C. Dos Santos

Las cuatro diferencias entre Nacional y Peñarol: ¿por qué están en las antípodas?

Los proyectos deportivos, el manejo económico y el rumbo político coloca a los equipos grandes en los extremos

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24 de mayo de 2020 a las 05:01

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Nacional y Peñarol comparten estrategias en torno al marketing, merchandising, comunicación, desarrollo de sus instituciones desde el crecimiento del padrón social, la construcción o mejora de sus instalaciones deportivas y la intención de aprovechar el prestigio internacional de ambas marcas para colocarlos en el circuito internacional.

Sin embargo, en los dos últimos años de gestión, desde la llegada de José Decurnex a la presidencia de los tricolores en 2018, hay cuatro ítems sobre el rumbo que tomaron los clubes grandes que los dejan en las antípodas.

En el proyecto deportivo del plantel principal, aunque en la base los dos apuesten al desarrollo de sus canteras, sus manejos económicos y los rumbos político institucionales y de la AUF, Nacional y Peñarol están en los extremos.

¿Qué sucede en estos cuatro aspectos que son pilares de la vida institucional y deportiva que los hacen tan diferentes?

Proyecto deportivo del primer equipo

Nacional: El 63% del plantel es de la cantera

En su política deportiva apostó por la cantera del club para fortalecer su proyecto futbolístico y su negocio. Decurnex fue a buscar a Gustavo Munúa, le habló de los juveniles y le ofreció un contrato a dos años. Esto significa: mayoría de juveniles en el primer equipo (mejor remunerados, ajustó los salarios de los de la cantera a quienes les mejoran sus ingresos a partir de objetivos cumplidos), ser dueño del 100% de las fichas, pocos futbolistas en préstamo o que están en el final de su carrera  y con sueldos altos. Así consiguió que un 63% del plantel de la Libertadores surgiera del club (19 de 30): Corujo, Ocampo, Laborda, Vecino, Trasante, Santiago Rodríguez, Amaral, Neves, Emiliano Martínez, Carballo, Armando Méndez, Orihuela, Pertussati, Trezza, Agustín González, Centurión, Agustin Sosa, Sanseviero, Cartagena.

Peñarol: contrató 10 jugadores en enero y solo 30% del plantel es de la cantera

Tras perder el tricampeonato ante Nacional en diciembre, cambió de entrenador y contrató a Diego Forlán, en su primera experiencia como técnico. Renovó el plantel e incorporó 10 futbolistas: Jonathan Urretaviscaya (se lesionó la rodilla yse pierde el semestre), Joaquín Piquerez, Matías Britos, Robert Herrera, Juan Acosta, Denis Olivera, Krisztián Vadócz, Christian Bravo, David Terans, Gary Kagelmacher. Lejos de generar espacios para los jugadores de la cantera en el primer equipo, redujo el porcentaje a 30% de acuerdo a la nómina de inscriptos para la Libertadores (9 de 30): Thiago Cardozo, Martín Correa, Enzo Martínez, Ezequiel Busquets, Mathías Pintos, Facundo Pellistri, Matías de los Santos, Kevin Lewis y Facundo Torres.

Presupuesto

Asumió sus debilidades, entendió la crisis y bajó 60% los gastos del plantel principal

Decurnex desembarcó en diciembre de 2018 blindado por una comisión integrada por especialistas en temas financieros: Gonzalo Lucas (segundo vicepresidente), Gustavo Amoza (tesorero) y Alejandro Irastorza (secretario), para reordenar la institución. Las primeras medidas, que sacudieron al club, fueron reducción de 40% del presupuesto del plantel principal, topeó los salarios del primero equipo en US$ 30.000 y aumentó la cuota social 50%. Actualmente redujo su presupuesto anual a US$ 13.000.000 y bajó 60% el del plantel principal (US$ 1.200.000 mensuales en 2018 a US$ 490.000 este año). En abril marcó una diferencia con relación a Peñarol y a la mayoría de los clubes de la AUF porque fue el único club que envió a seguro de paro parcial (pagó 50% de los salarios y el Estado dio un subsidio del 25% sobre la otra mitad) a los 250 funcionarios. En mayo a seguro de paro total con complementos salariales.

Le faltó advertir sus fragilidades, mantuvo el presupuesto elevado y no paga las deudas

Barrera heredó en 2017 un club con deudas y contratos elevados con las principales figuras del plantel. Lejos de ajustar, el club siguió funcionando con un presupuesto muy alto, difícil de manejar. Bajo la actual gestión le pagó a Damiani US$ 3,5 millones de dinero que había prestado al club, pero no pudo cumplir con las deudas que tenía con los jugadores. Se atrasó en los salarios, e ingresó en una situación económica crítica, que el dirigente Álvaro Queijo resumió: “Se le erró al número del presupuesto para lo que Peñarol podía, se hicieron contrataciones de más y con montos muy altos”. Peñarol tiene dos jugadores que ganan US$ 50.000 a US$ 55.000, y siete de US$ 30.000. En 2019 tuvo que pagar US$ 730.000 a Corujo, por deudas, para poder iniciar la temporada. En abril mandó a todos sus funcionarios a seguro de paro total.

