Diego Battiste

Las historias y las leyendas que marcaron el campeonato de Liverpool

La de los negriazules es una historia de temores, consejos, lesiones, transferencias frustradas y convencimiento para que el club de Belvedere alcanzara la anhelada consagración

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10 de septiembre de 2019 a las 05:04

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Sentado en la mesa de directiva de la institución Paulo Pezzolano tomó la palabra. “Presidente, si vengo al club es para intentar algo”. El silencio gobernó la escena. El imperturbable José Luis Palma nada dijo. El entrenador agregó: “Quiero dejar una marca en Liverpool”. Se dieron la mano. Corría diciembre de 2017 cuando se iniciaba la aventura.

El Papa, como se lo conoce en el club, se plantó a los pocos días en la cancha de Lomas de Zamora. “Muchachos, acá quiero que la pelota salga limpia. ¿Qué vamos a cometer errores? Sí. ¿Qué nos van a hacer goles por salir jugando? Sí. Pero tienen mi confianza”, dijo el entrenador a los hombres de la defensa que lo miraron extrañados. No era para menos, el técnico iba contra el ADN del club.

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A los pocos días el capitán Emiliano Alfaro, un viejo conocido con el que fueron compañeros y vivieron la amargura del descenso y el placer del regreso a Primera, se le arrimó y le dijo: “Papa, te va a costar porque estás yendo contra la historia y la idiosincrasia del club, pero cuando le agarremos la mano va a salir”.

Alfaro reveló a Referí que Pezzolano estaba convencido de cambiar la matriz de juego de un Liverpool identificado en los últimos años con los futbolistas Carlos Macchi, Daniel "Boya" Pereira y el técnico Julio Ribas, entre otros que dejaron su huella.

“Costó. Al principio costó bastante porque la gente quería que los del fondo le pegaran para arriba”·, agregó Alfaro.

Los primeros tres partidos fueron sin victoria. Recién ganó en la cuarta fecha del Apertura 2018 sobre Atenas de San Carlos apenas 1 a 0.

Un mes y medio después el equipo recibió cinco goles contra River Plate, un 29 de abril en el Saroldi, un partido que perdieron 5 a 0.

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El zaguero Martín González comentó a Referí: “Había que tomar riesgos. Teníamos claro que podíamos perder la pelota saliendo pero el Papa siempre nos respaldó”.

“Muchachos, yo me enojaría mucho más si nos hacen un gol luego de tirar un pelotazo a que nos hagan un gol por salir jugando”, le dijo el técnico a sus hombres de la defensa.

Liverpool, al margen de algunos contratiempos, terminó sexto en la tabla Anual de la temporada 2018 lo que le permitió clasificar a la Copa Sudamericana, que disputó este año.

Al margen del premio de jugar un torneo internacional, lo que se veía con mejores ojos era la apuesta a varios jóvenes del club. Entre ellos un delantero llamado Juan Ignacio Ramírez, conocido como el Colo.

El primero en avisar de sus condiciones fue el exfutbolista y entrenador Ruben Walter Paz. En su último pasaje por el club de Belvedere, como ayudante de campo de Mario Saralegui, un día Paz le dijo al presidente Palma: “El mejor 9 que tiene Liverpool es el Colorado. Tiene una increíble capacidad para ubicarse en el área”. Por aquellos tiempo Ramírez no tenía cabida en el primer equipo negriazul. Por delante tenía a Junior Arias, Carlos Núñez y Carlos Bueno.

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Ramírez, que era el goleador récord de las formativas, pidió para bajar a Tercera.

“No jugaba en Primera porque tenía a grandes futbolistas antes que yo como Junior, Nicolás De la Cruz, Nicolás Royón y Carlos Bueno. Entonces le pedí a (Mario) Saralegui para que me bajara un poco a Tercera, pero no quiso. Cuando llegó Bertoldi, le pedí, me bajó, jugué dos partidos, hice cinco goles y me subió de nuevo y me dio oportunidades de jugar", comentó Ramírez a Referí.

