Leonardo Carreño

Los 22 floristas que resisten pese a la crisis, los cambios de hábitos y el covid

Hay restricciones en velorios y cementerios, se hacen menos fiestas y se regalan otras cosas, pero un grupo de productores mantiene activo al Mercado de Flores

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14 de junio de 2021 a las 05:00

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En un galpón en el barrio Goes, 22 productores conforman un conjunto de floricultores obstinados en que el rubro –en jaque por varias adversidades– subsista, para sostener una actividad que aman y que la oferta local de flores no dependa solo de la importación.

La Cooperativa de Floricultores Agropecuaria Limitada (Cofloral) tiene su sede y local de ventas –el Mercado de Flores– en Guadalupe 1525, a media cuadra de la avenida San Martín. Allí los lunes, miércoles y viernes entre las horas 18 y 19:30 hay venta mayorista a florerías, puestos de flores y distribuidores, de la capital y del interior, y venta minorista.

La cooperativa tiene 22 socios y por afuera hay otros 10 productores; algunos se integran al Mercado de Flores zafralmente. “Hace 20 años éramos 130, por lo menos”, lamentó Gastón Mizuki, director del Vivero Mizuki y presidente de Cofloral. ¿Qué sucedió? La mayoría abandonó el rubro tras la crisis de 2001 y otros fueron dejando con el paso de los años.

En una actividad impulsada por una elevada cantidad de japoneses o descendientes –“de los que quedamos el 70 al 80% somos hijos de japoneses”, dijo Mizuki–, en aquella crisis la mayoría debió retirarse y muchos optaron por emigrar a Japón.

“Mi padre llegó en 1958, era especialista en manzanas, pero al llegar vio que era mejor negocio la flor y se especializó en rosas, variando después la producción”, mencionó.

Leonardo Carreño
Gastón Mizuki, integrante de una familia con tres generaciones produciendo flores.

Ingratitudes y satisfacciones

Décadas después, “algunos resistimos, porque es lo que sabemos hacer, pero más que nada porque nos apasiona, amamos a la flor, aunque cada vez es más complicado, en mi familia hay una tercera generación ya pero es muy difícil el recambio generacional o entusiasmar a gente nueva en una producción que no puedo engañarte, muchas veces da más ingratitudes que satisfacciones”, reflexionó.

Igual, no bajan los brazos: “Hay momentos de dudas, pero al final del día vez las flores, los ramos, la camioneta con todos esos colores, los olores, ves gente que sigue eligiendo la flor como regalo y seguís”, dijo.

A propósito, “acá tenemos las puertas abiertas para que la gente venga y compre, pero también para gente joven que esté buscando una oportunidad y quiera aprender, estamos dispuestos a dar una mano”, complementó.

No solo la crisis de 2001 achicó al sector. También el aumento en los costos, eso pegó mucho en un sector en el que se necesita mucha mano de obra y muchos insumos. Si se sacan las cuentas, en muchos momentos del año es más conveniente importar flores que producirlas, detalló Mizuki, quien además de productor en el barrio Los Bulevares está al frente de una florería en Pocitos.

“Soy productor de rosas y en la primavera hay muy buena calidad, pero en países como Ecuador y Colombia eso se consigue todo el año. No es por conocimientos, es que en Uruguay hay extremos de temperaturas muy bajas y muy altas, cuando en zonas de esos países sobre el océano Pacífico hay temperaturas estables en el eje de 25° C, ideal para la rosa”, detalló.

Comparando precios, en el mismo producto lo importado cuesta 20 a 30% más. En materia de calidad, “nuestras mejores producciones son similares a las que se importan, pero no podemos mantenerlo todo el año”, explicó.

Ahora lo que más se está produciendo y comercializando es la felpilla, una variedad de crisantemo, con gran variedad, calidad, buen tallo y buena duración en el florero. Hay momentos del año en que se van imponiendo otras flores, como claveles, rosas o gerberas. Lo que más se importa son rosas, felpillas, lirium y claveles.

Mizuki explicó que entre los socios hay productores que solo trabajan en el eslabón inicial de la cadena, otros que además son comerciantes y venden al público y casos en los que tienen otra actividad, por ejemplo cría de animales o servicios de mantenimiento de parques y jardines.

