Juan Pedro Damiani anunció sorpresivamente este jueves que no presentará su candidatura para las elecciones de noviembre en Peñarol, en una decisión que impacta en diferentes niveles, y que tiene un efecto inmediato: genera un vacío que será muy difícil de llenar en la vida política del club en estos dos meses, en los que definirán el futuro aurinegro en el corto, mediano y largo plazo.
Su carta está escrita desde el corazón y con una indisimulable pasión por el club de sus amores, que tiene la carga emocional de la experiencia que vivió con su padre, primero como hijo, luego como par y finalmente como sucesor.
Tras el agradecimiento, reconocimiento y autocrítica, porque también asume errores, deja un mensaje para el socio de Peñarol (el que definirá en las urnas en noviembre), de un valor que se aprecia por el momento en el que elige hacerlo.
Porque Damiani perfectamente estaba en condiciones de seguir alimentando el caos de su club.
Tiene elementos desde el lugar que ocupa hoy, como oposición, para dejar en evidencia al oficialismo, como lo hicieron con él cuando los roles estaban invertidos.
Sin embargo, Juan Pedro tomó por el camino que conduce al mensaje más sano y que estaba necesitando este Peñarol.
“Nuestra querida institución lleva demasiados años de luchas intestinas, de disputas y enfrentamientos, y de una politización creciente que ha terminado, como advertimos en su momento, enfrentando a los peñarolenses entre sí, desuniendo al club y debilitándonos a todo nivel, tanto dentro como fuera de la cancha. Es tiempo de unir, porque ya se ha dividido muchísimo”.
Estas expresiones derivaron en su decisión de no ser candidato “a ningún cargo en las próximas elecciones”.
Al mismo tiempo, planteó un compromiso para todos los socios: “Es tiempo que todos demos pasos para la unidad del club. Los socios e hinchas están cansados de disputas, divisiones, peleas estériles, y quieren que quienes tenemos responsabilidades demos señales claras para terminar con esta politización que tanto mal nos ha hecho y que hoy por hoy hace muy difícil conducir la institución. Y porque entiendo que debo predicar con el ejemplo y poner, por encima de todo, primero a Peñarol”.
Con su decisión, Damiani se inmoló. Ni más ni menos. Se inmoló en estas elecciones, con el objetivo de hacer sonar las alarmas, para que quienes siguen en esa lucha intestina, que solo daña a su club, entiendan definitivamente la gravedad de lo que está ocurriendo.
Lo que hizo el expresidente tiene una connotación singular y una responsabilidad histórica, que necesita reacciones o respuestas que estén a la altura del paso que dio.
Porque esta decisión también tiene para Damiani un costo altísimo. No estará en los próximos tres años de la política del club y esto implica que Peñarol se queda sin uno de sus mejores dirigentes, sino el mejor, incluso a pesar de los importantes errores que cometió en sus gestiones.
Desde que se fue del club en 2017, su actuación de nueve años como presidente ganó prestigio y valor., el que no alcanzó cuando ocupaba el sillón presidencial, por algunas de sus actitudes y por la forma de dirigir (bajo los parámetros de los presidentes anteriores y no a partir de un liderazgo que promoviera la unidad) y de comunicar.
Juan Pedro fue el que montó la organización deportiva que permitió que Peñarol recaudara US$ 50.000.000 en venta de jugadores en los últimos años a partir de un cambio en la matriz, cuando en 2008, aún cargando con el lastre que heredó de su padre (un gran presidente del club, que no se retiró a tiempo) llevó a Víctor Púa para liderar el proyecto que generó la base de la selección uruguaya de estos días, que dirige Marcelo Bielsa, y que permitió al club vender en cifras inéditas para Uruguay. Todo ese proceso fue interrumpido por el presidente actual, Ignacio Ruglio, que le quiso poner el ADN del quinquenio a un proyecto exitoso.
Bajo la presidencia de Juan Pedro, el Peñarol que corrió atrás del sueño de su propio estadio durante casi 80 años (luego del estadio de los Pocitos y de Las Acacias), tuvo su Campeón del Siglo.
Fue el que profesionalizó la gestión de Peñarol.
Fue el que ingresó al club en la era digital y del marketing del siglo XXI, en este caso siguiendo los pasos de Nacional, pero dando ese paso que necesitaba la institución.
En definitiva, fue Juan Pedro el que lideró la reconstrucción de Peñarol y la modernización del club, luego que tocó fondo en el inicio de este siglo.
Por supuesto que Damiani se fue cuestionado, porque se equivocó (en la carta asume errores) y al final de un ciclo de gobierno y en plena lucha electoral no se reconocen los aciertos sino se marcan las fallas, pero el tiempo (dejó la presidencia en 2017) se encargó de subrayar su legado que le permite a Peñarol por estos días disfrutar fortalezas en la organización deportiva que son producto de su obra. Ese dirigente, que marcó la historia, es el que se inmoló en busca de la paz institucional. Que tan caro gesto no sea en vano.