Un tal Ustari

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La temporada 2019 se puso en marcha. En el primer torneo del año, el Apertura, el club de Belvedere terminó octavo. Al concluir se fue el golero Jorge Bava. Y las dudas invadieron. Quedaba Rodrigo Rodríguez, que terminó en Juventud.

La incorporación de un golero era primordial para afrontar la segunda parte del año. Cierto día le sugirieron al técnico Pezzolano el nombre del argentino Oscar Ustari. Su pasado deslumbraba. Su presente era desalentador. Hacía un año y medio que no tocaba una pelota.

“Nadie se la jugaba y eso me hacía ruido”, comentó el entrenador en el programa Derechos Exclusivos de Radio Uruguay.

Fue entonces cuando tomó el teléfono y llamó al jugador. “Solo de escucharlo saqué lo transparente que era y supe que no nos iba a fallar”, reveló el DT.

“¿Cómo me convenció? Pezzolano dijo unas palabras que me convencieron, que Liverpool nunca salió campeón, y me dije, ¿por qué no?”, comentó el golero el día de la consagración del Intermedio.

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Pese a que llevaba tanto tiempo de inactividad, y apenas una semana de trabajo en el club, porque llegó a un acuerdo el 5 de julio y Liverpool debutó el 13, Pezzolano lo mandó de titular en el primer partido del Intermedio ante Cerro.

Con un presupuesto de US$ 200.000 mensuales para todo el club, según reveló el presidente José Luis Palma a Referí, Liverpool arrancó con buen pie el Intermedio y no paró hasta llegar a la final.

Sacudón: oferta por Cáceres

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La semana previa a la final del Intermedio con River Plate la interna de Liverpool se vio sacudida. Apareció una oferta por el defensa Sebastián Cáceres. Y hasta se habló de un documento firmado por el propio jugador.

El tema no era sencillo de resolver. Por un lado el club jugando su primera final de la historia. Por otro el futuro del juvenil en el medio de la escena. América de México le aseguraba salvar a su familia. No era un detalle menor.

Cuando le pasaron la oferta, el presidente Palma consideró que era buena, pero pidió una sola condición: que Cáceres jugara la final. Ingresaron en en un ida y vuelta, todo contra el reloj porque cerraba el mercado de pases.

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El jueves, día que terminaba el plazo, el representante del jugador le dijo a Palma que el jugador ya tenía firmado el contrato. Palma estalló.

Los compañeros de Cáceres se enteraron esa noche del tema. “Lo llamé a Seba para saber cómo estaba”, reveló su compañero de zaga Martín González a Referí.

“Me sorprendió por su manera de pensar, muy centrado y estaba muy tranquilo pensando en la final. Claro que uno como jugador quería que se fuera porque un equipo como el América te puede cambiar la vida, pero entendemos que Seba es joven y que va a tener muchas chances de irse”, expresó González.

El pase no se hizo.

El ejemplo de Alfaro

Claro que el tema no terminaba ahí. El hecho de perderse el pase podía generar un decaimiento anímico en el jugador de cara a la final.

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El técnico Paulo Pezzolano llamó a uno de los capitanes del grupo, Emiliano Alfaro, al que le pidió si lo acompañaba a hablar con Cáceres.

Alfaro le contó al joven zaguero lo que le había pasado cierta vez cuando tenía todo acordado para ir a jugar a Olimpia de Paraguay. “Le conté que yo había viajado a entrenar, que había hecho goles y quedaba solo que Liverpool mandara el tránsfer. Pero Palma, con quién he tenido un montón de idas y vueltas, siempre te dice la verdad, y si te dice algo cerrá lo ojos que eso va a pasar. Entonces me llamó y me dijo: ‘Emiliano tomate el primer avión a Buenos Aires a realizar la pretemporada a Liverpool. Yo me hago cargo”, contó Alfaro a Referí de la charla con Cáceres. Alfaro fue vendido tiempo después a la Lazio de Italia.

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Ante la atenta mirada de Cáceres, Emiliano, que se recupera de la dolorosa lesión de rotura de tendón de Áquiles le agregó al defensa. “Seba, solo depende de vos. Hay dos caminos: o te calentás, bajás el nivel, y el tren no vuelve a pasar nunca más. O te mantenés en lo que hacés y el tren va a volver a pasar”. Sebastián Cáceres entendió el mensaje. “En esa charla me di cuenta que el pibe era una bestia de cabeza y que jugaba la final”, reconoció el técnico Pezzolano.

