Fútbol > ANÁLISIS

La doble personalidad de Munúa y la bipolaridad de Nacional

El tricolor fue explosivo y protagonista en el primer tiempo pero en complemento volvió a su versión apática y cautelosa para terminar aferrado de terror bajo sus tres palos ante un rival con 10
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26 de agosto de 2020 a las 22:56

Nacional mostró ante Progreso su mejor versión post pandemia. Pero esa expresión de buen fútbol, de vértigo y audacia, apenas duró 45 minutos. El tricolor derrotó a Progreso 2-1 pero el fulgor de las luces de su primer tiempo quedó apagado por la oscuridad espesa en la que quedó sumido en el complemento, donde el tricolor fue más de lo mismo que viene mostrando desde que volvió el fútbol el 9 de agosto. 

¿Cómo logró Nacional mostrar su mejor versión en ese primer tiempo? Primero cambió nombres, después su postura. Gustavo Munúa ensayó seis variantes con respecto al equipo que rescató contra Plaza un empate jugando 75 minutos con un hombre de menos, nada menos que Gonzalo Bergessio: 7 goles en 7 partidos, figura despegada por escándalo del equipo (y del torneo).

El DT movió la zaga colocando al zaguero brasileño Paulo Vinicius, debutante, suplió al suspendido Mathías Suárez por Ayrton Cougo, le devolvió la titularidad a Felipe Carballo (la había perdido tras un discreto clásico ante Peñarol, 1-1) en desmedro de Claudio Yacob, y volvió a rotar en la zona de gestación, donde el equipo venía flaco: Rodrigo Amaral por Felipe Gedoz (poco en sus primeros dos partidos) y Gonzalo Castro por Santiago Rodríguez. Thiago Vecino se puso el traje de 9 por Bergessio. 

Sobre la base de esos cambios, el Nacional de Munúa abandonó la postura cautelosa asumida desde que volvió el fútbol (el clásico) y el equipo jugó con la identidad que el tricolor había mostrado en el anterior ciclo del DT en el club (temporada 2015-2016). 

La línea defensiva se paró lejos del arco con una intención de sacar la pelota limpia del fondo. Vinicius se mostró correcto en sus entregas y Agustín Oliveros no solo pasó con prolijidad sino que hasta se animó a conducir a campo rival.

Gabriel Neves y Carballo se complementaron en forma ideal para pasar y hacer jugar al equipo. Y del resto se encargó Pablo García. Del juego de uno contra uno, de la asistencia lúcida, de la diagonal punzante, de la generación de circuitos de juego. 

Desde que Munúa le volvió a dar pista (contra City Torque), García ha sido el mejor jugador del equipo. Pero esta vez tuvo socios que incrementaron sensiblemente el volumen de juego del tricolor. 

Estacionado como extremo derecho, Nacional cargó el sector flaco de Progreso donde estuvo ausente por suspensión el capitán y lateral Mauricio Loffreda. Su sustituto Martín Marta sufrió los primeros 45 minutos como nadie. No solo porque cada vez que lo encaró García hizo lo que quiso sino que cuando desde el fondo trepó Armando Méndez el tricolor logró profundidad. 

Y cuando los equipos son punzantes por afuera los centrodelanteros tendrán de qué comer. Sea Bergessio o sea Vecino, que tiene una condiciones bárbaras. 

Ahí por derecha se gestó el primer gol con descarga entre línea de Vecino, desborde de Méndez, rebote largo del golero que cortó la caída del balón a su flanco ciego y gol de Pablo García. 

El extremo asistió a Vecino en centro rasante paralelo a la línea final para el 2-0. Pero bien pudo irse Nacional con una mayor ventaja de no haber mediado dos excelentes intervenciones de Nicola Pérez. 

Bien expulsado por el uso de fuerza excesiva en un balón dividido, Joaquín Gottesman vio la roja al minuto 36'. 

¿Qué pasó para que todo eso se derrumbara en el segundo tiempo? La postura del equipo cambió radicalmente. Nacional quiso volver a jugar al control. A lo que hizo a lo largo de los 90 minutos contra City Torque, que le respondió con tibieza defensiva y ofensiva. 

Pero este Progreso, reducido a una mínima expresión en el primer tiempo, es otra cosa. Vibra y juega. Y como le regalaron cancha para trepar metros y espacio para manejar la pelota se animó. 

Nueve chances de gol le generó en el segundo tiempo el gaucho. ¡Nueve! Muchas en acciones a balón detenido, como el tiro libre Esteban González que dio en el palo o el gol de Alex Silva Garrel, quien bajó la pelota ayudado por el brazo, en una acción anulable con asistencia del VAR. 

Munúa movió mal el banco y facilitó que el estancamiento del equipo se agravara. Sacó a García y puso a Gedoz que volvió a ser inexpresivo. Sacó a Amaral y a Castro, por una cuestión de dosificación de minutos. El único jugador que se salió de la apática sintonía en la que quedó sumido el equipo fue Alfonso Trezza quien en 30 minutos hizo más que Brian Ocampo y Santiago Rodríguez en todo lo que va del torneo. 

¿Cuál es la verdadera versión de Nacional? ¿Cuál es la que el hincha quiere? No quedan dudas que es la del primer tiempo, pero muchas veces el entrenador cae en el vicio de regalar protagonismo, en recortar los márgenes de audacia y el tricolor gana con lo justo o termina sufriendo como el domingo ante Plaza o este miércoles contra Progreso.  

 

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