Política AUF

Le faltó equilibrio para mantener la línea que recorrió en el club en los últimos 20 años y detonó todos los puentes

La intervención de Nacional fue clave para que Ignacio Alonso accediera a la presidencia de la AUF en marzo de 2019. Sin embargo, el manejo que eligió el club en la política de la AUF, con prácticas viejas y perimidas, generó una fractura innecesaria. En una semana, en noviembre de 2019, Nacional pasó inesperadamente de respaldar públicamente a Alonso a dinamitar todos los puentes, romper relaciones con la Asociación al quitar al representante en el ejecutivo (Julián Moreno) y al integrante de la mesa de Primera (Aldo Gioia), sin pasar por un ámbito de negociación. No supo transitar con equilibrio, como lo había logrado en los últimos 20 años con Ache como figura poítica de todo ese proceso. En esta decisión dejaron de lado al expresidente y quienes manejaron las decisiones fueron Decurnex y Balbi. Lejos de lograr su objetivo, el club quedó más comprometido porque el presidente de la AUF no cedió ante las presiones tricolores y la institución terminó mal parada. Nacional ganó el Uruguayo en la cancha y por cuestiones deportivas; nada tuvo que ver la presión política. Ahora Nacional intenta zurcir luego de los atropellos del año pasado.

Diálogo y buena comunicación

Peñarol, al igual que Nacional, fue clave para que Alonso asumiera como presidente de la AUF. Desde el primer momento el titular aurinegro evitó responsabilizar a los demás por las derrotas deportivas. Nunca apuntó a los árbitros. Su gestión avanzó con viento de cola porque durante sus dos primeros años lo acompañaron los éxitos deportivos (campeón del Uruguayo 2017 y 2018), y cuando en 2019 se encontró en la derrota mostró altura con mensajes cargados de autocrítica. No aprovechó el escándalo Nacional-AUF de noviembre 2019 para sacar provecho de la situación, ni responsabilizó a la Asociación cuando perdió el tricampeonato en diciembre pasado. Por primera vez pidió audencia con el colegio en marzo 2020. Barrera realizó una conducción moderna en la política de la AUF.

Política institucional

Mensaje de unidad hacia afuera, incluso en la discordancia, como vehículo para crecer

La gestión de José Luis Rodríguez dejó un club dividido, comprometido económica y deportivamente. Eso se reflejó en las urnas, donde 11.700 socios respaldaron a Decurnex, quien se llevó ocho de los 11 cargos de la directiva. Esa ventaja le permitió manejar con los dirigentes de la misma línea la política del club. También tuvo a favor que se encontró con un expresidente, Eduardo Ache, que iba en su lista, lo designó primer delegado y le ecomendó los temas políticos. Luego, le quitó ese espacio de decisión, que públicamente le otorgó en los tres primeros meses de gestión. Ache se llamó a silencio, evitó la confrontación y pasó a encabezar el proyecto de reapertura de las obras del Gran Parque Central y del club social. En el único momento en que se dividió el club fue en torno a la crisis con la AUF de noviembre 2019, pero, como todas las decisiones, el tema fue resuelto por unanimidad, incluso cuando hay opiniones contrarias.

Un problema que arrastra desde hace dos décadas: enfrentamiento y discordia que divide

En 2017, Barrera fue elegido presidente pero quedó en minoría en el consejo directivo (con cuatro cargos en 11), en un club que estaba sumergido en una profunda crisis política, que marcó las últimas dos décadas, del que no consigue salir. Ese enfrentamiento intestino e incontrolable, encontró en su estilo conciliador los espacios para brindar en los comienzos algunas señales de paz. Otorgó a todos los consejeros lugares de acción. Sin embargo, los problemas económicos y la próximidad de las elecciones (diciembre 2020) generaron un clima de tensión. Los jugadores cuestionaron a los dirigentes por manejos inapropiados (el 29 de abril Barrera tuvo que pedir un cuarto intermedio de tres semanas para evitar una sanción a Gargano), y esta situación acentuó las divisiones. En medio de toda esta situación, lejos de llamarse a silencio, el expresidente Damiani salió públicamente en varias ocasiones y expresó a Referí: “No veo en Nacional la división que hay en Peñarol”.

Los puntos comunes de los grandes

La cabeza empresarial de Nacional

Además de las cuatro grandes diferencias vinculadas al fútbol, manejo de finanzas y decisiones políticas, Nacional y Peñarol tienen algunos puntos en común fuera de la cancha. Desde la llegada de Alarcón a la presidencia en 2006, Nacional modernizo su organización y abrió espacios para las nuevas formas en el manejo de las instituciones deportivas, un rubro en el que Uruguay estaba desactualizado. Hizo del marketing una herramienta para su crecimiento y promovió campañas de socios. Profesionalizó la gestión y elevó al club a un lugar diferente. A partir de diciembre de 2018, con Decurnex, el club profundizó sus apuestas en las áreas de marketing, merchandising y comunicación. Creó Nacional TV, y potenció la marca Nacional a nivel internacional. Se planteó el objetivo de aprovechar el reconocimiento internacional para monetizarlo. Este año, los albos estuvieron de gira en Japón, donde intentaron empezar a abrir el mercado asiático. Siguen adelante con la ampliación del Parque.

El costado más sensible del presidente de Peñarol

Los aurinegros demoraron en modernizar su funcionamiento, como consecuencia de que José Pedro Damiani no se retiró del club hasta su fallecimiento (2007). Sin José Pedro y con la llegada de Juan Pedro, su hijo a la presidencia, el club comenzó a tomar forma de institución del siglo XXI. Para eso fue necesario un cambio profundo, que movió la estructura de un club acostumbrado a otros tiempos. Los aurinegros siguieron los pasos que dio Nacional y las decisiones de Juan Pedro Damiani fueron claves para profesionalizar la gestión. Con la designación de Álvaro Alonso, gerente general, y Pablo Nieto, gerente de marketing, el club dio el giro que necesitaba. Multiplicó su padrón social, inauguró su estadio y fortaleció el vínculo con el hincha. Además de mantener esa línea de trabajo, Barrera le puso su impronta, su costado humano, un elemento que se transformó en diferencial. Fuera de la cancha, Barrera y Decurnex avanzan juntos en los temas que los hacen fuerte.

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