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La progresiva revisión de la política de los bancos centrales

Con lo peor de la pandemia en retirada, los principales bancos centrales del mundo están revisando de distinta forma sus políticas expansivas del último año

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19 de septiembre de 2021 a las 05:00

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La Reserva Federal de Estados Unidos está definiendo con extrema cautela sus próximas acciones. No sólo porque aún no se ha disipado del todo la incertidumbre sobre la evolución de la economía sino porque además, sus acciones estarán sujetas al escrutinio político que habrá de decidir el nombramiento del próximo presidente de la institución a partir de febrero del año próximo. 
Hasta ahora, la política monetaria tuvo un carácter expansivo, con una compra mensual de valores públicos de U$S 120.000 millones y una tasa de interés de referencia cercana a cero, con el doble objetivo de volver a una economía de pleno empleo y estabilizar a la inflación en el 2% anual. 

En los últimos meses, la recuperación de la economía y del empleo ha sido importante, pero aún hay unos seis millones de puestos de trabajo menos que antes del inicio de la pandemia. En adición, el efecto sanitario de la variante Delta ha agregado un factor de incertidumbre sobre la evolución económica de futuro. Prueba de ello fue el informe sobre el mercado de trabajo del pasado mes de agosto, con una creación de 285.000 empleos, significativamente inferior a la del mes de julio, que fue 1.1 millones. 

A ello habrá que agregar la parte del estímulo fiscal que acaba de ser retirada cuando, de acuerdo a lo previsto, más de 7.5  millones de personas dejarán de percibir los beneficios adicionales de desempleo aprobados para paliar lo peor del efecto de la pandemia.  

Por su parte, la inflación, medida a través del indicador de precios preferido de la FED, que es el índice de gastos de consumo personal, subió un 4,2% en comparación con el año anterior, bien por sobre la meta oficial. Para las autoridades, este resultados es transitorio, por lo que una reacción apresurada de la política monetaria podría interrumpir el proceso de recuperación económica y anclar a la inflación en un nivel cercano a cero, al estilo de lo que ocurre en Japón. 

En oposición, hay una corriente de pensamiento que sostiene que la expansión simultánea de las políticas monetaria y fiscal, junto con otras causas de orden estructural, arriesgan perpetuar ese movimiento alcista de los precios r incorporarlo a las expectativas de los asalariados y consumidores. Por lo tanto, es un riesgo que demanda un pronto repliegue de la política monetaria.  Hasta ahora, Powell no ha indicado una fecha determinada para iniciar el retiro del  estímulo monetario en curso, aunque ha sugerido que ello podría ocurrir en el correr de este año. A partir de esta señal, hay quienes piensan que la desaceleración en la compra de bonos podría comenzar sobre fines de año. Se espera, además, que esos primeros pasos sean graduales, para evitar una reacción desmedida de los mercados, que podría alterar a la evolución normal de la economía.

La autoridad monetaria también dejó en claro que la tasa de interés no será aumentada hasta  que el mercado laboral vuelva al pleno empleo, un punto que recién podría alcanzarse en el correr del 2023.  En este marco, la evolución del empleo y la inflación de aquí a fin de año será decisiva para que Biden  defina la posible continuidad de Jay Powell al frente de la institución para un próximo período. 

Además, el ala progresista de los demócratas tiene presente que Powell fue nombrado por Donald Trump y desea por lo tanto, la designación de un nuevo presidente más afín a sus ideas.  

Al otro lado del Atlántico, el Banco Central Europeo está un paso más adelante. A partir de la proyección de un marco favorable de crecimiento e inflación, principalmente como consecuencia del avance en la vacunación, la semana pasada decidió comenzar a rebajar la compra mensual de valores de 80.000 millones  de eurosque venía cumpliendo desde el pasado mes de marzo, como parte del programa de emergencia de  1.85 trillones de euros decidido el año pasado en plena pandemia. 

La proyección de crecimiento de la zona euro para este año es de un 5 %, con una inflación del 2.2 %. Ello sin perjuicio de que aún hay dos millones de personas sin empleo en comparación con la situación previa a la pandemia.

La decisión del BCE es un compromiso entre las dos posiciones extremas que se dan al interior de sus jerarquías, entre quienes consideran que ya están dadas las condiciones para un instrumentar un progresivo endurecimiento de la política monetaria y quienes aún creen prioritario el estímulo a la actividad económica. 

En todo caso, una compra de valores en delante del orden de 60.000 millones mensuales  de euros podría atender a la vez a ambas posiciones y también absorber la deuda que los gobiernos de la zona tienen previsto emitir antes de fin de año. 

En otros países, también hay bancos centrales que están instrumentando posiciones más restrictivas con relación a sus políticas del pasado como por ejemplo, los de Inglaterra y Australia.   Aunque sobre una realidad inflacionaria más compleja, el Banco Central de Rusia subió la tasa de interés por quinta vez en el correr del año, esta vez en 25 puntos para llevarla a 6.75 % anual. 

El objetivo es el de contener la suba de precios, que ahora es de 6.74 % anual, la mayor de los últimos cinco años, frente a una meta oficial del 4 %. 

De una forma u otra, estos movimientos anuncian el progresivo retorno a un mercado financiero internacional más restrictivo que el de estos últimos meses. 

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