Fútbol > LA INTERNA AURINEGRA

La estrategia de Barrera para encauzar a Peñarol en una época difícil

Su estilo presidencial muestra un liderazgo en silencio y que lo hace salir a los medios en los momentos complicados lo cual es bien visto por sus compañeros del oficialismo y también por parte de la oposición; con el tema Gargano, tomó una decisión clara
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18 de mayo de 2020 a las 05:04

Hace más de dos meses que el presidente de Peñarol, Jorge Barrera se llamó a silencio y no habla públicamente con los medios. Mucho antes de que surgieran las diferencias con los jugadores del club debido a los topes fijados por el club para abonar el complemento del seguro de paro en el que se encuentran debido a la crisis mundial por el coronavirus, en un tema que ha tenido idas y vueltas, reuniones y contrarreuniones con distintos futbolistas y por el cual aún no se llegó a un acuerdo.

Justamente por este tema se produjeron declaraciones de Walter Gargano en contra de los dirigentes que cayó muy mal en estos y un comunicado del plantel aduciendo que ellos no pedían percibir el 100% del salario.

La situación que explotó con el experiente volante –quien sigue recuperándose de una operación de ligamentos cruzados en su rodilla izquierda realizada el 21 de noviembre pasado– fue a raíz de que dijo en Las Voces del Fútbol que “hay gente que quiere jugar sucio. Si hablamos, vamos a sacarnos las caretas; esto es chiquito y todo se sabe. Me molesta que se quiera ensuciar a referentes, a gente que ya tenemos nuestra experiencia, que nadie nos regaló nada ni nadie le puso una pistola en la cabeza a nadie para que nos firmaran un contrato. Cada uno se gana lo que merece". 

Pero además agregó: “Hay gente que quiere favorecerse diciendo ‘estamos haciendo las cosas perfectas para el club’, porque dentro de poco hay elecciones otra vez y van a intentar ser electos o reelectos otra vez para presidente o vicepresidente o estar dentro de lo que es el club porque a ellos les sirve. Hay gente que está jugando las cartas sucias, está ensuciando a jugadores, porque esos jugadores no es que crean problemas, sino que quieren lo mejor para Peñarol y hay gente de la dirigencia que no quiere lo mejor para Peñarol, quiere lo mejor para cada uno”.

La bronca de los directivos no se hizo esperar y en el siguiente consejo directivo que se dio el 27 de abril –este lunes se cumplen tres semanas– siete de los 11 pidieron sanciones para el futbolista e incluso alguno deslizó la posibilidad de que no jugara más en el club.

Pero cuando la bomba estaba por explotar, fue Barrera quien pidió un cuarto intermedio –que aún no se levantó ya que el consejo directivo no volvió a reunirse desde aquel 27 de abril– y con ello, le puso paños fríos al tema. 

Con esta decisión, Barrera llevó paz institucional, mantuvo el orden cuando la mayoría estaba a punto de sancionar a Gargano. Desinfló el tema.

“Es dueño de un estilo presidencial interesante que dista mucho del que se vivió en épocas pasadas con Juan Pedro Damiani”, expresó a Referí un dirigente de la oposición.

Justamente el tema de la oposición y oficialismo es algo a lo que Barrera le dio mucha trascendencia desde que se hizo cargo del sillón presidencial, dándole cabida a los distintos grupos. Sin ir más lejos, el tesorero que maneja todos los números es Isaac Alfie, del Movimiento 28 de Setiembre, algo que fue criticado en su momento por Damiani al decir “es como si un presidente de la República le diera el Ministerio de Economía a la oposición”.

Dos años y medio en el poder

A lo largo de estos dos años y medio en el cargo, pocas veces hizo prevalecer su condición de presidente.

Deja hacer y genera espacios de participación –como el ejemplo antedicho– y pone, en momentos de paz y de felicidad deportiva, el énfasis en la coordinación, y en momentos de dificultad y tempestad, ha sido el primero en aparecer.

Como ejemplos de ello se puede decir que en 2018, a siete meses de iniciado su gobierno y cuando si bien se había ganado la primera Supercopa Uruguaya de la historia y ante el rival eterno y eso para su propio ego, ya lo puso en la historia, los resultados deportivos a nivel local y en la Sudamericana se venían deteriorando y ahí tomó la primera determinación de realizar cambios en el funcionamiento del esquema deportivo en la gerencia deportiva al cesar en su función a Gonzalo De los Santos. No le tembló el pulso.

Luego de esas circunstancias, el equipo finalizó campeón uruguayo al final del año. Por lo que en 2018 utilizó una sola vez las mayores potestades que le daban ser presidente y el resultado fue positivo.

En 2019, cuando se perdió el Campeonato Uruguayo asumió su condición de presidente siendo el único dirigente, futbolista o empleado del club que asumió con exclusividad la responsabilidad de no haber sido campeones. En esa instancia y enseguida de finalizado el clásico, manifestó que era el único responsable de no haber obtenido el tricampeonato por lo que pedía disculpas y de esa forma, blindaba al resto de la institución de las críticas por la derrota.

