Gabriel Massa

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Gabriel Massa: “Las plataformas se dieron cuenta de que hay películas que es importante que se vean en el cine”

Massa es distribuidor y un actor clave para que los uruguayos puedan ver buena parte de las películas nacionales en el cine; en entrevista repasa su vínculo con el VIC, la nueva mediateca Ronald Melzer y los cambios que trajo el streaming
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09 de diciembre de 2022 a las 05:00

El videoclub no está muerto. El legado del viejo VIC se mantiene. En un rincón del castillo del Parque Rodó, una colección de miles de películas en DVD acapara las paredes y unos seiscientos libros acompañan. El lugar tiene un rótulo evocador: es la mediateca Ronald Melzer, un proyecto que se inauguró en setiembre y que ha llenado ese rincón de la ciudad con charlas y recomendaciones que antes pasaban en otro lado, en Pocitos, en un local que marcó generaciones y que, en algún sentido, cimentó buena parte de las bases del cine nacional. Que formó públicos y realizadores. El hombre que estaba detrás de aquel mostrador era el propio Melzer, Ronny para los amigos. Junto a él estuvo durante muchos años Gabriel Massa. Y Massa es, hoy, además, el responsable de este rincón del castillo, un lugar al que considera el homenaje justo para quien fue su amigo y su socio.

Pero para él, el cine incluye más aristas. Sin saberlo, a los 21 años Massa se metió en un universo que no lo soltó más y que hoy, a los 50, lo encuentra encabezando otros dos frentes cinematográficos: la programación de la Sala B del Auditorio Nelly Goitiño –dedicada, sobre todo, a la exhibición de cine nacional– y la distribuidora Buen Cine, que comenzó junto a Melzer y que hoy es la responsable de que en salas locales se vean algunas películas esperadas como Bardo (Alejandro González Iñárritu), Memoria (Apichatpong Weerasethakul), Ennio, el maestro (Guiseppe Tornatore) o la elogiadísima Aftersun (Charlotte Wells), que se estrenó este jueves y se apunta a estar entre lo mejor del año.

Sobre este nuevo proyecto, los derroteros de su trabajo como distribuidor, el lugar de la sala en un mundo lleno de plataformas de streaming y el legado de Melzer, Massa habló con El Observador.

¿Dónde aparece su primer cruce con el cine?

Nunca pensé dedicarme al cine, nunca estudié cine ni me propuse trabajar en cosas que tuvieran que ver con eso. Estudié historia en Humanidades y de chico era muy del fútbol y de la lectura. Me acuerdo que mi abuelo miraba algunas películas clásicas y yo miraba los westerns con él. Eso cambió cuando cumplí 15 o 16 años y empecé a ir a Cinemateca para acompañar a amigos. Recuerdo haber visto La naranja mecánica en la Linterna Mágica en el año 88. Después, en facultad, recuerdo haber visto un ciclo entero de Buñuel, otro de Fellini, empecé a ver mucho cine europeo y “cinematequero”. Y después conocí a Ronny y la cosa cambió. Una amiga se había enterado que precisaban gente para el VIC; yo estaba dando clases de historia en UTU, tenía 21 años. Yo había visto muy poco cine norteamericano y cuando empecé Rony me preguntó qué había visto de John Ford. Le dije que Viñas de ira y poco más, y me puteó. Gracias a él entré al cine desde un lugar de cinefilia, aprendí a ver las películas desde otro lugar.

¿Qué incluye esa cinefilia?

Tengo un espíritu abarcativo y cuando hay algo que me interesa trato de llegar hasta el fondo. Me pasa con el cine y el resto de las cosas que encaro. El gusto por la Historia también pasa por eso: por el gusto de entender. En el cine no se trata solo de comprender la trama, sino también los procesos artísticos y el momento histórico de la película. Cada obra artística es hija de su tiempo, y a través de ellas podemos acceder a la mentalidad de la época. 

A medida que pasaba más tiempo en el VIC, ¿entendía que el cine se transformaba en su mundo?

