Camilo dos Santos

La reinvención de la fe en tiempos de coronavirus: Instagram y Zoom como aliados

Misas y oraciones por Instagram, Facebook y YouTube fueron algunas de las formas para conectar con los fieles; también se organizaron "retiros virtuales"

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11 de abril de 2020 a las 05:04

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El cardenal Daniel Sturla entra en el plano caminando lentamente. La iglesia matriz está vacía y la música retumba en las paredes. A través de la pantalla, todo parece normal pero la diferencia es enorme: no hay gente en la catedral de Montevideo. La misa del Jueves Santo se da, por primera vez en la historia, sin público, solo con las autoridades en el altar y algunos camarógrafos que transmiten en vivo la Santa Misa. 

La llegada del coronavirus SARS-CoV-2 al país obligó a las cúpulas religiosas a repensar la manera de llegar a sus fieles en una semana especial, en la que los católicos conmemoran la resurrección de Jesús y los judíos la liberación de la esclavitud de su pueblo en Egipto. 

Desde retiros virtuales para jóvenes de lunes a miércoles, conferencias en Zoom y misas transmitidas por Youtube, los religiosos echaron mano a todas las herramientas tecnológicas disponibles para conectar con los creyentes. 

Si bien las parroquias católicas  no están cerradas —ya que los fieles pueden ir a rezar —, las misas con público se suspendieron, siguiendo recomendaciones del gobierno para evitar la acumulación de personas en un mismo lugar. 

Camilo dos Santos

Para el cardenal Sturla, también arzobispo de Montevideo, esta fue la “semana más importante del año” para los cristianos, por lo que reconoció sentir un dejo de “tristeza” por no haber podido compartirla de manera presencial. Sin embargo, destacó la “creatividad” que motivó la cuarentena. 

Un ejemplo de ese “ingenio” al que tuvieron que recurrir los sacerdotes tuvo lugar en San José, durante el pasado Domingo de Ramos. Como es costumbre, ese día los creyentes suelen ir a las iglesias para que les bendigan sus ramos de laurel y olivo. Con la emergencia sanitaria  salir de casa no era una posibilidad, por lo que los sacerdotes de las principales parroquias se organizaron para bendecir los ramos yendo puerta por puerta. 

Los fieles los dejaban afuera y ellos los bendecían, contó a El Observador monseñor Arturo Fajardo, obispo de ese departamento. 

En términos numéricos, el domingo 5 de abril, por ejemplo, el canal de YouTube de la Iglesia Católica de Montevideo tuvo 95 mil visualizaciones entre todos sus contenidos. La misa del Jueves Santo, en tanto, tuvo más de 1.500 visualizaciones (hasta el viernes). 

La evaluación, según Sturla, ha sido "sumamente positiva". "Incluso la participación de fieles (...) ha sido enorme y eso es muy positivo", señaló. Pese a la respuesta, el cardenal se mostró ansioso en poder retomar la actividad normal. "Nada quita la importancia que tiene el encuentro personal y la asamblea reunida, la comunidad reunida. Se abre una nueva perspectiva de comunicación pero igual estamos ansiando poder retornar a la vida normal", resumió.  

Retiros virtuales

“Estamos esperando que nos juntemos todos para poder continuar. Ahí veo a Vicky, Lu, Maru, María...”, leía el sacerdote Juan Andrés Verde, mientras acomodaba el celular en el trípode y miraba los comentarios que aparecían en la pantalla del vivo de Instagram.

Es que Verde participó junto a otros sacerdotes de la Iglesia Joven de Montevideo (IJM) en un “retiro virtual” que se llevó a cabo entre el lunes y el miércoles de la Semana Santa y en el que se inscribieron unos 600 jóvenes. 

Antes de la emergencia sanitaria, los sacerdotes de la IJM planificaron un retiro para “preparar” a los jóvenes para los días “más importantes” de la Semana Santa. La idea estaba dirigida a los jóvenes de la parroquia Nuestra Señora de La Paz y para los de la San Juan Bautista. 

Sin embargo, la llegada del coronavirus y la emergencia sanitaria obligaron a repensar el retiro. Así fue cómo el sacerdote Sebastián Alcorta, junto a otros integrantes de la IJM, planteó hacer el retiro de manera virtual. Alcorta explicó a El Observador que se trató de un “desafío” desde el punto de vista de la motivación y la dedicación. 

