló con El Observador sobre su intención de volver a vivir a Uruguay, el miedo al estancamiento y la inteligencia artificial
Tiempo de lectura: -'
26 de enero de 2024 a las 05:03

A Jorge Drexler lo pone nervioso tocar en Uruguay. Es lo que tiene la cercanía, el hablar con el mismo acento. Que sea una de sus casas, junto con España. Y aunque hasta ahora sus visitas eran esporádicas, tiene pensado empezar a pasar más tiempo en Rocha y repartir sus años entre La Paloma y Madrid.

Parte de ese proceso de reconexión con su tierra natal es la pequeña gira que hará por ciudades del interior. Empieza este fin de semana en Colonia, con un show en la Plaza de Toros, y ahora sigue por Atlántida, en el marco del festival Canelones suena bien este 30 de enero, y tendrá también una fecha en el Enjoy de Punta del Este, el 1° de febrero. Una gira en la que el trabajo se cruza con el descanso, y donde los nervios de jugar de local se mezclan con el entusiasmo de ser anfitrión para sus compañeros de banda y equipo, un grupo de diversas procedencias a los que, por ejemplo, llevará a conocer el Carnaval uruguayo por primera vez.

Otro aspecto de su proceso de retorno fue haberse involucrado directamente con el Festival de la canción de La Serena, el rincón del balneario La Paloma en el que pasa sus veranos. Hasta ahora era solo un espectador del evento, pero en este 2024 junto a su hermano Daniel asumieron el rol de organizadores para darle un empuje, y expandirlo más allá de la música, abarcando también otras áreas del arte y el pensamiento.

También empezó a trabajar con la Comisión de Medio Ambiente de la Asociación de Vecinos de La Serena, para participar activamente en el desarrollo de la zona pero al mismo tiempo preservar sus encantos naturales. Por teléfono desde su casa en La Paloma, el músico cuenta a El Observador con un entusiasmo desbordante que está trabajando en proyectos para evitar la contaminación lumínica y que el cielo tapizado de estrellas que es patrimonio de la costa rochense se pueda seguir viendo; en iniciativas de reciclaje de residuos y cuidado de la vegetación.

“Queremos cuidar el lugar y frenar el desarrollo antes de que se genere un desgaste. Porque acá en Uruguay el desarrollo inmobiliario vinculado al turismo suele ser rápido e irreflexivo, y no somos conscientes realmente del potencial medioambiental que tiene este país, que todavía es muy grande”, cuenta Drexler.

Y agrega: “Sentir que tenés la posibilidad de incidir en una cosa que después podes legarle a tus hijos me emociona mucho”.

¿Pensás en tu legado, en el futuro?

(Piensa) La verdad es que es tan incierto el futuro en este mundo líquido en el que vivimos, donde todo cambia muchísimo y nadie sabe ni siquiera qué profesiones va a haber dentro de 20 años, que me parece un poco pretencioso pensar en que vas a dejar algo que estás seguro de que va a perdurar. Yo más que por un legado lo hago por la alegría de sentir que estoy formando parte de una cadena que tal vez siga para adelante, pero me interesa mucho el momento. Después, si eso tiene la posibilidad de persistir y uno puede dejar un legado, sea una obra musical o una casa, o algo que incide en el ambiente, ya se verá.

Hablando de futuro, presente y de obra, ¿cómo te llevás con la inteligencia artificial y cómo ves las discusiones que se están dando sobre la creación?

