Gerardo Miranda en el Complejo Arsuaga

Fútbol > ¿POR QUÉ SE DEJÓ LA BARBA CANDADO?

El debut a los 17, el respeto a los campeones de 1976, el gol a Nacional y la patada de Trasante

Gerardo Miranda, uno de los mejores futbolistas uruguayos en las décadas de 1980 y 1990, recordó su carrera
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31 de octubre de 2021 a las 05:01

Gerardo Miranda le puso brillo al fútbol uruguayo en la década de 1980 y 1990. Pocos futboleros de este país deben ser ajenos al gol que le marcó a Nacional el 16 de diciembre de 1987 en el estadio Luis Franzini. Ese día Defensor se coronó campeón Uruguayo por segunda vez con el sello del  número 10. “Le tuve que enganchar a Juan (por Carrasco, que pasó de largo) y me quedó de sobre pique, divina, divina” recordó a Referí y dio la sensación de que seguía relamiéndose, con la pelota picando ahí adelante, que después colgó del ángulo de Gualberto Velichco.

Debutó con 17 años en el primer equipo violeta. Lo puso José Ricardo De León junto a varios de los cracks que dieron vuelta la historia del fútbol uruguayo en 1976 y que aún permanecían en el club. Después repitió el título uruguayo con Nacional en 1992.

Del Buceo al Parque Rodó

Miranda nació en el Buceo en 1963. Empezó a jugar al baby fútbol en el Artigas O’Higgins y continuó en el Uruguay Buceo. En esa época (década de 1970) en los alrededores del cementerio del Buceo no había tantos edificios como en la actualidad. “Había canchas de fútbol, de Uruguay Buceo, Terremoto, la cancha grande del Buceo, la de Huracán Buceo, era todo canchas. Yo iba a la escuela Dinamarca, llegaba y nos íbamos a jugar al fútbol. Hacíamos competencias de fútbol en las viviendas donde vivíamos, block contra block. Siempre atrás de la pelota”, recordó.

El técnico junto a los chiquilines de Defensor Sporting

Cuando terminó el baby, se encontró con un problema. En aquel entonces la divisional más chica en los clubes AUF era la Cuarta, a partir de los 14 años. Con 12 terminaba el baby y tenían dos años por delante sin competencia. En ese ínterin, muchos abandonaban. Entonces el padre de Gerardo y el de Luis Cabrera, un amigo con el que luego fue campeón en Defensor, se hicieron cargo de un equipo que siguió jugando por los barrios. Así enfrentaron al Iriarte, donde jugaba Carlos Aguilera, jugaron en Manga, jugaron contra Danubio, Peñarol y Nacional donde estuvieron a punto de ficharlo.

En un torneo nocturno en la cancha de Maeso, los vieron jugar de Defensor y los invitaron a un entrenamiento en Pichincha. Jugaron contra la Quinta división violeta y le ganaron. El técnico los invitó a volver a la semana siguiente y aunque les puso “toda la artillería” enfrente, otra vez ganaron. Así fue como Miranda y otros cuatro o cinco compañeros se quedaron en Defensor.  Se terminaba el año 1979 y comenzaba la historia de Miranda en el club violeta.

Un debut inusual

Si bien se integró al plantel de Quinta división, su debut fue en Tercera, a raíz de un hecho poco conocido. En esa época las fichas médicas se hacían en el sótano de un edificio de la calle Soriano, donde hoy se encuentra la sede de la Secretaría Nacional del Deporte, y demoraban una eternidad. Defensor le tocó debutar en el Campeonato Uruguayo de 1980 en el Tróccoli frente a Cerro en horario matutino. La Tercera jugó de preliminar, pero no completó el plantel porque varios jugadores no tenían ficha médica. El técnico, que era Julio Pérez, convocó a Miranda y lo mandó a la cancha para jugar los últimos 15 minutos. Defensor ganó 2-1, con un gol del delantero debutante y un espectador de lujo: el profe De León, técnico de Primera, observó los últimos minutos del preliminar y le pidió que entrenara con el plantel de Tercera, aunque jugara en Quinta.

Tercera división de Defensor en 1980; Miranda es el cuarto de los agachados, de izquierda a derecha

Al año siguiente, De León lo puso en Primera con 17 años. Miranda jugaba de puntero derecho. “En aquel entonces se jugaba con tres puntas. Cuando subo a Primera había jugadores del Defensor campeón del 76, como Rudy Rodríguez, Beethoven Javier, el Quico Salomón, Miguel Puppo, Meroni, creo que estaba Gregorio”, contó el actual entrenador de la Sub 15 de Defensor Sporting.

