Fotos Diego Battiste

Larrañaga, un líder que dignificó su profesión

Fue un político profesional, en el sentido más noble del término. Asumió sus responsabilidades hasta sucumbir. Deberíamos preguntarnos si es justo pedirles tanto esfuerzo a nuestros líderes

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24 de mayo de 2021 a las 14:56

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Pasa en todas las actividades. Pasa en el periodismo, en la docencia, en la universidad, en el mundo empresarial o sindical. Pasa también en la política. Hay mucha gente que se dedica a la militancia. Pero no son tantos los que, a la hora del balance, logran agregarles valor y hacerlas un poco mejor. Jorge Larrañaga integra esa lista corta de quienes lo consiguieron. Pasa a la historia como un líder que dignificó su profesión, la militancia política, dicho sea de paso, una de las más difíciles de todas.

Larrañaga dignificó su profesión por su enorme capacidad de trabajo. Esto ha sido dicho y reiterado con toda razón desde que se conoció la noticia de su tempranísima muerte. Fue un trabajador incansable. En las campañas electorales era una topadora. Pero tenía muy claro que los cargos no son para ronronear en el sillón o para gozar de algo de prestigio, sino para servir, día tras día, a la ciudadanía. Como edil, intendente, senador, ministro, en todos y cada uno de los lugares que conquistó, trabajó de sol a sol. Fue un político profesional, en el sentido más noble del término. Asumió sus responsabilidades hasta sucumbir. Deberíamos preguntarnos, dicho sea de paso, si es justo pedirle tanto esfuerzo a nuestros líderes. Ojalá no tuvieran que trabajar hasta el punto de comprometer su salud para ganarse el respeto del público.

sus pasiones eran completamente evidentes, transparentes, sinceras, directas. Sé que más de una vez lo hice enojar, y lo lamento, aunque estas disculpas lleguen demasiado tarde

Dignificó su profesión porque fue honesto y frontal. Larrañaga no estaba en la política para ganar plata ni para vivir con más confort. Por cierto, como cualquier padre de familia precisaba un sueldo.  Obviamente, como cualquier dirigente político, necesitaba obtener dinero, pero solamente para poder financiar nuestras carísimas campañas electorales, y no para amasar una fortuna. Larrañaga fue frontal. En el acierto o en el error, nunca tiró la piedra y escondió la mano. Iba de frente. Era un hombre intenso, tanto en el cariño como en el enojo. En los dos casos, sus pasiones eran completamente evidentes, transparentes, sinceras, directas. Sé que más de una vez lo hice enojar, y lo lamento, aunque estas disculpas lleguen demasiado tarde.

Larrañaga dignificó su profesión porque en todas las circunstancias, en las victorias, pero muy especialmente en las derrotas, mantuvo un compromiso sin fisuras con su partido

Larrañaga dignificó su profesión porque, como buen caudillo que supo ser, tenía el don de percibir fácilmente las angustias e ilusiones de la gente. Entre aquel joven y jovial intendente de Paysandú, lleno de ilusiones, y este aguerrido ministro maduro, y circunspecto, hay una continuidad esencial. He criticado muchas veces el diseño institucional del segundo nivel de gobierno porque le da demasiado poder al jefe de gobierno. Pero eso no quita que los intendentes, en todo el país, y más allá de su signo político, no estén cortados por la misma tijera, la del servicio a sus vecinos. Larrañaga fue así en los noventa, en su Paysandú natal. Y siguió manteniendo esa conexión con la opinión pública durante las décadas siguientes, convertido en líder nacional. Cuando, en 2002, forzó la ruptura de la coalición, lo hizo interpretando el fastidio de la mayoría de los blancos con Jorge Batlle y el Partido Colorado. Más tarde, solito, contra viento y marea, lanzó la campaña “vivir sin miedo”, sintonizando con el hondo malestar de la mayoría de la población con la política de seguridad del Frente Amplio.

Larrañaga dignificó su profesión porque en todas las circunstancias, en las victorias pero muy especialmente en las derrotas, mantuvo un compromiso sin fisuras con su partido. Luego de obtener una victoria impactante en el 2004, y cuando todo indicaba que estaba destinado a ser el candidato a la presidencia del Partido Nacional por mucho tiempo, sufrió derrotas inesperadas, primero con Luis Lacalle Herrera, luego, y por partida doble, con Luis Lacalle Pou. En todos los casos tragó saliva, respiró hondo, hizo de tripas corazón, y siguió aportando su fuerza de voluntad en aras de la victoria de su partido. No hay partidos vibrantes (en el sentido de Fernando Rosenblatt) sin dirigentes resilientes.

Deberíamos preguntarnos, dicho sea de paso, si es justo pedirles tanto esfuerzo a nuestros líderes. Ojalá no tuvieran que trabajar hasta el punto de comprometer su salud para ganarse el respeto del público

Larrañaga dignificó su profesión, finalmente, porque siendo blanco como hueso de bagual se arriesgó a tender puentes hacia dirigentes de otros partidos. En estos días han vuelto a circular las imágenes de su reunión con José Mujica, en agosto de 2008. Yo pienso, hace muchos años, que la publicidad de ese vínculo con el caudillo del MPP le costó carísimo, y que es la principal explicación de su dura derrota a manos de un renacido Luis Lacalle Herrera en la primaria de 2009. Es menos conocido que Larrañaga jugó también un papel importante en la construcción de la coalición multipartidaria que terminó desplazando al Frente Amplio en noviembre de 2019. A fines de 2015, empezó a hablar de “posfrentismo”, de la necesidad de construir un “proyecto superador” que incluyera a otros partidos de la oposición de la época. Para avanzar en esa dirección, y sondear la posibilidad de acuerdos programáticos, realizó una ronda de conversaciones que incluyó, por ejemplo, a Pedro Bordaberry, Edgardo Novick y Pablo Mieres.

Larrañaga dignificó la política uruguaya. En estos días, el sistema político así lo ha reconocido. Se han escuchado elogios desde todos lados. Aun en tiempos como estos, tan difíciles y de tanta tensión, en los que predomina el malhumor y sobran los prejuicios, todos los partidos han dejado sus banderas a media asta. Inclino respetuosamente la pantalla de mi laptop para sumarme al homenaje.

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