En realidad no le encontraba mucho la vuelta a ese mundo. Empecé a trabajar en el VIC en 1995, que fue el año en que se abrió la Escuela de Cine. La producción nacional en ese momento no era mucha e implicaba que cada nueva película que se estrenaba era fundacional. No lograba arrancar el cine uruguayo. Casi todos tomamos el 2001 como el año en que comienza todo, así que por eso mismo, antes de eso, no se veía demasiado lo que podía llegar a venir.

Un retrato de Ronald Melzer en el antiguo VIC

Aunque después sí se haya convertido en su universo de trabajo.

Sí. Por eso para mí concretar la medioteca Ronald Melzer significa un cierre. Se abre otra etapa, pero se cierra una importante, porque si no hubiera conocido a Ronny estaría haciendo otra cosa. Nos llevábamos muy bien, también nos peleábamos mucho, pero dentro de un marco de respeto y de colaboración. Era un tipo brillante y muy generoso. Tenía la capacidad de llegar al fondo de las películas con certeza, sabía cómo descubrir ciertas cosas. A veces yo trataba de no hablar de las películas con él hasta no haberlas visto, porque era muy influyente su mirada.

¿La mediateca es el homenaje y legado que necesitaba su figura?

Primero, es un lugar físico donde las películas están, como pasaba en el VIC. El videoclub era un lugar de encuentro con el otro que, además, estaba bueno porque era para todos. Era un lugar de encuentro muy democrático. Y la mediateca también.

¿Cómo termina transformándose en distribuidor?

De niño nadie piensa en ser distribuidor de cine. Menos un distribuidor independiente en Uruguay. Pero surge, como todo, de las charlas con Ronny. El objetivo de la distribución independiente es tratar de que determinadas películas lleguen a la mayor cantidad de gente. Más allá del tema económico que está y es central, tiene una labor que se vincula a compartir. El VIC, en ese sentido, tenía esa función. Si venía determinada película y nos gustaba, queríamos que la gente se la llevara y la viera. Por supuesto que queríamos que el negocio funcionara, pero eso venía como consecuencia de hacer las cosas bien y para nosotros hacer las cosas bien era tratar de que la gente viera películas que nos parecían buenas, siempre y cuando sintiéramos que era el título adecuado para la persona adecuada. Buscábamos, en algún sentido, una especie de incipiente formación de públicos. La distribución, a otro nivel y con un factor económico en el medio, es un poco eso. Cuando empecé tenía veinti largos y quería cerrar mi etapa en el VIC. Ronny trató de retenerme y me propuso un proyecto de distribuidora que tenía en mente. En 2004 arrancamos con Buen Cine, al principio sacando los primeros DVD uruguayos; 25 watts fue el primero, El viaje hacia el mar y Whisky vinieron después. También importábamos películas de la región y europeas y las vendíamos a videoclubes, y luego saltamos al cine. La primera película que distribuimos en salas fue Crónica de un sueño, de Mariana Viñoles. Creo que lo hicimos en el cine Central. Y recuerdo como un momento bisagra el estreno de El círculo. En esa época abrimos el Cine Libertad como una sala dedicada al cine uruguayo. Duramos un año. Las condiciones no eran muy propicias. 

25 watts fue la primera película en DVD que distribuyó Buen Cine

De ese inicio hasta ahora hay un trecho que desemboca en la distribución, hoy, de películas como Bardo, Memoria y Aftersun, entre otras películas de alto perfil internacional. ¿Cómo ve la evolución del rubro?

Antes distribuir cine independiente era mucho más complicado. A veces uno no es muy consciente de que, antes de la Sala B, no había ninguna sala pública o de cine independiente con buenas condiciones técnicas. Estaba el circuito comercial que aceptaba determinadas películas uruguayas y que a los documentales en general los esquivaba, pero la permanencia de las obras nacionales era mínima. Hasta el 2017 no se logró tener salas en buenas condiciones técnicas para que se pudieran ver esas películas. Ahora parece natural que una película uruguaya esté al menos un mes en cartel, sin contar fenómenos como el de Bosco, que estuvo casi 30 semanas. La digitalización además, ha hecho el trabajo más fácil.

