Para decir “Luis Suárez” hay que pasar la mano sobre los dientes. Al hablar de José Batlle y Ordóñez hay que colocar un puño bajo el mentón, emulando una de las fotografías más célebres del expresidente colorado. José Mujica equivale a una mano subiendo un cierre imaginario, por las camperas sport del exmandatario.
Tabaré Vázquez se representa con una mano que mide la altura de la frente, refiriendo a ese rasgo físico del actual presidente; Julio María Sanguinetti con una mano emulando las cejas. Ernesto Talvi colocando una mano en el mentón y llevándola hacia adelante; Luis Lacalle Pou dibujando un jopo y Daniel Martínez pasando una mano por encima de un puño cerrado, como acariciando la cabeza calva del candidato frenteamplista.
La seña que identifica a José Artigas: golpearse el pecho
Un gesto, un rasgo físico o una característica personal alcanza para determinar una identidad propia en la lengua de señas uruguaya (LSU). Como deletrear el nombre completo se hace largo, se simplifica ideando una seña personal. Es el equivalente en la LSU a un apodo, por ponerlo de una forma más clara. Es de las primeras cosas que aprenden quienes estudian la lengua, para generar una identidad propia y para integrarse con mayor facilidad al colectivo.
Las figuras públicas en general también tienen su seña personal, aunque su origen suele desconocerse. Pero un día comienzan a propagarse y se agregan al diccionario de una lengua que crece tanto en formalidad como en presencia pública.
Desde hace algunas semanas los noticieros de los canales abiertos privados han incluido intérpretes durante sus emisiones, debido a lo establecido por la reglamentación de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual –la ley 19.307, también conocida como ley de medios–. En el caso de los noticieros, la ley especifica que deben ser intérpretes de lengua de señas, y para otro tipo de contenidos deja abierta la posibilidad de que se utilicen subtítulos.
Por eso durante los próximos meses, deberán agregar intérpretes o subtítulos del sistema Closed Caption (el que además de transcribir los diálogos, transcribe los efectos sonoros –susurros, sonido de lluvia y otros ejemplos– para que la persona pueda recibir toda la información. Esto puede activarse o desactivarse a voluntad del espectador en los televisores digitales. La reglamentación además establece que en un plazo de seis meses otros tres programas “periodísticos, de debate, deportivos, culturales o de interés general” de cada canal también deberán tenerlos, mientras que para dentro de dos años eso se deberá aplicar en todos los programas que estén dentro de esos géneros en la televisión abierta, señales propias de los canales de cable y señales internacionales que se transmitan por cable y estén establecidas en Uruguay.Las noticias ya no son un zócalo
Ignacia Flores y Elaine Fernández son docentes del Área de Estudios Sordos de la Facultad de Humanidades de la Universidad de la República. Trabajan en la Tecnicatura en Interpretación y Traducción Lengua de Señas Uruguaya - español, realizan sus investigaciones académicas y son sordas. En entrevista con El Observador, interpretadas por Sofía Dibarboure, ayudante docente del Área, compartieron sus percepciones sobre la visibilidad y el posicionamiento que tiene actualmente la lengua de señas uruguaya en la sociedad.
José Battle y Ordóñez en Lengua de Señas Uruguaya
Flores comparó: “Antes no se sabía nada, pero se está avanzando de a poco. Ahora tiene presencia en la televisión, está en los noticieros, hay más cursos. De a poquito se va conociendo y reconociendo, se va acercando a otro nivel de familiaridad y conocimiento de la LSU”, y explicó que con la nueva regulación tiene acceso a la información completa al momento de sentarse a ver un noticiero, en lugar de depender de su hermano, a quien le pedía explicaciones de lo que estaba pasando en la pantalla, o de tener que quedarse con lo que podía leer en un zócalo.
Para Fernández, aún hay un camino por recorrer en cuanto a accesibilidad, pero “hay una diferencia” que se ha intensificado en los últimos tiempos. “Yo viví en Suecia de chica, y casi todo tenía subtítulos o intérpretes, a nivel de los servicios. Entonces me acostumbré a eso. Cuando vine a Uruguay fue como volver atrás. Pero la cosa está cambiando. Hay más información, más oportunidades, lugares donde aprender. Antes sentías las barreras, dependías más de otros”, comentó.
Tabaré Vázquez, según la LSU
Ambas concordaron en que la mayor visibilidad pública hace que también haya un mayor interés en conocer y aprender la lengua.
La LSU es una lengua vulnerable. Así lo explica Santiago Val, profesor adjunto del Área de Estudios Sordos, que actualmente está trabajando en una gramática para la lengua. Como parte de sus estudios para un doctorado en lingüistica, está investigando la iconicidad de la lengua de señas, es decir, la semejanza que existe entre un signo y el objeto o la idea que representa, que es una característica propia de ese lenguaje.
La gramática es una herramienta para ayudar a apuntalar la LSU. “Es muy desigual la proporción”, explicó Val. “El español tiene cientos de años de historia y está distribuido en medio mundo, y LSU solo se habla en Uruguay y lo hablan muy pocas personas, entonces no se han hecho muchos estudios. Y es muy importante para poder difundir la lengua y para poder trabajar con ella que haya estudios sobre cómo funciona”. Eso contribuye a una estandarizaron de la lengua y es también, aseguró, un elemento de difusión. Cada país tiene su propia variante de la lengua de señas.
José Mujica en LSU
Por su parte, Flores estudia la historia de la lengua de señas, sus cambios a través del tiempo, los préstamos lingüísticos y señas de otros países que se adoptan, y la comparación entre las distintas lenguas de señas. En tanto, Fernández investiga los cambios en la educación. “Antes la formación se terminaba en la escuela, era una educación básica, ahora de a poco, en secundaria y en el nivel terciario se puede avanzar, se puede acceder. Y con eso avanza también la lengua de señas. También estoy investigando el tema de los niños en la escuela, y veo que los niños recién a los 8 o 9 años comprenden los conceptos en comparación con los que son oyentes. Entonces investigamos cómo enseñarles para que lleguen al mismo momento a comprender los conceptos”, contó.
No hay cifras exactas ni un censo específico sobre cuántas personas se comunican por lengua de señas en Uruguay. Val estima que, basándose en porcentajes de otros países, en Uruguay viven entre 30.000 y 35.000 sordos, de los cuales 20.000 "probablemente" sean hablantes de LSU.
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