Entrar ese selecto grupo de futbolistas maduros fue todo un aprendizaje para el juvenil: “Yo era muy callado, muy tímido. Era buenas tardes, hasta luego y no decía nada más. Un respeto total por los mayores y la gente que había cambiado la historia del fútbol uruguayo. Estar al lado de ellos, entrenando y aprendiendo de todo eso fue impresionante. Era una falta de respeto llegar y cambiarte en el lugar que se cambiaba alguno de los mayores, tenías que ver primero que lugar te tocaba; en el ómnibus donde ibas al entrenamiento también. Todo se iba aprendiendo. Hoy ha cambiado todo”, dijo.

El profe De León

Un capítulo aparte era José Ricardo De León, un técnico muy criticado en la época, pero un visionario para Miranda: “Era un adelantado en todo sentido. Hasta hoy nosotros aplicamos cosas de él. Veía cosas que no veían los demás. Todos decían el anti fútbol, no quería nadie jugar contra Defensor, porque era una presión constante a la pelota, pero después de recuperarla era jugarla. No era todo anti fútbol como se decía. No era ningún tonto a la hora de elegir a sus jugadores. Me acuerdo de una charla, donde dijo: ‘a mis jugadores los elijo de acá para acá’ y se tocaba desde el cuello hacia arriba, como diciendo, elijo jugadores inteligentes, que piensen. Para el sistema de él en ese momento tenías que estar muy bien de entendimiento, trabajaba con y sin pelota, movimientos tácticos que hasta ahora se hacen. Era un adelantado de todo eso, sabía mucho”.

Miranda en su hábitat de trabajo

Para entender más, en aquella época no existían tantas imágenes televisivas como las que abruman ahora: “No tenías información, hoy hasta nosotros en juveniles hacemos video análisis, junto a un equipo editas y les pasas las jugadas a los chicos para que vean. En aquel entonces no había nada, él sabía todo, la cancha de arriba, la cancha de abajo, la segunda pelota, cantidad de cosas que todavía se siguen escuchando”.

De 10 y goleador

Miranda continuó jugando de puntero con Baudilio Jauregui en 1982 y con José Etchegoyen en la selección juvenil de 1983 (la delantera era Miranda, el Pato Aguilera y Ruben Sosa), hasta que en 1986 asumió Líber Arispe y lo puso de enganche. “Me dijo que era mejor, que tenía más visibilidad de campo, que tenía buen talento para ver el fútbol, el arco de frente, cosas que los entrenadores ven. Empecé a jugar de 10. No me costó el cambio porque tenía más contacto con el balón, en algún momento quedabas en banda pero era por circunstancias del partido y obviamente era más friccionado el medio, pero tenía más posibilidades de estar en contacto con la pelota y era por el que tenía que pasar el balón”.

En 1986 Defensor peleó el descenso y Miranda fue goleador del Campeonato Uruguayo. En 1987 el violeta fue campeón con Raúl Moller como entrenador y Miranda fue goleador por segunda vez consecutiva, un hecho inédito para un futbolista de equipo chico. “A los gurises les digo en broma: en el 87 salí por segundo año consecutivo goleador y dije que cuando otro jugador de equipo en desarrollo saliera dos años seguidos goleador del Uruguayo, me afeitaba la pera y ven que pasaron más de 30 años todavía la tengo, y ellos se ríen”.

Gerardo Miranda y Fernando Curutchet dirigiendo a Defensor en 2014

Hay un gol que se roba todos los elogios y es el que le hizo a Nacional en el partido decisivo. “Ahora con las redes sociales es más común que se pase el gol y se recuerde más, entonces los chiquilines me dicen ‘la colgaste del ángulo’ y les digo en broma que justo salió a marcarme Carrasco y me la saqué de encima. Para mí fue el mejor gol de mi carrera y el más importante; valió un campeonato, fue contra un equipo grande, en cancha nuestra, el estadio lleno con gente que no pudo entrar y era la segunda estrella para el club”.