Varias de las películas que distribuye forman parte de los estrenos de plataformas como Netflix o Mubi. Lo cierto es que en los últimos años se siente como que el streaming y el cine han aprendido a convivir más, sobre todo teniendo en cuenta los tiempos entre el estreno en salas y la llegada a las plataformas. ¿Cómo ve ese fenómeno?

Hasta los meses previos a la pandemia hubo un proceso de crecimiento gradual de las plataformas, y luego, ya en pandemia, se convirtieron en algo que parecía definitivo. Parecía que el cine iba a empezar a pasar únicamente por ese lugar. Pero eso cambió. Hoy se están formando huecos y las partes se están dando cuenta de que la convivencia es lo mejor para todos y que es necesaria. Obviamente que, en términos de cine independiente, las plataformas tienen muchísima más fuerza a la hora de ir a comprar películas en festivales que los distribuidores, y ese es un tema un poco complicado. Pero las plataformas se están dando cuenta de que hay determinadas películas que es importante que vayan a las salas. Y los cines, por su parte, están flexibilizando y no tienen una actitud tan rígida con respecto a las ventanas de exhibición. Obviamente, no pueden convivir si una película está en cines y Netflix al mismo tiempo, pero se puede encontrar un término medio. En Uruguay no hay una exigencia en el tiempo que tiene que estar una película en sala antes de pasar a plataformas, pero se trata de no hacerlas coincidir y tener al menos un mes para que la película tenga su recorrido en salas. De todas formas, es muy distinto con las películas que estrena Mubi, que las que estrena Netflix. La convivencia se trata de que todos los participantes de esta ecuación entienden que hay películas que son de plataforma, y hay películas que está bueno que vayan al cine. Bardo, por ejemplo, la podés odiar o la podés amar, pero si la vas a ver tenés que verla en el cine.

Bardo

¿Cuántas películas ve a la semana?

Muchas menos de lo que usualmente piensan que veo. Soy bastante selectivo, y no veo casi series...

¿Porque no quiere o no tiene tiempo?

Prefiero ver películas. He visto series, claro, y hay cosas muy buenas, pero no me gusta demasiado el formato. 

¿Siente que el auge del streaming ha propiciado una dicotomía entre los formatos?

No sé. Hay muy buenas series y hay historias que están bárbaras que estén contadas en ese formato, pero me da la sensación de que el objetivo de muchas producciones es ocupar el tiempo libre del público, y tratar de que esa gente esté la mayor cantidad de tiempo enganchada en determinada plataforma. Buscan generar una especie de atención permanente en los estrenos, cierta adicción y un vínculo muy estrecho con todo lo que pase por ese lugar. Yo estoy más acostumbrado a ver películas y me formé con ellas, pero siento que en el cine, incluso cuando sobra o falta algo, hay de fondo algo mucho más interesante, una expresión artística o estética.

¿Está de acuerdo en que la sala ofrece una experiencia irremplazable?

Creo que la sala legitima a las películas, además. Si determinadas películas llegan al cine, se ven de otra manera. Hoy existe un público que tiene la idea de que desde su casa puede ver todo, y eso mismo los lleva a cuestionarse que, si se puede ver todo, ¿por qué debería ir al cine? Bueno, siento que el cine tiene un plus, un extra que solo se encuentra en la sala y que implica que la salida o el paseo de fin de semana se puede convertir en algo gratificante. Hoy como distribuidor no puedo pensar en que las películas solo funcionan porque son buenas. Hoy influye que una buena película se pase en un cine con determinadas condiciones, no solo técnicas sino de infraestructura, que incluya una cafetería. Hoy Cinemateca, por ejemplo, es un lugar súper amigable. Y me saco el sombrero frente a todo lo que invirtieron en Cultural Alfabeta para reformular la propuesta. Hay una apuesta a la experiencia que no se acota únicamente a la película. Hoy competís con la comodidad de la casa, con una televisión de 50 pulgadas, con un sonido espectacular y con la posibilidad de ver todo tipo de películas.

Volviendo al cine uruguayo y desde el punto de vista de alguien que ha buscado acercarlo al público, ¿cree que hay una mejor consideración del lugar que tiene y de su rol en la sociedad? 

