La guerra en Ucrania ha aumentado el número de desplazamientos humanos forzosos por encima de los cien millones y las Naciones Unidas alertan sobre el hecho de que la crisis alimentaria producida por la guerra podría elevar aún más ese número.
Alrededor de noventa millones de personas han dejado sus hogares y países de origen por persecuciones políticas o raciales, abusos y violencia hacia finales de 2021, según un informe anual de las Naciones Unidas.
Otros catorce millones se han visto obligados a migrar desde el inicio de la guerra en Ucrania en febrero de 2014, y se espera que el aumento de precios de los alimentos causado por el bloqueo de las exportaciones de granos ucranianos produzca más movimientos migratorios en varios puntos del planeta.
El alto comisionado de las Naciones Unidas para refugiados, Filippo Grandi, dijo que, si el impacto de la crisis no es resuelto rápidamente los resultados pueden ser devastadores. En estos momentos hay gente huyendo de la hambruna y la violencia en la región de Sahel, en África, agregó.
El Sahel es una región donde los conflictos en los países de Mali, Niger y Burkina Faso afectan a más de quince millones de personas que necesitan diversos tipos de ayuda humanitaria, médicos, alimentos, vestimenta y alojamiento. La violencia sexual contra las mujeres, la explotación, los matrimonios forzados y precoces y la trata de personas se han multiplicado sin control.
Entre 2015 y 2021, los ataques violentos contra civiles en la región central de Sahel se multiplicaron por ocho y las muertes, en el mismo período, se multiplicaron por diez.
Los números de desplazados crecen día a día, en lo interno de cada país y entre países y regiones, y si la tendencia no es frenada por la acción de la comunidad internacional se espera una catástrofe humanitaria de proporciones inimaginables.
Para el fin de 2021, alrededor de veintisiete millones de personas se hallaban viviendo como refugiados y el total de quienes estaban buscando asilo ascendía a cuatro millones seiscientas mil personas. En los últimos quince años, las personas desplazadas dentro de su propio país debido a conflictos internos sumaron cincuenta y tres millones doscientas mil.
El alto comisionado señaló también que se observaba una escalada de violencia en países en las que antes había disminuido notoriamente, como Afganistán y la emergencia de procesos violentos en lugares nuevos que no los venían sufriendo.
Grandi saludó el apoyo generalizado a quienes huían de la guerra en Ucrania, pero al mismo tiempo, remarcó el contraste con la respuesta hacia desplazados provenientes de países como Siria y Afganistán.
Criticó el “monopolio” de recursos dirigidos a Ucrania mientras otros programas eran dejados de lado, “Ucrania no debería hacernos olvidar de otras crisis”, afirmó, como el conflicto en Etiopía y la devastadora sequía en el Cuerno de África.
Para el Alto comisionado, la respuesta europea a la crisis de refugiados ha sido desigual y se refirió a lo dimes y diretes entre estados que aceptaban pequeños grupos de refugiados y migrantes cruzando el Mediterráneo en balsas comparado con la generosa ayuda brindada a los ucranianos desplazados.
Remarcó finalmente el contraste entre la actitud de los países ricos y los países de medios y bajos ingresos que alojaron al ochenta y tres por ciento de los refugiados del mundo.
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