Le pedí a ChatGPT que escriba una décima, y sabe las métricas pero no las puede cumplir, porque es muy complicado escribir una décima. Ese tipo de cosas las va a resolver, porque lo formal lo acaba resolviendo. Pero hay una definición de poesía de Allen Ginsberg que dice que son palabras empoderadas. Agarrás la frase de Spinetta de La herida de París, “Tu sombra hiende la distancia, es como un pétalo de sal”, y la palabra pétalo y la palabra sal no están listas para ir juntas, pero al hacerlo, además de la fuerza de cada una, aparece un poder nuevo evocativo, qué es lo que genera un acto poético. Y cuando yo lo intenté, de todas las cosas que hizo ChatGPT, no había ni una sola relación de palabras empoderadas. No había contradicciones, no había paradojas, todo seguía una lógica lineal. La incoherencia es muy difícil de enseñar a una máquina, al menos por ahora (risas). Pero quizás con el paso del tiempo adquiera algo que es muy importante que es una biografía. Porque vos nunca escribís desde un presente donde manejás datos de tu propio cerebro, escribís desde todos los momentos que viviste hasta el momento en que ponés la pluma arriba del papel, o la mano arriba del teclado. ChatGPT no tiene capacidad para la paradoja que empodera la palabra, ni capacidad para verter su biografía en el papel. Y por eso hace seis meses el tema me interesaba, ahora ya no (risas).

Drexler en el Movistar Arena de Buenos Aires en su actual gira

¿O sea que para vos la IA generativa no tiene nada bueno?

La inteligencia artificial tiene un lado bueno, que es que nos pone ante una pregunta maravillosa, nos enfrenta a la duda de “¿qué es ser humano?” Hasta no hace mucho pensábamos que jugar al ajedrez y ganar era atributo del ser humano, que una máquina no nos iba a poder superar, y eso ya no es así. Por ahora escribir canciones sigue siendo un atributo del ser humano, aunque haya máquinas que lo puedan hacer también. Escribir canciones no es una cosa homogénea para todo el mundo. Si vos tenés un equipo de producción de un disco que parece una agencia de publicidad, con personas investigando que es lo que está de moda, que tema hay que tocar, que cosas no hay que decir, cuáles son los acordes que se llevan y los ritmos mainstream, acabás firmando una canción entre 14. Y entre eso y la inteligencia artificial no hay diferencia. Las canciones que se hacen como un estudio de mercado las va a hacer mejor la IA, las que buscan relatar una experiencia vital, por ahora no veo que las pueda hacer.

Yo me formé en Uruguay como cancionista, y una de las características de la formación de un cancionista uruguayo de mi generación es que no existía la posibilidad de vivir y hacerse rico con las canciones. Fernando Cabrera era taxista, Leo Masliah era cerrajero, Rubén Olivera era docente. Cuando uno entraba en la canción lo hacía para volcar su biografía, nunca para hacer un estudio de mercado y distribuir la composición entre cuatro letristas y seis productores como pasó en gran parte del repertorio pop en el que he trabajado. Esto no lo digo como un juicio de valor, porque es muy difícil de hacer, pero en su momento trabajé con Shakira y funcionaba así. Ahora es al revés, la biografía de Shakira no puede estar más transparente en sus canciones. Pero yo participé en un disco en el cual firmaban una canción 14 personas. Y yo me formé en el ámbito de la Música Popular Uruguaya donde la expresión de lo que hacés no está disparada por lo económico. Eso es una macana en muchos aspectos, porque es difícil vivir de lo que amás, pero tiene la ventaja de que si persistís en el esfuerzo porque sentís que tenés algo que decir, eso acaba aflorando al final y con más fuerza. Mis primeros seis discos fueron un maravilloso fracaso. Pero me permitieron ir generando un lenguaje que se condensó y me permitió vivir modestamente de la música y dejar la medicina. Eso me dio una alegría vital que es difícil de explicarle a alguien en un país como España, donde un grupo saca un disco, mete dos hits en la radio y al año siguiente cada uno ya se compró una casa y viajan en avión privado. Eso en Uruguay no lo pensás.

Jorge Drexler

Esta gira, así como tus últimos shows en Uruguay, España, Argentina, Chile, han sido en escenarios grandes. ¿Cómo te llevás con ese nivel de masividad?

Ahora me llevo bien. Después de la primera parte de la gira, nos dimos cuenta que aunque habíamos hecho más de 70 conciertos, había lugares donde quedaban ganas de volver a escucharnos, y nos volvían a contratar.  Cuando eso pasó, decidí que no iba a volver con el mismo repertorio, pero sí con las mismas dimensiones del show porque nos llamaban para hacer lugares grandes. Entonces rediseñamos la gira, agrandamos la banda, y cambiamos el repertorio para adaptarlo a espacios abiertos o más grandes. Y funcionó, incluso mejor de lo que pensaba.