Hay una mejor consideración, sí, por lo menos de parte de un nicho al que le interesa el cine independiente. Sacando de nuevo al fenómeno de Bosco, que es fantástico e inesperado, no tengo la cifra clara pero en Cinemateca varias de las películas más vistas del año seguramente hayan sido uruguayas. Entonces, dentro del público de cine independiente, el cine nacional ha ganado en consideración. Sin embargo, creo que el otro salto no se está dando. Cruzar esa frontera de las diez, doce o quince mil personas que de repente pueden ver una película europea, latinoamericana o uruguaya, está costando. Teniendo en cuenta que, además, a principios de los 2000 había películas que hacían 50, 60 o 100 mil espectadores. Es cierto que eran pocas, una por año o menos, pero hoy llegar a 15 o 20 mil espectadores sigue siendo un caso de éxito que pasa una o dos veces al año. Sí se está dando un fenómeno de diversidad y cantidad. Desde 2017, momento en que empiezo a programar la Sala B, estrenamos entre 20 y 30 películas uruguayas por año. Se nota que hay cada vez más producciones, coproducciones, que hay diversidad, varias generaciones que filman al mismo tiempo, que hay películas de género, de autor. En estos momentos la producción uruguaya es mejor en cuanto a cantidad y calidad que la consideración que tiene el público y la repercusión internacional. Y ya no es tan fuerte la idea de que el cine uruguayo es lento y aburrido, pero tampoco se va masivamente a ver las películas. Hay un salto que hay que dar para llegar a un mayor público. Las películas están.

Gabriel Massa

¿Qué piensa de la creación de la nueva Agencia Nacional Uruguay Audiovisual (ANUA), que reemplazará al Instituto de Cine y Audiovisual Uruguayo (ICAU)?

Hasta que no se reglamente es una incógnita. En principio, estoy en línea con lo dicho por el sector, el cambio a la agencia de por sí es positivo. Permite contar con un órgano que rige las políticas audiovisuales de manera más flexible, con mayor capacidad para enfrentar los desafíos que estamos viviendo. Ahora, los objetivos, las finalidades, si realmente la distribución, la formación de públicos, la educación y otros aspectos que tienen que ver con el cine en tanto fenómeno social y cultural son tenidos en cuenta o no, no lo sé. ¿Qué va a pasar? Estamos esperando las primeras señales para saber a dónde se apunta. Como fenómeno económico abre un montón de puertas para atraer inversiones y producciones.

Después de tanto tiempo buscándolo y tratando de distribuir lo que considera que son las buenas películas, ¿tiene claro qué es el buen cine?

Con Ronny siempre hablábamos que una película tiene que contar una buena historia, con sus propios recursos y ser honesta en cuanto a lo que plantea. Creo que las buenas películas te tienen que hacer sentir algo. No creo mucho en la tecnología, me gusta el cine clásico, me gusta que me cuenten historias, que no me oculten cosas. Me gusta el cine, entre comillas, más sencillo. Más allá de que intento que se vean determinadas películas que siento que son buenas, me parece importante que las películas le puedan gustar a mucha gente. Por eso me gusta mucho el cine clásico estadounidense, porque es un momento de la historia en la que grandes historias eran muy populares, muy vistas. Una de John Ford, un policial de Humphrey Bogart, una de Howard Hawks, una comedia de Billy Wilder. Todas maravillosas y exitosas. 

Las elogiadas de Massa

Aftersun
"De este año, Aftersun me encanta. Es la película que más me gustó en 2022, independientemente de que la estemos estrenando esta semana (risas). Me gustó mucho Paterson (2016), me dejó muy contento estrenarla hace algunos años atrás. Y haber podido estrenar la última película de Leonardo Favio para mí fue espectacular. No es de las películas de Favio que más me gustan, pero es la última. Me quedé, sí, con ganas de conocerlo a él. Me gustó mucho también estrenar La vida útil. Con Ronny tuvimos mucho que ver en el afiche, el trailer, él se metía muchísimo con el tema de los materiales, y nos sentimos muy contentos de haber sido parte de ella.” 

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