Los sacerdotes diseñaron un cronograma para crear un “clima de retiro”. Una oración a la mañana, una prédica de los sacerdotes, un par de horas libres para reflexionar en casa, un Rosario en la tarde, otra charla, una misa y una ronda de preguntas a la noche.

Camilo dos Santos

Mientras que las oraciones y las prédicas se transmitieron por un vivo de Instagram, al final del día los jóvenes usaban Zoom para intercambiar opiniones sobre el día en grupos de unas ocho personas. 

Para Alcorta esta emergencia sanitaria supondrá un “antes y un después” en términos de religión. “Todavía estamos descubriendo lo que todo esto nos va a dejar”, afirmó, aunque abrió la puerta a que en el futuro los retiros presenciales también cuenten con instancias virtuales en los que otros puedan participar. 

Un retiro virtual similar organizó la parroquia Nuestra Señora de La Paz, encabezada por el sacerdote salesiano Francisco Lezama, quien contó a El Observador que desde hace varios años se organiza un retiro, una misión y una celebración en Samana Santa. Las circunstancias, sin embargo, obligaron a hacerlo de manera virtual, sobre todo a través de la plataforma Zoom. De esa manera, lo que empezó pensado para los jóvenes de los barrios cercanos a Villa Colón, donde está la parroquia, terminó uniendo a personas de otros barrios y también departamentos. 

Parte del retiro consistió en rezar por el personal de la salud y hacerle llegar varios mensajes de los jóvenes a los médicos del Hospital Español, centro de referencia en materia de coronavirus.  

Subsistencia

Si bien la evaluación de la “Semana Santa virtual” fue positiva, también hay preocupación por la subsistencia de las parroquias, ya que con la merma en el público también bajaron los aportes de los fieles. 

Para Sturla la emergencia sanitaria está “afectando muchísimo” a las parroquias, por lo que la Iglesia Católica pidió a los fieles seguir aportando pese a la cuarentena. 

“Pasa en todo el mundo, con la excepción de que la Iglesia nuestra de por sí es una muy necesitada, sin muchos recursos. Entonces, se nota mucho, quizás más que en otros lugares”, consideró el cardenal.

Tras la resignificación de los vínculos

Para la comunidad judía esta también fue una semana especial, ya que desde el 8 de abril hasta el 16 se celebra Pésaj. Para acompañar la festividad, varias congregaciones organizaron encuentros virtuales, como conferencias, sesiones de meditación, reflexiones y otro tipo de celebraciones. 

El rabino Daniel Dolinsky, de la Nueva Congregación Israelita (NCI), señaló a El Observador que este Pésaj, en medio de una emergencia sanitaria, ha llevado a “resignificar los vínculos”, aunque sea “a distancia”. 

En el caso de la NCI, la plataforma Zoom también se convirtió en el principal aliado para transmitir todo lo vinculado a la pascua judía. “Hemos tenido una respuesta altísima, muy importante y por encima de lo esperado”, aseguró Dolinsky. 

 “Es la primera vez en 80 años de historia que la sinagoga está cerrada. En otros lugares del mundo los últimos antecedentes son de la Segunda Guerra Mundial”, señaló el rabino, quien contó que hay cierto “deja vú” en ese sentido. “Ver el vacío y sentir el silencio es fuerte. No están hechas para eso”, resumió.

Pese a la situación, Dolinsky elige pensar que la “interacción” no se pierde, sino que es un “tesoro” que se guarda para después, cuando todo vuelva a la normalidad. “Este tiempo nos hizo entrar a nuestras casas con una tabla de valores y cosas que ocupaban el valor número 1, que ahora ocupan el lugar 120. Las cosas que parecían poco relevantes ahora son importantísimas”, explicó. En esa lista incluyo a los encuentros entre abuelos y nietos, y a la ‘mateada’ en familia o con amigos. 

Para Dolinsky la fe en esta nueva coyuntura cobra otro significado. “Las religiones en este momento ayudan mucho. Primero, porque mantienen fuerte la moral de las personas. Esto de sentir que hay una esperanza. Las religiones tenemos una responsabilidad grande porque tenemos que tener un mensaje de esperanza. Lo que solemos difundir en las ‘buenas’ también lo tenemos que hacer en las ‘malas’”, subrayó. 

Para el rabino, después de la pandemia el mundo no será el mismo. “Está claro que en algo vamos a cambiar”, afirmó, aunque dijo que eso será algo que se podrá ver una vez que todo termine. 

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