¿Te aburrís de tus espectáculos o las canciones?

Aburrirme sería demasiado dramático, y no me pasa eso. Siento un compromiso con alguien que compró una entrada. Si yo vuelvo un año y medio después y vos ves algo exactamente igual, como público es como si me contaras un chiste por segunda vez, ya le empiezo a ver las costuras. Lo asocié con la idea de ensillar el mate; mantengo el mate porque me gusta el sabor, pero siento que necesita revitalizarse.

¿Cómo se le gana al impulso de quedarse cómodo, a que los premios como los Grammy o el Oscar y los aplausos te hagan decir “con esto voy bien”?

A mí me da mucho miedo la inmovilidad. Me da mucho vértigo. Le tengo miedo al piloto automático, que en cualquier actividad creativa es un enemigo. En la vida es necesario cierto grado de automatismo, pero la vida es un equilibrio dinámico, no un equilibrio fijo. Los átomos que componen las moléculas de tus células van cambiando cada determinado tiempo. Y a mí me pasa con el proceso creativo, cuando empezás a tener una edad avanzada como yo (risas), aparece en el horizonte una cosa que me parece peligrosísima que es el riesgo consagratorio, la gente empieza a decirte “maestro”, y lo agradezco mucho, pero me pone muy nervioso. Me da muchísimo miedo convertirme en una cosa fija, tanto miedo que entre disco y disco demoro dos o tres años en escribir. Desde el último disco, que salió en 2022, no escribí nada.

¿Nada de nada?

Me junté con amigos a tocar y hacer cosas, pero nada que vaya a cantar en mi vida. Mi proceso compositivo no implica escribir todo el tiempo, porque me da miedo hacerlo por automatismo, sin poner toda la intención y volcar la biografía, lo que hablábamos de la IA. Por eso me interesa el cambio, y tengo mucha inquietud. Para mí eso es sentirse vivo. No vivir de réditos de un pasado.

Hace 30 años exactos te fuiste a España, y en ese momento, como dijiste hace unos días en una entrevista con El País, sintiéndote un outsider de la música uruguaya. Ahora volvés y tocás en escenarios grandes, tenés reconocimiento. ¿Cómo es tu vínculo con Uruguay en ese sentido? ¿Pesa distinto el éxito?

Caetano Veloso dijo hace un tiempo en una entrevista que tocar en su ciudad natal, Bahía, lo ponía muy nervioso. Y a mí me pasa lo mismo. Tocar en Uruguay me pone nervioso, porque me conocen de toda la vida, y lo que pasa en el escenario es de alguna manera una fantasía. Y esa ilusión depende de lo que la gente proyecta en vos. Y cuando tu acento es familiar y la gente sabe de dónde venís requiere un esfuerzo más grande para generar la ilusión. De todas formas, tiene una cosa preciosa tocar en el lugar en el que uno se formó. Porque el grado de comprensión de lo que hacés es mayor, y da mucha alegría, porque es tocar en casa, ante parte de mi familia, y haciendo de anfitrión para los que me acompañan, que vienen de muchos lugares.

Comentarios

Registrate gratis y seguí navegando.

¿Ya estás registrado? iniciá sesión aquí.

Pasá de informarte a formar tu opinión.

Suscribite desde US$ 345 / mes

Elegí tu plan

Estás por alcanzar el límite de notas.

Suscribite ahora a

Te quedan 3 notas gratuitas.

Accedé ilimitado desde US$ 345 / mes

Esta es tu última nota gratuita.

Se parte de desde US$ 345 / mes

Alcanzaste el límite de notas gratuitas.

Elegí tu plan y accedé sin límites.

Ver planes

Contenido exclusivo de

Sé parte, pasá de informarte a formar tu opinión.

Si ya sos suscriptor Member, iniciá sesión acá

Cargando...