En las notas posteriores al partido el presidente Palma le dedicó el título a Cáceres.

Hablando de dedicatorias, nadie en Liverpool olvidó a Carlos Ferragut, quién durante años ejerció la función de gerente deportivo. “fue el que sentó las bases de todo esto”, reconoció Alfaro.

La arenga final

El joven plantel de Liverpool, un grupo donde se da el detalle de que no hay ningún jugador que mida más de 1.83, se vio el domingo 8 de setiembre de 2019 de cara a su primer final.

El brazalete de capitán lo tenía el joven Nicolás Acevedo. Pero las arengas finales antes de entrar a la cancha estaban a cargo del argentino Oscar Ustari. “Antes de salir les hablamos a los más jóvenes de que la responsabilidad pasaba por los más grandes”, comentó González a Referí.

 

A poco de salir a la cancha, en las escaleras de la bajada al terreno de juego, el argentino Ustari tomó la palabra por última vez: “No nos van a superar porque vamos a ser protagonistas desde el inicio del partido, pero hay que estar convencidos muchachos. Y pase lo que pase siempre la cabeza en alto, porque acá nadie nos regaló nada, absolutamente nadie nos regaló nada. Día tras día siempre lo ganamos. ¿Estamos? Tenemos la posibilidad de entrar con la familia, de estar todos juntos pero la realidad es que a veces nos toca comer mierda a nosotros. Tenemos a nuestra gente que nos está apoyando y el corazón más ardiente que nunca muchachos. Porque hoy se debe ganar, hoy yo quiero que nosotros entremos en la historia del club. Y no hay otra opción, no hay otra cosa para elegir. Somos nosotros y nadie más. ¿Estamos? ¡Carajo!”, y todos gritaron y se dispusieron a salir a la cancha.

Sentido de pertenencia

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Terminado el partido los jugadores se acordaron de Alfaro que todos los santos días concurre a Lomas de Zamora a compartir un mate en el vestuario y cuando el plantel sale a la cancha se mete en la sala médica para recuperarse de la lesión.

“No quería entrar. Los protagonistas eran ellos. Era el momento de ellos pero me obligaron. Ese gesto fue espectacular”, reconoció Alfaro a Referí.

Emiliano llegó de Treinta y Tres a Liverpool con 15 años. Jamás le había tocado ganar una copa. En Lomas de Zamora, luego del partido, tomó la palabra: “Gurises ustedes no son consciente de lo que lograron, van a estar en la historia más grande el club para siempre”.

Alfaro juega un rol de capitán desde afuera de la cancha que pasa por “generar el sentido de pertenencia que es importante para un club. Eso genera una mística”, asumió.

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El mismo sentido de pertenencia que tuvo Nicolás De la Cruz que se apareció por el Franzini y se sentó como uno más en la tribuna. No brindó declaraciones. “Los protagonistas son ellos, los que ganaron el campeonato son ellos y son los que tienen que hablar”, respondió asumiendo su lugar a pesar de que el Colo Ramírez le tiró la camiseta para el mejor de los recuerdos.

El mismo sentido de pertenencia transmite el entrenador. Quiere imponer la marca Liverpool. Que va más allá de un estilo de juego. Por eso se fue del Franzini con el plantel a comer unas pizzas a Lomas de Zamora, el lugar de entrenamiento del club, mientras la gente inundaba la sede y obligaba a cortar la avenida Agraciada. Antes de retirarse le dijo a sus dirigidos: “Muchachos, mañana (lunes) tienen libre. Descansen porque el martes volvemos pensando en Nacional”, el rival del debut en el Clausura.

Para que tengan idea del compromiso de Pezzolano con el club, la mañana posterior a la consagración, pese a la intensa lluvia, se presentó en el entrenamiento de las juveniles. Tal vez guiado por lo que le dijo al presidente Palma al oído la noche de la consagración: “Esto recién comienza”.

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