Ahí marcó otra actitud de liderazgo ya que normalmente quienes pierden o quienes no consiguen los objetivos diluyen las responsabilidades y las atribuyen a factores externos.

De esta forma, Barrera al asumir la responsabilidad, en cierta forma protegió al plantel, cuerpo técnico y dirigentes.

También fue quien personalmente se encargó de hacer posible el primer clásico en el Campeón del siglo habiendo recibido críticas y muchas miradas de escepticismo desde dentro y fuera del club con respecto al resultado final. El propio ministro del Interior del momento, Eduardo Bonomi, tenía muchas dudas y tuvo un enfrentamiento público con el presidente de Peñarol, pero los hechos le dieron la razón a Barrera de que era posible jugar por primera vez en la historia del club un clásico con público visitante en ese estadio. Se jugó sin que hubiera ningún incidente y fue un clásico en paz.

Hoy, en perspectiva, voces que eran discordantes, también lo ven como un hito para la institución, el deporte y el país. Porque en la región no se hacen clásicos así, con presencia de público visitante, por ejemplo, en Argentina.

“Esa fue una gran decisión de Jorge (Barrera). Lo dijo desde el principio, que se podía jugar allí el clásico y no todos estaban de acuerdo”, comentó a Referí un directivo oficialista.

En este tercer año frente a esta situación de conflicto generado entre el plantel y los dirigentes está siendo muy firme en tratar de lograr el objetivo priorizando el acuerdo y la paz en la institución por sobre los errores que hayan cometido las partes.

No ha tenido intervención pública sino que frente a reiteradas consultas o llamados o cada vez que se lo quiso interrogar, siempre mantiene la misma respuesta: “No es momento para hablar, es momento para trabajar más y mejor en silencio, no ventilar públicamente las diferencias y cuando se llegue al acuerdo. Ahí será momento para hablar”. Y le gusta citar una frase del expresidente de Francia, François Mitterrand: "Cuando habla Mitterrand, habla Francia", que extrapolándola significaría "Cuando habla el presidente de Peñarol, habla Peñarol", y por eso se cuida mucho.

Esa impronta presidencial ha generado que en algunos actores esto pueda ser visto como un signo de debilidad o de evitar a toda costa las confrontaciones.

Pero a lo largo de estos tres años frente a esas críticas siempre ha contestado que la firmeza más fuerte que conoce es la de las convicciones y que solo por ellas se mueve. Cada liderazgo tiene su impronta y esa es la suya. Con aciertos y errores.

Por eso ha repetido frecuentemente que cada tiempo histórico de Peñarol como de cualquier institución requiere de distintas formas de liderazgo. Esta es la que coincide su impronta personal con la que el club necesita. A partir de diciembre será otra la característica de liderazgo que va a requerir el club, una razón más que se suma a su firme decisión de no volver a ser candidato en Peñarol.

El estilo genera confiabilidad en la privacidad de las conversaciones, ya que por ejemplo, la charla entre Gargano y el presidente, la dio a conocer el futbolista y una semana después de producida. Allí el jugador dijo que en ningún momento Barrera le había comentado el hecho de que pudiera ser sancionado por parte de los dirigentes.

Lo mismo pasa en las comunicaciones que con muchísima frecuencia mantiene con el presidente de la Asociación Uruguaya de Fútbol, Ignacio Alonso, y con su par de Nacional, José Decurnex con relación a la agenda institucional común del fútbol, los temas económicos que se deben afrontar para asegurar la viabilidad del mismo y sobre el retorno de este deporte y sobre las que nunca se ha pronunciado públicamente.

Como se explicó, con la situación de Gargano, el cuarto intermedio generó un clima para que las partes pudieran seguir negociando. Eso no implica que se avalen ni los dichos de Gargano, ni la filtración que el propio presidente entiende "indebida" de noticias, por lo que informó un directivo a Referí. Hay un interés superior que es llegar a un acuerdo.

El futbolista pidió disculpas, asumió que fue un error declarar de esa manera. Esta es la postura del presidente que no cree que haya que sancionarlo lo cual no asegura que el consejo directivo pueda buscar otro camino.

Así lo indicó un dirigente a Referí el pasado 11 de mayo: "No creo que se vote que no juegue más en Peñarol, pero entiendo que llegado el momento y por decisión general, alguna sanción va a tener. Debería ser así".

Cumplidas las tres semanas de la última vez que se reunieron de forma virtual por Zoom los dirigentes aurinegros, es un hecho que esta semana tampoco habrá consejo directivo.

Cabe recordar que el pasado lunes 11 de mayo se reunió la comisión de tres dirigentes del club con otros tres futbolistas y el abogado Felipe Vázquez, el club admitió que está dispuesto a poner algo más de dinero y admitir las deudas que se generen ahora para abonar desde diciembre en adelante, pero aún aguardan la respuesta de los jugadores.

 

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