Look Up!

El cambio climático no es una amenaza lejana: ya está afectando negativamente a la agricultura

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30 de enero de 2022 a las 05:00

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Desde hace algunas semanas la película Don't Look Up!, disponible en Netflix, es objeto de debate. Allí un equipo de científicos detecta la aproximación de un meteorito que destruirá a la humanidad por completo pero se encuentra con que ni a nivel gubernamental ni a nivel del público la idea es tomada con seriedad y el tiempo transcurre penosamente sin que se tomen medidas efectivas para evitar la extinción de la especie humana.

Mientras una presidenta (Meryl Streep) que emula a Trump calcula si le conviene tomar el tema frente a elecciones parlamentarias, los programas de televisión banalizan el tema en busca del rating y los “likes” de las redes. Mientras el tiempo pasa y se pierde un tiempo fundamental para enfrentar el problema.

El cambio climático no es una amenaza lejana: ya está afectando negativamente agricultura. Un análisis reciente citado por el Banco Mundial indica que desde 1960 el cambio climático desaceleró el crecimiento de la productividad en un 21% a nivel mundial, y hasta en un 40%  en partes de África y otras zonas tropicales. Más preocupante, este impacto adverso parece estar intensificándose, empujando al mundo más rápidamente hacia un “punto de inflexión” donde el cambio climático puede llegar a frenar todo el crecimiento de la productividad. Cruzada esa línea las consecuencias económicas y sociales podrían ser devastadoras. 

El precio de los alimentos subió 28% en dólares el año pasado y el precio de la energía va en un ascenso todavía mayor. Paradojalmente las energías fósiles, las que hay que dejar de usar con urgencia, son las más premiadas por el mercado. Subieron el año pasado más que los alimentos y siguen subiendo en este 2022. 

La inflación en EEUU marcó por segundo mes consecutivo máximos desde 1982. Los economistas deberían considerar que la de este siglo es una inflación de un signo diferente. Ya no es un fenómeno exclusivamente monetario. Es también un fenómeno vinculado a la necesidad de mirar para arriba,  mirar a la atmósfera a la que cada año volcamos 51 mil millones de toneladas de gases de efecto invernadero y a la que a la brevedad posible (¿2050? ¿2060?) hay que llevar a emisiones cero. Una tarea titánica, en la que por ahora se va muy lento. De hecho por ahora las emisiones lejos de bajar, siguen subiendo, al igual que la temperatura planetaria.

Cabe esperar que siga un mercado salvaje en energía y alimentos: precios más altos de los que eran “normales” en el pasado y de una altísima volatilidad.  Las energías alternativas no están todavía preparadas para sustituir generalizadamente a las derivadas del petróleo y los esfuerzos por elaborar alimentos “artificiales” siguen siendo una muy dudosa ciencia ficción.  Porque algunas acciones se toman y limitan la oferta futura del petróleo. Por ejemplo este jueves 27 una muy importante en EEUU: la justicia trabó la mayor licitación de la historia de EEUU para extraer petróleo en la zona marítima del golfo de México.

En efecto, a fines del año pasado, solo unos días después de comprometerse a reducir los combustibles fósiles en las conversaciones climáticas internacionales en Glasgow, la administración Biden realizó la licitación para extraer petróleo y gas más grande en la historia de EEUU. Pero este jueves, un juez federal invalidó esa venta en el Golfo de México, diciendo que la administración no consideró adecuadamente los costos para el clima mundial.

La administración Biden había utilizado un análisis de impacto ambiental realizado por la administración del expresidente Donald Trump que, según los grupos ambientalistas, tenía fallas críticas.

Era una licitación gigantesca sobre una superficie de 40 millones de ha más del doble del tamaño de Uruguay, que entra ahora en litigio porque las empresas petroleras apelarán la decisión judicial.

Pero ejemplifica la dificultad para aumentar la oferta de  la energía más barata y contaminante que al menos en los países democráticos occidentales, donde la opinión pública cuenta y está mirando hacia arriba con preocupación, seguirá dándose.

Ante el alto precio de la energía fósil vuelven a ser atractivos los alcoholes y los aceites. De modo que el precio de maíz, colza, girasol, soja, todo va para arriba en una carrera loca. El clima diezma los cultivos, pero el grano que se cosecha tiene una demanda cada vez mayor. Y algunos países deciden poner barreras a la salida de esos granos.

También este jueves Indonesia anunció a sus productores de aceite de palma que el 20% de la producción tiene que quedar dentro de fronteras lo que provocó otro salto en el precio de las oleaginosas. 

Para Uruguay con energías renovables, productor de alimentos de excelencia, una oportunidad enorme, en tanto trabaje seriamente en llevar a cero los impactos ambientales de esa producción. Con energías limpias, mientras llueva como en este enero, la oportunidad del país sigue siendo enorme.

No soy crítico de cine y no opino sobre si Don't Look Up! es una gran obra cinematográfica. Pero sí me parece meridianamente claro que el cambio climático y el colapso de la biodiversidad en el planeta son los temas centrales de este siglo y que el que no mire eso con atención entenderá poco de lo que sucede a su alrededor. 

Y que si, como plantea la película, no se toman acciones colectivas urgentes, el destino de las generaciones futuras está en peligro. Look Up!

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