Escuchando su relato de la jugada, parece simple: “Por lo general los que somos 10 vamos siempre al rebote en los tiros libres o córners. Justo quedó ahí, le tuve que enganchar a Juan porque le iba a pegar de derecha y él me salió a marcar, le enganché y quedó de sobre pique divina, divina, lo que todo jugador quiere, y casi en la medialuna”.

Un gol que que ocupa el primer lugar en el Top Five personal de Miranda.

“El segundo es uno que hice en Nacional, en una Liguilla contra Racing que le ganamos 6-0; tiré una pared con el Pelado Peña, imaginate, eludí hasta al golero y casi me meto con la pelota para adentro. Después uno que le hice a Progreso en el 87; otro en Salamanca, una volea de visitante contra La Coruña para ganar 1-0 y que allá recuerdan como el Mirandazo, y el otro en la Liguilla de 1995 con Defensor en la final contra Liverpool: el Loco Abreu me la bajó de cabeza y casi me meto con pelota y todo adentro del arco. Hay goles que marcan”, expresó.

De España a Nacional

En 1988 Miranda se fue a jugar al Salamanca y en un viaje de vacaciones a Uruguay, arregló con Nacional. “Salamanca mi iba a dar a préstamo a un equipo de Francia y como todavía le quedaba algo por pagarle a Defensor, Arsuaga me dijo que Peñarol y Nacional estaban interesados en mi. Llegué a Nacional en 1990. Ese primer año jugué poco, estaba Saúl Rivero de entrenador, él no me había pedido, después agarro Cacho Blanco, y a mediados de 1991 me voy a préstamo a Gimnasia con Gregorio Pérez de entrenador. Jugué un año y volví en 1992 con Roberto Fleitas como técnico. Me dijo que me quería, pero que iba a jugar el que estuviera mejor. Jugué bastante y en un gran equipo que salimos campeones uruguayos”.

Miranda y el técnico García Traid en un entrenamiento del Salamanca (88/89)

La vuelta olímpica fue contra Peñarol en el Estadio Centenario, con un gol de Julio Dely Valdés tras un pase de Miranda: “Le metí una bocha entre líneas y después le dije, ‘te dejé solo, moreno’. Él se reía, porque había eludido a todos en el área. Ese plantel del 92 era muy bueno. Es difícil ser campeón con los equipos en los que jugás; en Uruguay por suerte en los dos equipos que jugué en Primera división, porque también estuve en Central en la B, fui campeón y eso lo vivís cuando pasa el tiempo. Alguien dijo que cuando vas a un club y no estás en la foto de campeón, es porque pasaste desapercibido”.

Durante su primer pasaje por Nacional jugó en el clásico contra el Peñarol de César Menotti. “Achicaban y nunca paraban cuando tenía la pelota el rival, era meter pelota a las espaldas del lateral y del zaguero y que arrancara uno de atrás. Pero siempre digo que el fútbol argentino tiene otra dinámica y técnicamente es muy rico, de mucha velocidad mental”.

También actuó en el clásico de la Supercopa de 1992, cuando Nacional eliminó a Peñarol y no pudo seguir compitiendo por la huelga de futbolistas. “Se pidió para poder jugar internacionalmente, pero la asamblea de la Mutual decidió que no y nos perdimos una gran chance de llegar a la final de la Supercopa que era la Sudamericana de hoy”.

A fines de 1993 llegó a Nacional el argentino Eduardo Luján Manera y Miranda integró un grupo de 10 jugadores que fueron separados del plantel principal y pasaron a entrenar en el Parque Central con Héctor Salva. Entre ellos estaban Yubert Lemos y Julio Morales. A fines de 1994 terminó su contrato con los tricolores y en 1995 regresó a Defensor.

Cubilla su espejo y el recuerdo de Trasante

Durante su carrera, Miranda jugó con muchos jugadores que lo ayudaron a mejorar: “Cuando recién empecé a jugar en Primera hubo dos que eran espectaculares: Tito Caillava y José Gómez. Te daban la pelota siempre redonda, tirabas un pared y la devolución caía justa. El Tito era un fenómeno. Después, con mi amigo de la infancia, Luisito Cabrera, al que a veces embromo porque es lateral derecho y ahora juega con los veteranos y los cuelga del alambrado”.

También Heber Silva Cantera tenía lo suyo: “Todos decían que pegaba, pero corría tanto y los pechaba, estaba siempre ahí y la virtud que tenía el Canario era que la quitaba y te la daba enseguida. Con Rudy Rodríguez también aprendí porque jugaba en mi puesto  y yo lo miraba mucho. Pero el espejo que tenía cuando era gurí, era Cubilla; lo veía jugar y después iba a jugar con mis amigos y trataba de hacer lo que hacía él en el Estadio o en los partidos”.

