Temas > COLUMNA Psic. Pamela Sícalo

Lo que dicen los padres ya no es palabra santa

Gritar o amenazar no es la forma para que el niño haga caso
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03 de octubre de 2017 a las 05:00

A muchos padres les preocupa que sus hijos no los escuchan, y que recién cuando le gritan o se enojan en serio los obedecen. Hoy en día a muchos chicos les cuesta acatar las órdenes cotidianas que les dan sus mayores: apagar la televisión, ir a bañarse, comer, entre otras.

Existen diferentes opiniones con respecto a este punto. Los profesionales no cuentan con datos certeros de que sea así, pero se observa que en la actualidad cuesta un poco más que los chicos obedezcan a los padres.

Lamentablemente lo que sucede en muchas familias es que intentan educar a los hijos a "control remoto", es decir, si la mamá está cocinando y le dice al hijo: "Apagá la televisión porque vamos a comer", y el niño no hace caso, y hay que repetir la demanda a los 15 o 20 minutos, esto cansa a la madre, pero más allá de eso, ella está en la cocina. ¿Qué significa esto? Si los padres quieren educar tienen que estar en el lugar para fundamentar la palabra. Es decir, la palabra devalúa cuando hay muchas palabras y poco contenido o conlleva pocas consecuencias. Algunos padres también hablan de más, dan demasiadas explicaciones que los niños no entienden. A veces suelen incurrir en los rezongos, pero estos no funcionan.

Consejos para tratar con niños desobedientes

Primero que nada, es importante entender que si son varios hermanos, y hay uno que responde rápidamente a las órdenes no hay que compararlo con los demás.

Cada niño tiene características peculiares. Si a uno le cuesta más entender y acatar órdenes hay que acercarse físicamente, buscar el contacto visual y darle una orden concreta y específica, como por ejemplo: "Es hora de apagar la tele ahora". Si el pequeño no cumple no hay que irse de la habitación, hay que permanecer allí, cerca, tranquila, con calma. Luego, hacer una afirmación: "Si tú no apagas la televisión ahora, la apago yo en unos minutos". También se puede negociar. "¿Cuándo te querés bañar? ¿Antes o después del programa que estás viendo?". Es muy importante reforzar la conducta. En los momentos en los que el niño cumple con lo que le estoy pidiendo hay que motivarlo.

En algunos casos la única forma de que el niño haga caso es que los padres griten o se enojen. Esto puede significar que la palabra del adulto está devaluada y suele buscar apoyo en el grito, la amenaza y todo lo demás. Lo que padres y madres necesitan es volver a encontrar la palabra parental en su justa medida.

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