Los enérgicos gritos de Jorge Larrañaga lo invadieron todo. Su rasposa y vehemente voz, fiel al apodo de “Guapo” que lo acompañó durante su vida, envolvió la sala del directorio blanco mientras familiares del exministro y varios dirigentes nacionalistas no sacaban los ojos de una televisión donde se reproducía un emotivo video con fotos y algunos de sus discursos más recordados.
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