Se trata en todos los casos de emprendimientos de escala familiar, en pequeños predios, ubicados en Montevideo, el área metropolitana y algún caso en Canelones.

Tener más de una fuente de ingreso, siendo floricultor, “es muy importante para tener un aporte cuando el momento de la flor no es bueno”, resaltó.

Leonardo Carreño
Las ventas se hacen desde la hora 18 de cada lunes, miércoles y viernes, hasta las 19:30.

El impacto de la pandemia

A la crisis de 2001 y a los altos costos productivos se le añadió otro problema: restricciones derivadas de la emergencia sanitaria por covid-19: “La pandemia nos pegó fuerte”, admitió.

Detalló que el consumo de flores se mantenía, con una oferta suficiente con base en la producción nacional e importada, pero la crisis sanitaria alteró eso: se canceló o ajustó la actividad en salas velatorias y cementerios, en ceremonias religiosas, en fiestas como bodas, aniversarios y cumpleaños de 15 y así la demanda “cayó brutalmente”. Sí siguen las buenas ventas en días puntuales: en los días de la madre, de los enamorados, en San Valentín, en el día de los Santos Difuntos y en fechas religiosas como la de Yemanjá.

“Hace 20 años tener un ramo de flores en las casas era común y eso se ha ido perdiendo, también hay en Montevideo menos costumbre de llevar flores al cementerio; por suerte eso se mantiene en el interior”, contó.

A propósito del tema cementerios, y de dificultades que aparecen, se presentó una carta ante el área de Necrópolis de la Intendencia de Montevideo luego que se quitaran los floreros para evitar la expansión del mosquito Aedes aegypti, proponiendo alternativas para que las flores puedan estar, pero no hubo respuesta.

Una habilidad indispensable

La flor es algo perecedero. Lo que se produce va al mercado y si no se vende no tiene utilidad posterior, es pérdida. Por lo tanto, además de saber producir bien, el floricultor debe tener otra habilidad, apuntó: “Tener ojo clínico para calcular cuánto producir previendo lo que precisará su clientela; llegado el caso es mejor que te falten flores a que te sobren”, dijo.

En un momento adverso, cuando producir es riesgoso porque se está expuesto a las adversidades climáticas por ejemplo, se sumó que cuesta colocar la mercadería en un mundo en el que para peor hubo cambios de hábitos: regalar flores era innegociable a la hora de buscar un buen presente y ahora hay opciones competidoras, por ejemplo productos electrónicos que no existían, un peluche, chocolates… “la flor para muchos pasó a ser un complemento”.

De todos modos, “si la gente lo piensa bien, nunca hay nada tan representativo del cariño y respeto como un ramo de flores”, concluyó Mizuki. 

Leonardo Carreño
A las flores le surgieron nuevos "competidores" como opciones de obsequios.

Referencias de precios 

La felpilla nacional tiene un precio al público de $ 250 a $ 400 por fardo de 10 a 12 varas y las rosas importadas están las dos docenas de $ 850 a $ 950.

En el Mercado de Flores hay venta mayorista y minorista.

Los apoyos y un sueño

Mizuki mencionó dos apoyos del Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca (MGAP).

En 2017 se pudo participar en un proyecto de fortalecimiento institucional con acceso a préstamos.

Luego se presentó un proyecto de investigación del potencial comercial para flores de corte de plantas nativas, de la zona norte del río Uruguay. Con la colaboración de la Facultad de Agronomía se investigaron más de 20 y se seleccionaron seis o siete con eventual valor comercial. Ese proyecto sentó bases y se está a la espera de apoyos para desarrollarlo, con el sueño de algún día hasta exportar.

Cofloral tiene además el apoyo de la Embajada de Japón en Uruguay y de la Asociación de Japoneses, difundiendo sus actividades. El Mercado de Flores es el sitio donde se concentran más japoneses y descendientes en el país. Con el apoyo de la embajada allí se creó un dojo, vinculando dos elementos de la cultura japonesa, floricultura y deporte.

Leonardo Carreño
Son 22 los socios activos en Cofloral.

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