Una camiseta de Miranda y los balones que recibió por ser bigoleador Uruguayo están en un museo de Young

De su pasaje por Nacional destaca a Dely Valdés, Hugo De León, Carlos Soca, “jugadores que de la daban redonda siempre”, a Álvaro Gutiérrez que “corría por todos”, a Yubert Lemos y de su tiempo en Central Español a Omar Pérez, José Franco y Sergio Orteman.

También recuerda la peor patada que recibió. “El que más me sacudió fue Obdulio Trasante, la patada más asesina. Él estaba en Peñarol, jugamos en el Franzini y se fastidiaban cuando iban ahí. No me lesionó, pero fue un patadón de aquellos, que hoy día con VAR y con todo, eran tres rojas juntas”.

Víctor Hugo Diogo era otro jugador fuerte que le viene a la mente durante la charla. “Por lo general no había jugadores mala leche que fueran a lastimar, sino iban a ganar la cuereada. Iban a imponer respeto contra los que jugábamos de 10, a los más habilidosos. Me acuerdo que en Defensor estaba el Mudo Montero Castillo y apenas nos tocaban a los gurises, era el primero que saltaba, el Pete Russo también, ‘no te metas con el gurí’, decían y eso te hacía sentir seguro, respaldado.”

Por último señaló: “Patada de mala leche no me acuerdo, pero la de Obdulio la recuerdo siempre, aunque tenía canillera por todos lados”.

Técnico de la sub 15 violeta
Gerardo Miranda es actualmente el técnico de la sub 15 de Defensor Sporting y expresó: “Como entrenadores de chiquilines nos viene bárbaro esto de que sean 10 suplentes que vayan al banco y poder hacer cinco cambios, porque a la hora de hacer el plantel tenés que sacarte el corazón y dejarlo arriba de la mesa, porque es dificilísimo, les ves las caritas. Pero bueno, es lo que elegimos” señaló y agregó sobre la infraestructura de los clubes: “Para los que queremos que el fútbol esté a la altura de lo que vemos internacionalmente, lo primero que tenemos que hacer es darle a los juveniles mejores canchas y pelotas. Se ha mejorado mucho en ese sentido, pero a veces tenemos que jugar en canchas que no son las mejores y es difícil adaptarse”.
Un récord todavía no igualado
Miranda fue goleador dos años seguidos del Campeonato Uruguayo. En 1986 marcó 11 goles y en 1987 hizo 13. Es el único jugador de equipo en desarrollo goleador dos veces seguidas. “Antes se hacían menos goles en aquel entonces, eran menos partidos, había 12 equipos en Primera, se jugaba poco en el año. Había grandes jugadores y era un logro importante. Uno le va dando trascendencia después que pasan las cosas, igual que a ser campeón. Porque uno se prepara para eso, nosotros nos preparamos para ganar, ser campeón y cuando lográs ese objetivo decís, objetivo logrado, y seguís como si nada”, manifestó. 
Las pastas que cocinaban Aguirregaray y Silva Cantera
“En el 87 estaban Raúl Moller, Gerardo Martirena y el profe Tchadkijian en el cuerpo técnico, y empezamos a hacer doble horario dos veces por semana. Entonces como Cantera vivía en La Paz y otros también vivían lejos, empezamos a quedarnos en el club al mediodía. El Vasco y Cantera se encargaban de cocinar. Al principio pagábamos entre todos, hasta que al final se hizo norma y el club ponía todo con las pastas que se conseguían en La Spezia”.
Defensor Sporting en la Segunda división
“Para mí fue un golpe muy duro, nunca pensé ver a Defensor jugando en la B, como tampoco a Danubio. Son equipos que siempre le están peleando a Nacional y a Peñarol los campeonatos. Al otro día del descenso me llaman para hacerme una nota, porque nadie quería hablar en ese momento, y se me hacía un nudo en la garganta de hablar de Defensor en la B. Somos parte de la historia del club pero son cosas que pasan, hay cosas que tienen solución, hay que trabajar para volver, no será fácil, es difícil y se está viendo ahora, pero hay que borrar y empezar de nuevo”, dijo Miranda.

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